Frenar la emergencia climática, disminuir la extinción de especies y salir de la crisis sanitaria producida por el coronavirus van juntos.
La comunidad internacional se ha lanzado a la búsqueda de una vacuna. Es lógico. Además, quien la encuentre, ganará dinero. De ahí que haya laboratorios que gastan ingentes cantidades para llegar primeros a encontrar un producto que consumirán casi los siete mil millones de humanos y quizás otras especies que habitamos el Planeta. Será una vacuna para un virus y resolveremos un solo problema, grave, que ahora tenemos.
Pero aparecerán nuevos con toda seguridad. El calentamiento que ya ha provocado el cambio climático ha contribuido a romper los equilibrios y ya no podemos ignorar por más tiempo que cuando desaparece una especie animal o vegetal, otras se ven afectadas y disminuyen o simplemente dejan de existir. Entonces ya no nos beneficiamos de la acción que estas ejercían eliminando patógenos en forma de virus o bacterias. De forma similar, cuando aumenta la temperatura porque crecen los gases de efecto invernadero, no sólo mueren millones de personas cada año sobre todo en las áreas metropolitanas más contaminadas, sino que crecen y se cronifican otras enfermedades respiratorias y alérgicas que en otras zonas son minoritarias. De rebote, cuando llegan gripes o epidemias como la del coronavirus, estas mismas personas forman parte de lo que llamamos grupos de riesgo y tienen más dificultades para afrontar el problema.
Por lo tanto, vacunas sí; pero atacar el problema de fondo para evitar problemas de salud y la muerte de millones de personas, también. Esto no da dinero porque la vida no cotiza en bolsa. Pero incorpora un nuevo valor a nuestra existencia que no se contabiliza monetariamente y sumamos factores que contribuyen a la eco-Tierra que significa una Tierra equilibrada. Basta de usar el PIB, la renta per cápita, la renta disponible como únicos parámetros para analizar nuestra calidad de vida. El Índice de Desarrollo Humano (IDH) que ya existe debe ser nuestro referente principal y nos tiene que decir cada año qué país dispone de una mejor educación, salud, calidad del aire, y como contribuye a rebajar la temperatura del Planeta. ¿ O no hemos aprendido estos días que necesitamos más la salud, el trabajo, la amistad, la solidaridad, la seguridad que el dinero?
Tenemos pues que cambiar y de forma muy profunda. Sin embargo, hay algunos problemas y uno de los principales, son las ideas preconcebidas: que este es un virus inesperado, que ha sido un accidente, que la excepcionalidad del momento durará poco y volveremos a una normalidad aunque la llamemos nueva. ¿Así sin más? ¿ No habremos hecho nada y vendrá del cielo?
No, la emergencia continúa. Y ya no vale sólo declararla en actos solemnes en los ayuntamientos y en los parlamentos. Einstein decía “no puedes cambiar si continúas haciendo lo mismo” Hay que pasar a la acción. Y una de las que más ha suscitado el consenso de la comunidad científica es la descarbonización del Planeta. Porque eso de que todos juntos pararemos el virus sólo se completará cuando dejemos de emitir porquería si me permiten la expresión. Si la mayoría del Planeta estamos de acuerdo en que para restaurarlo y restaurarnos debemos descarbonizar todas las actividades que desarrollamos, nos tenemos que poner manos a la obra sin dilaciones y pasar a consumir sólo energía renovable o almacenada de ésta. Dejaremos de calentar y de disminuir la biodiversidad restaurante los equilibrios perdidos. Las comarcas tarraconenses tenemos algunas posibilidades de hacer alguna contribución especial que nos puede reportar beneficios.
Nuestro sistema productivo debe emprender acciones decididas, desde el primario hasta el industrial introduciendo reformas y buscando nuevos nichos de actividad. Este fin de semana, el Presidente de Iberdrola decía “de esta crisis salimos más verdes o no salimos”. Algunos no saben todavía que hablar de verde significa también industria, turismo de calidad y agricultura más sana. Los 300.000 nuevos puestos de trabajo que él citaba si nos ponemos seriamente requieren liderazgos políticos y empresariales, acuerdos de mirada larga y la implicación de todos. También la de usted y la mía.