ITALIA - El metro más arqueológico
- Piazza Venezia, en obras.
- ROSSEND Domenec
Perforan
el corazón de Roma y la ciudad restituye su memoria: buscan un trazado
para una línea de metro que recorra el corazón del centro histórico de
la ciudad. "Investigaciones arqueológicas", rezan las vallas que
salpican la Chiesa Nuova, Sant Andrea, la Piazza Venezia. Se llamará el
"metro arqueológico" (www.archeorom.arti.beniculturali.it). Cierran un
perímetro, hacen un agujero cuadrado de cuatro o cinco metros por cada
lado y empiezan a escarbar. Bajan despacio, quitando las piedras una a
una, analizándolas y, poco a poco, se abren otros mundos.
Es como un lento descenso hacia el pasado: se hallan las ruinas de los edificios que destruyeron los piamonteses cuando abrieron las grandes arterias actuales, los restos de los palacetes neoclásicos del XVII y el XVIII, cuando Napoleón tenía al Papa cogido por el cogote, las ruinas de los palacios barrocos, los detritos del Renacimiento de Miguel Ángel, y así, en una lenta marcha hacia las profundidades, un viaje por el túnel del tiempo, hasta llegar a la Roma imperial. No está muy abajo: en solo ocho metros se recorren 20 siglos.
El metro circulará a 30 metros de profundidad, donde no existe un pasado, pero las escaleras y estaciones tienen que salir a la superficie.
Es como un lento descenso hacia el pasado: se hallan las ruinas de los edificios que destruyeron los piamonteses cuando abrieron las grandes arterias actuales, los restos de los palacetes neoclásicos del XVII y el XVIII, cuando Napoleón tenía al Papa cogido por el cogote, las ruinas de los palacios barrocos, los detritos del Renacimiento de Miguel Ángel, y así, en una lenta marcha hacia las profundidades, un viaje por el túnel del tiempo, hasta llegar a la Roma imperial. No está muy abajo: en solo ocho metros se recorren 20 siglos.
El metro circulará a 30 metros de profundidad, donde no existe un pasado, pero las escaleras y estaciones tienen que salir a la superficie.
En la Chiesa Nuova, ha aparecido una domus de la época imperial. Otra ha asomado la cabeza en una esquina de Piazza Venezia, ubicada debajo de un taller para la producción de vidrio del siglo XV, situado a su vez debajo de los fundamentos de un edificio noble del siglo XVIII.
Cada metro de profundidad o de amplitud revela un mundo de numerosas riquezas arqueológicas y de quebraderos de cabeza para los administradores de la ciudad, que deberán decidir qué se conserva y qué se destruye. Una decisión cultural, histórica y, al final, política sobre cuánta memoria del pasado admiten las exigencias del presente. Un metro por el centro de Roma requiere una parada en Piazza Venezia, pero la casa de un Imperio que terminó 12 siglos atrás impide que la estación se construya donde estaría mejor y donde se había planificado. "Sin la estación Piazza Venezia no hay metro", dicen. Los indisciplinados romanos lo soportan casi todo. Calles y plazas estranguladas por vallas y andamios complican la circulación, los aparcamientos y el día a día. El bar ha tenido que retirar su terraza, la parada del bus ha sido trasladada, el quiosco ha desaparecido, los taxis están en otro lugar.
El centro de Roma anda revuelto en todos los sentidos. Luego, cuando los usuarios viajen en el metro arqueológico, encontrarán vitrinas en las estaciones e incluso un museo en el Coliseo, donde podrán ver lo que Roma restituyó.
Durante la reciente construcción del admirado metro de Atenas se recuperaron 35.000 piezas del pasado, pero los constructores se cargaron definitivamente un liceo donde enseñó Aristóteles, en el siglo IV antes de Cristo. Los griegos no saben muy bien qué hacer con sus orígenes. En Roma, arqueólogos, historiadores y geólogos escarban bajo tierra, como parteras de un presente que no suprima la memoria. "Tal vez un día sea dulce recordar todo esto", escribió Virgilio.
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CAS&idnoticia_PK=407391&idseccio_PK=1007&h=