VENEZUELA - Dioses de terracota llegan del mar
CARACAS,
mar (IPS) - Los paradisíacos islotes coralinos poblados de langostas y
con arenas blanquísimas y aguas transparentes de tonos azulados y verde
que deleitan a los turistas en Los Roques, en medio del Caribe 160
kilómetros al norte de Caracas, han guardado otro tesoro desde hace
seis, ocho o nueve siglos.
Las figuras han sido halladas y estudiadas durante 25 años por un matrimonio de arqueólogos de origen polaco, Magdalena y Andrzej Antczak, investigadores del Instituto de Estudios Regionales de la caraqueña Universidad Simón Bolívar.
"No se trata de una cultura o asentamiento propio de Los Roques o de las otras pequeñas islas del Caribe sur", advirtieron de entrada a IPS los Antczak. En Los Roques no hay arcilla o roca como para su manufactura, ni fuentes permanentes de agua dulce.
En cambio, por sus materiales, aspecto y disposición junto a restos humanos y animales encontrados, se estableció que las figurinas son de las mismas culturas que habitaron entre hace 1.000 y 600 años la cuenca del Lago de Valencia, 100 kilómetros al oeste de Caracas, y el litoral caribeño inmediatamente al noroeste de la actual capital venezolana.
Desde radas como la actual Ocumare, se hicieron a la mar, hace quizá un
milenio, los primeros y osados aborígenes, en sus canoas monóxilas a
remo, en busca de alimento como peces, tortugas, mariscos y, sobre
todo, moluscos como el caracol Strombus gigas, todavía conocido en
Venezuela con una voz lingüística caribe, botuto.
"De la cultura ocumaroide son las figurinas más viejas,
pequeñas y rústicas que encontramos en Dos Mosquises", el islote más al
sudoeste de Los Roques y suerte de embarcadero para los aventureros
indígenas, señaló Andrzej Antczak. "Luego llegan los valencioides, que
organizan la explotación a gran escala de los recursos", agregó.
Desde las cimas más altas de la cordillera de la Costa, en el
norte de Venezuela, algunos días del año después de lluvia, con sol
radiante y cielo despejado es posible ver los islotes de Los Roques.
"Pudieron ser para los indígenas una referencia mágica a la vez que
objetivo a conquistar en su búsqueda de proteínas", observó Magdalena
Antczak.
En esa noción se inspiraron los autores para nombrar el libro
de 600 páginas que recoge sus 25 años de trabajos y acaba de editar el
banco local Banesco titulado "Los ídolos de las islas prometidas", amén
de que lo han sido como proyecto de vida para los Antczak.
El término "ídolo" no aparece en la investigación, pero fue
rescatado porque así llaman a los centenares de figuras halladas, y de
cuya existencia dieron noticia a los Antczak en 1982 los pescadores que
laboran en la zona.
Lo que sí es indudable, explicó Magdalena Antczak, es que
parte del tesoro de barro hallado se empleaba para rituales religiosos
y permite comprobar que fue un aporte sobre todo de la cultura
valencioide, de técnicas superiores a la ocumaroide.
"¿Cómo era la relación entre esos pueblos? ¿De servidumbre?
No sabemos. Pero muy probablemente era una sociedad, con los
ocumaroides aportando su dominio del mar y conocimiento de pesquería, y
los valencioides la logística, el "mercado" para los millones de
botutos colectados y todo su acervo mágico-religioso", estimó Magdalena
Antczak.
Estudios sobre la cultura valencioide la muestra como una de
las más dinámicas en el mundo prehispánico del norte de América del
Sur, con intercambios que llegaban desde el pueblo tairona en la Sierra
Nevada de Santa Marta (Colombia) hasta el oriente de Venezuela, frente
de la cadena de las Antillas menores.
Elementos propios del mundo mágico de los taínos, de las
Antillas mayores Borinquen (Puerto Rico) y Quisqueya (Haití y República
Dominicana) se han encontrado en la cuenca del lago de Valencia.
"No es dable pensar que archipiélagos como Los Roques y otros
del mar Caribe venezolano fuesen punto de encuentro entre navegantes
prehispánicos de Puerto Rico y tierra firme, sino que a través de la
cadena de antillas se produjeron intercambios entre grupos indígenas
que llegaron a comunicarse con solvencia", sostuvo Andrzej Antczak.
Para proponer sus conclusiones, la investigación de los
Antczak "se apartó de la arqueología de escritorio, de la sola teoría;
partió de los datos, diseñó luego el marco teórico y regresó a los
datos, tratando de entrar en las mentes de quienes hace casi 1.000 años
esculpieron estas figurinas", según relataron.
Casi todo su proyecto fue un trabajo voluntario, con apoyo de
entidades privadas como la Fundación Científica Los Roques. "Nunca
sabremos cuánto dinero costaría, pero si hubiésemos presupuestado esta
investigación en 1982 hablaríamos, en dólares, de una suma
multimillonaria", comentó Andrzej Antczak.
Su aspiración es que el libro "Los ídolos de las islas
prometidas" estimule el surgimiento de trabajos en microrregiones,
confrontando los vestigios arqueológicos de Venezuela con los métodos
propios del presente, "para que esta sociedad allane sus lagunas, se
conozca mejor. Por eso lanzamos la consigna de Orgullo por el Pasado",
concluyeron.(FIN/2007)