Por
Inés Benítez
GUATEMALA, oct (IPS) - Los guatemaltecos cuentan
desde esta semana con una réplica exacta del
Códice de Dresde, uno de los tres manuscritos
mayas precolombinos existentes que fue donado por
la Biblioteca Real de Sajonia, en Alemania, donde está el original desde 1739.
El Códice de Dresde fue elaborado entre 1200
y 1250 después de Cristo por ocho escribanos y
contiene tablas astronómicas, predicciones de
tiempo y agricultura, así como textos sobre
enfermedades, constelaciones y planetas.
Probablemente fue enviado desde América por
el conquistador español Hernán Cortés como un
tributo al rey Carlos I de España, que también
era emperador del Sacro Imperio Romano Germánico
como Carlos V, para quedar finalmente depositado en la ciudad alemana de Desde.
"Estamos muy agradecidos. Es una pieza que
reforzará el trabajo y avance científicos", dijo
a IPS el vicecanciller de Guatemala, Luís
Fernando Andrade, quien trajo la réplica el 18 de
septiembre tras recibirla de manos del director
de la Biblioteca Real de Sajonia, Thomas Bürger.
Andrade tuvo la oportunidad de ver en Dresde
el códice original y destaca la exactitud de la
copia, que fue realizada en 1970 en la ciudad
austriaca de Graz. Mide 3,56 metros de largo y
consta de 39 láminas escritas por ambos lados.
En el Códice de Dresde, con dobleces de tipo
acordeón, los jeroglifos se trazan en color rojo,
negro y azul sobre papel de amate, un árbol de la
familia de las moráceas que abunda en las regiones cálidas de México.
"Lo recibimos (la copia) con emoción, alegría
y compromiso, para que las futuras generaciones
puedan estudiarlo y aprender lo que son nuestras
raíces", afirmó el vicepresidente de Guatemala,
Eduardo Stein, en el acto de entrega de la
réplica realizado el 22 de este mes y al que
asistieron el príncipe Alexander de Sajonia,
Bürger y arqueólogos nacionales e internacionales.
Stein valoró el Códice de Dresde, considerado
el más elaborado y completo de los existentes,
como "una de las escasísimas muestras de lo que
en su momento fue una muy variada y rica
colección de tesoros de la cultura maya".
Los otros dos códices mayas prehispánicos que
se salvaron de la destrucción tras la
colonización son el de París y el de Madrid,
llamados así porque se encuentran en la
Biblioteca Nacional de Francia y en el Museo de América de la capital española.
Estas largas tiras de amate en forma de
biombo son una fuente importante de estudio de
los mayas. Había miles de códices, según cuentan
las narraciones de misioneros y frailes
españoles, que los quemaron por sus supuestos contenidos demoníacos.
El príncipe Alexander destacó la importancia
de la entrega a Guatemala de la réplica del
códice, y recordó que fue adquirido en 1739 en
Viena por uno de sus ancestros para la Biblioteca Real de Sajonia.
Alexander, quien vivió varios años en México,
deseó a los guatemaltecos que "con este códice
vuelvan a encontrar el camino histórico del
pueblo maya" y consideró que "América Latina tiene mucho que dar al mundo".
Durante la Segunda Guerra Mundial, Dresde fue
bombardeada y su biblioteca sufrió graves daños.
Doce páginas del códice resultaran afectadas y
los jeroglifos de la esquina superior izquierda
de las páginas se borraron por completo.
Los tres códices mayas auténticos conocidos,
que solían preservarse en piel de jaguar por su
carácter de libros sagrados, provienen de la
península de Yucatán, en México, según explicó en
una conferencia Nikolai Grube, director del
Instituto de Antropología Americana de Bonn.
En los dibujos trazados en el Códice de
Dresde aparecen tanto dioses mayas como aztecas,
prueba de los contactos espirituales y comerciales entre las dos tradiciones.
Para la indígena maya Rigoberta Menchú,
ganadora del premio Nobel de la Paz en 1992,
"este sagrado códice va a ser una energía para
los mayas que hay vivos en la Mesoamérica plural,
multicultural y multiétnica", expresó al
participar en la actividad de entrega oficial de la pieza.
"Nuestros abuelos y abuelas están aquí
presentes", manifestó Menchú, y agregó que el
equilibrio entre lo material y lo espiritual es
una necesidad en nuestras comunidades y en todo el mundo".
El desciframiento de la escritura maya está
todavía en proceso, aunque los lingüistas han
trabajado un vocabulario de las sílabas, así como
una parte significativa de los símbolos o logogramas.
El Códice de Dresde contiene un almanaque
ceremonial para los diferentes dioses, tablas de
eclipses de sol y la luna, otras para calcular
los movimientos de los planetas Venus y Marte,
así como ceremonias para el inicio del año y una
profecía de un "k'atun", es decir un periodo de 20 años en el calendario maya.
Según Grube, las páginas más bonitas del
Códice de Dresde y las únicas policromadas son
las seis dedicadas a la tabla de Venus, el astro
de mayor interés para los mayas, "la estrella
roja" asociada a la guerra y a los malos augurios.
"La pintura es muy fina y con atención al
detalle. El escribano trabajó con un pincel de un
sólo hilo para poder realizar líneas muy delgadas", destacó.
En el Códice de Dresde, los mayas tenían un
calendario que exhibía el ciclo completo de
Venus. Contaron cinco sistemas de 584 días, 2.920
días en total u ocho años solares
aproximadamente, y cada cinco repeticiones de Venus completaban un ciclo.
"Los mayas conocían el ciclo de Venus y eran
excelentes astrónomos", manifestó Grube. Las
tablas astronómicas servían a los sacerdotes
mayas para hacer predicciones y conocer la
influencia de los cuerpos celestes sobre la humanidad.
En la tabla de Venus, los escribanos pintaron
una veintena de dioses venusianos -de la Muerte,
del Maíz, de la Luna- que son reconocibles
también en pinturas de la época sobre cerámicas y
piedra, y una serie de deidades mexicanas. Cada
uno de ellos estaba asociado con una posición del astro.
El vicecanciller expresó su deseo de elaborar
un libro didáctico, dirigido a estudiantes y
aficionados a la historia de este país
centroamericano, que recoja explicaciones sobre
el Códice de Dresde, que desde esta semana está
expuesto en el Museo de Arqueología de Guatemala.
La primera publicación del códice fue
realizada por Edgard King, vizconde de
Kingsborough, en "Antiquities of México" (Londres
1830-1848), pero fue el turco Constantine
Rafinesque quien lo identificó como un códice
maya, contribuyendo al estudio y desciframiento de su jeroglifos.
Ernst Förstermann, bibliotecario de la Real
Biblioteca de Dresde, reprodujo en su totalidad
el códice en 1880 y 1892, pero la edición más
importante fue la publicada en Guatemala en 1933
por los hermanos Antonio y Carlos Villacorta, en
la que aparecían los tres códices mayas en edición facsimilar.
La delegación de Dresde, encabezada por el
príncipe Alexander, visitó el día 24 Tikal, la
más grande de las antiguas ciudades mayas del
periodo clásico, situada en Petén, en el norte del país.
(FIN/2007)
http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=86362