Diàleg de paper: diuen les parets

25 Gener, 2006 18:15
Publicat per aladern, diàlegs de paper

“Els grans escriptors caminen per la corda de l’equilibrista i arrisquen el coll en cada paraula. En Memòria del foc, Galeano fou un acròbata triomfant. En El libro de los abrazos, es desprèn de la corda i levita a l’aire” Alan Ryan, The Washington Post.

Los adioses. Llevábamos nueve años en la costa catalana y ya nos íbamos, faltaban dos o tres días para el fin del exilio, cuando la playa amaneció toda cubierta de nieve. El sol encendía la nieve y alzaba, a la orilla de la mar, un gran fuego blanco que hacía llorar los ojos.
Era muy raro que nevara en la playa. Yo nunca lo había visto, y sólo algún viejo vecino del pueblo recordaba algo parecido, de tiempos remotos.

Se veía muy contenta la mar, lamiendo aquel inmenso helado, y esa alegría de la mar y esa blancura radiante fueron mis últimas imágenes de Calella de la Costa.
Yo quise responder a despedida tan bella, pero no se me ocurrió nada. Nada que hacer, nada que decir. Nunca he sido bueno para los adioses.

De Eduardo Galeano poc és el que puc dir. És millor llegir-lo i assaborir-lo en viu i en directe. Les petites cròniques o faules de “El libro de los abrazos” són perles multicolors de poesia que es desfan a la boca dels sentits i ens inunda de belles paraules. Ens descriu allò real de la vida, que, per a ell, és més fantàstic que la fantasia. Tota l’Amèrica llatina de cap a peus i fins a les seves profunditats. A poc a poc, és com més el gaudeixo.

El diagnóstico y la terapéutica. El amor es una enfermedad de las más jodidas y contagiosas. A los enfermos, cualquiera nos reconoce. Hondas ojeras delatan que jamás dormimos, despabilados noche tras noche por los abrazos, o por la ausencia de los abrazos, y padecemos fiebres devastadoras y sentimos una irresistible necesidad de decir estupideces.
El amor se puede provocar, dejando caer un puñadito de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la sopa o en el trago. Se puede provocar, pero no se puede impedir. No lo impide el agua bendita, ni lo impide el polvo de hostia; tampoco el diente de ajo sirve para nada. El amor es sordo al Verbo divino y al conjuro de las brujas. No hay decreto de gobierno que pueda con él, ni pócima capaz de evitarlo, aunque las vivanderas pregonen, en los mercados, infalibles brebajes con garantía y todo.

La noche/1. No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada en los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta.
La noche/2. Arránqueme, señora, las ropas y las dudas. Desnúdeme, desnúdeme.
La noche/3. Yo me duermo a la orilla de una mujer: yo me duermo a la orilla de un abismo.

El lenguaje del arte. El Chinolope vendía diarios y lustraba zapatos en La Habana. Para salir de pobre, se marchó a Nueva York.
Allá, alguien le regaló una vieja cámara de fotos. El Chinalope nunca había tenido una cámara en las manos, pero le dijeron que era fácil:
-Tu miras por aquí y aprietas allí.
Y se echó a las calles. Y a poco de andar escuchó balazos y se metió en una barbería y alzo la cámara y miró por aquí y apretó allí.

En la barbería habían acribillado al gangster Joe Anastasia, que se estaba afeitando, y esa fue la primera foto de la vida profesional del Chinalope.
Se la pagaron una fortuna. Esa foto era una hazaña. El Chinalope había logrado fotografiar a la muerte. La muerte estaba allí: no en el muerto, ni en el matador. La muerte estaba en la cara del barbero que la vio.

- Ara voldria que em diguessis per què tornes a parlar de “El libro de los abrazos”, si ja ho has fet altres vegades. Amb el munt de llibres que hauràs llegit...

- Sí, és veritat. Però precisament ahir la Namaga ens va regalar un post –una més d’aquelles meravelles que només ella sap treure’s de la màniga- que parlava del tema diguem-ne, de “poesia visual urbana”. Trobo que també s’hi poden trobar moltes perles amagades a les parets (al costat de molta brutícia, per desgràcia). Una condensació, sovint irònica, de la saviesa popular. I al llibre del Galeano hi ha unes quantes pàgines dedicades a descobrir-nos aquesta destil·lació verbal.

Dicen las paredes:
En Montevideo, en el barrio Brazo Oriental:

Estamos aquí sentados mirando como nos matan los sueños.
En la ciudad uruguaya de Melo:

Ayude a la policía: Tortúrese.
En la Facultad de Ciencias Económicas, en Montevideo:

La droga produce amnesia y otras cosas que no recuerdo.
En Santiago de Chile, a orillas del río Mapocho:

Bienaventurados los borrachos, porque ellos verán a Dios dos veces.
En Buenos Aires, en el barrio de Flores:

Una novia sin tetas más que novia es un amigo.

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