Egipto recuperará el templo funerario del faraón Amenofis III - 12.03.08
Egipto es un gran parque temático basado en la cultura, el esplendor y los enigmas que aún hoy -en algunos casos más de 3.500 años después- están pendientes de desvelar. En el ir y venir de autobuses, excursiones, minúsculas caravanas de vagones tirados por pequeñas cabezas tractoras de marca japonesa -la imagen del nuevo imperio en la cuna de la civilización- se pierden enclaves únicos que están llamados a ser un referente para el turismo de masas de los que aún no han nacido. Los batallones de turistas cargados de cámaras digitales y vídeos pasan camino de Tebas hacia una cita inexcusable para todo el que llega a Egipto: la visita al valle de los Reyes, al valle de las Reinas y a los templos de Karnak y Hatshepsut. En su viaje son pocos, aunque los hay, los que pierden su tiempo en contemplar uno de los lugares más injustamente olvidados del patrimonio egipcio: Medinat Habu, o lo que es lo mismo, los denominados colosos de Memnón.
En este erial donde quema la tierra y el polvo se adueña de todo lo que se mueve, se desarrolla uno de los proyectos más interesantes de Egipto y en él trabaja un arqueólogo que reparte su pasión entre la tierra de los faraones y los castros de Galicia: Miguel Ángel López Marcos. Este arqueólogo pasa ocho meses en Egipto -«aquí las campañas llegan hasta abril, ya que en los cuatro meses siguientes no se puede trabajar por las altas temperaturas»- y tres excavando en el castro de San Cibrao de Las, en los concellos ourensanos de San Amaro y Punxin, donde la Xunta trabaja en lo que será el Parque Castrexo de Galicia.
Iniciativa alemana
Miguel Ángel López Marcos llegó al país egipcio en el año 2000: «Me llamaron del Museo Arqueológico Nacional, primero estuve en el Egipto Medio y finalmente acabé en esta misión alemana. Las campañas se financian mediante una fundación y aportaciones privadas, y nuestro objetivo es recuperar y levantar el antiguo templo». Un cometido cuya dimensión solo se alcanza a comprender entre el aluvión de referencias del lugar donde se realiza la excavación.
Los colosos de Memnón son en realidad las dos estatuas sedentes que representan a Amenofis III, ya que estas impresionantes esculturas de 18 metros de altura realizadas en arenisca guardaban originalmente el templo mortuorio de Amenofis III (1504 -1450 a. de C.). El templo «tiene una antigüedad de unos 3.500 años y es más grande que el de Luxor, son 800 metros de largo. Es, probablemente, el más grande del Antiguo Egipto, aunque en la actualidad solo tenemos de referencia a los colosos. Además de las figuras que hoy se pueden contemplar hay otros cuatro colosos; uno de ellos lo vamos a levantar este año. Los más grandes, los que están en pie y ahora se están restaurando, miden 18 metros; los del segundo período, 14, y los del tercer período tienen diez metros de alto. Y eso se completa con otras 20 figuras, aquí los llamamos cariñosamente colositos, de entre 7,5 y ocho metros de alto». Y López desgrana datos a un ritmo de vértigo, con la ilusión en la mente y el brillo en los ojos, ante un páramo donde se puede contemplar a un grupo de egipcios excavando la tierra, un pequeño campamento para los trabajadores y para guardar las piezas y un grupo de palmeras a lo lejos -«justo hasta allí llega el templo»-.
«No lo veremos»
El templo mortuorio de Amenofis III fue derribado por un terremoto en el año 27 a. de C. «y después expoliado por otro faraón para construir su propio templo a escasos metros de aquí. Las crecidas del Nilo, que sepultaron los restos en sucesivas capas de limo, hicieron el resto». López Marcos reconoce que los hallazgos son constantes «aunque no determinantes o de primer nivel en este momento». El arqueólogo insiste en que cuando el templo esté restaurado «será de los más importantes de Egipto» y su previsión pasa por seguir excavando en Medinat Habu, aun sabiendo que el tiempo en Egipto tiene otro sentido: «¿Cuándo finalizará la reconstrucción? Se tardará varias generaciones; ni tú ni yo lo veremos acabado».