Un equipo multidisciplinario (geólogos, forenses,
arquitectos y arqueólogos) hizo el hallazgo de un asentamiento
arqueológico denominado Necrópolis La Florida, ubicado al noroccidente
de Quito, en las faldas del Pichincha.
Para los científicos,
el descubrimiento podría revelar parte de la identidad del pueblo
Quitus. Para mantener intacta la escena, las costumbres y su ritual
funerario, en el lugar se construye el museo de sitio. Ahora el
Municipio, para conservar el hallazgo arqueológico, busca adquirir los
terrenos adyacentes a la excavación del Fonsal.
En un área de
2.000 metros cuadrados, en la urbanización San Vicente de la Florida,
el equipo del Fondo de Salvamento (Fonsal) hace trabajos de excavación
en una ciudad funeraria, que sería originaria de la primera población
humana que habitó Quito, conocida como Quitus.
Esta
civilización, que dataría de entre el año 400 hasta los 1.400 de la era
cristiana, sería el nexo entre los pobladores de la Costa y Amazonía
ecuatoriana.
Los hallazgos demuestran que los nativos de la
región eran expertos en la elaboración de tejidos, conocían sobre la
fabricación de cerámica y la decoración en oro.
Las excavaciones
realizadas en el lugar revelaron la existencia de un cementerio, en el
que se descubrieron, a 16 metros de profundidad, una serie de tumbas y
más de 30 osamentas, informó Ólger Jara, jefe del proyecto Necrópolis
La Florida.
En las fosas, en cada yacimiento funerario se
encontraron restos humanos, cerámicas adornadas, objetos de oro y
vestimentas decoradas con conchas Spondylus. Los elementos que
conforman estas sepulturas encierran una simbología del ciclo de la
vida, del retorno a la tierra y del renacimiento, dijo el experto.
En
la excavación trabajan ocho personas que extraen la tierra hasta llegar
a las cámaras funerarias. El trabajo se realiza desde las 08:00 hasta
las 14:00. Los excavadores indican que, a veces durante el trabajo, el
olor que emana del lugar permite reconocer la cercanía de los cuerpos.
Uno de ellos asegura que en ocasiones mientras se extrae la tierra se
puede percibir un aroma que evoca al olor de las hierbas y el carbón.
En
un informe presentado por el experto y expositor de culturas
ancestrales, Juan López Escorza, estableció que regionalmente el valle
de Quito era el punto de encuentro de los habitantes de la Costa y de
los sectores norte y sur del país.
En el caso de la decoración
utilizada en las vestimentas, refiere que los cuerpos pertenecían a
personas importantes para la comunidad, es decir líderes o
comerciantes. Según López, todos fueron enterrados en forma fetal,
envueltos en costales de algodón.
Existe una duda en torno a
la tumba más grande descubierta hasta el momento, en la cual se
registró la presencia de 16 restos humanos. Solo dos, identificados
como el de una mujer de 18 años y un hombre que supera los 50 años,
estaban envueltos en un costal de algodón y sobre esto, ponchos
decorados con cuentas de conchas Spondylus, además llevaban en sus
orejas y en el cuello joyas de oro. El hombre, además, guardaba entre
sus manos hojas de coca, por lo que aún no se logra descifrar si era
chamán o comerciante.
Jara asegura que, a través de un equipo
multidisciplinario integrado también por forenses, se estableció datos
sobre su vida. Se determinó que tenían poca expectativa de vida y que
murieron cuando tenían entre 45 y 55 años. Una experta forense realizó
una reconstrucción facial, a uno de los cuerpos, para determinar las
características físicas que tendrían los individuos ‘quitus’.
En
cuanto a su alimentación, indicó el experto, se basaba en productos de
la zona, como el maíz, habas y vegetales. Dentro de las vasijas se
encontraron partes de fermentación de la bebida tradicional ‘chicha’ y
restos de cuyes.
Julia Chávez
jchavez@telegrafo.com.ec
Reportera
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guarda-un-pasado-desconocido.aspx