EGIPTO - Derriban pueblo para salvar tumba faraónica
Más de 3.200 familias del pueblo de El Gurna están siendo reubicadas en otra aldea, en una zona desértica, a 5 km del afamado Valle de los Reyes.
Tras casi medio siglo de batalla entre las autoridades egipcias y los habitantes de El Gurna, en la ribera occidental de Luxor, el Gobierno logró convencer a los aldeanos de que abandonaran sus centenarias casas de adobe, construidas ilegalmente sobre tumbas del Antiguo Egipto.
El ministro egipcio de Cultura, Faruk Hosni, ordenó en diciembre pasado la demolición de cerca de 1.000 viviendas para preservar y recuperar el patrimonio arqueológico, pues debajo de esas históricas casas se encuentran enterrados incalculables tesoros de época faraónica.
Y así se sacrificará un pueblo con 200 años de historia para salvar a la necrópolis tebana de su avanzada devastación, pues, como dice el arqueólogo español Miguel López: "En un país en el que la historia se mide en milenios, el que el pueblo contara con menos de dos siglos de vida no les ayudó a los aldeanos".
Aún así, se van a conservar quince casas, las que están en mejor estado, porque "forman parte de la memoria histórica de Egipto", ha declarado el alcalde de Luxor, Samir Farag.
Más de 3.200 familias están siendo reubicadas en otra aldea que el Gobierno ha hecho expresamente para ellas, situada en una zona desértica, a 5 km del afamado Valle de los Reyes.
¿Dónde van a meternos a todos?
El
proyecto del nuevo Gurna 'Al-Taref' ha costado 30 millones de dólares.
En total, se han construido 148 casas de 70 metros cuadrados. Y aunque
las casas sean gratuitas y estén equipadas con tres habitaciones,
cocina y baño, y provistas de luz y agua corriente, los descendientes
de los ladrones de tumbas han aceptado a regañadientes la solución.
"No nos moverán de nuestra casa hasta cuando venga una grúa a demolerla -sentenció Nadia, una gurnáui de 31 años, que vive en una las nuevas viviendas-. Esta casa la construyó el abuelo de mi esposo, y en ella vivimos mis cinco hijos y yo, y también mi cuñada Fatma con sus cuatro hijos. Dónde van a meternos a todos en una casa tan pequeña".
Las dos mujeres se han quedado viudas y lo único que tienen para vivir es el dinero que recaudan vendiendo a los turistas muñecas de trapo que hacen ellas mismas.
"Somos muy pobres, no tenemos dinero", dice Nadia, mientras toma en su regazo al pequeño Said, de nueve meses.
"Aquí podemos vivir gratis sin pagar luz ni agua", añade su cuñada Fatma, enseñando un largo cable que proviene de un poste eléctrico del que roban la luz.
Otros están contentos
Nadia
y Fatma consiguen un dinero extra enseñando a los turistas curiosos la
cripta oculta bajo el suelo sin pavimentar de la casa.
Nadia arrastra con la mano un montón de piedras que tapan la entrada y descendemos a la oscura cueva. Solo entramos a la primera estancia abovedada. Allí hay una alacena excavada en la roca y vasijas de barro de poco valor arqueológico, pues no tiene inscripciones. "¡Una pena!", lamenta Nadia, quien no pierde la esperanza de que en la sepultura se encuentren aún los tesoros fúnebres de algún miembro de la realeza.
No todo son quejas. En una de las casas del nuevo Gurna viven Basam, de 38 años, su esposa Warda, de 27, y su hijo Karim de 5 años. Warda está feliz por poder cocinar con agua corriente. "Estamos muy contentos", cuenta, y reconoce que siente nostalgia por su antigua casa.
ETHEL BONET
PARA EL TIEMPO
DESDE EL CAIRO
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