JERUSALEN - Científicos israelíes habrían hallado en Jerusalén tumba con restos de Jesús, su familia y María Magdalena
Por: Rigoberto Aranda |
Foto: Discovery Channel |
De acuerdo con científicos israelíes, basados en análisis de ADN y
datación por carbono, una tumba de dos mil años de antigüedad
encontrada en 1980, contiene diez osarios de lo que parece ser la
familia de Jesús.
Los hallazgos sugieren que Jesús y María Magdalena habrían tenido un
hijo, de nombre Judah, cuyos restos también fueron localizados.
De acuerdo con los historiadores, la tumba, excavada en una roca en
Talpiot, un suburbio de Jerusalén, contenía osarios —cajas selladas con
restos óseos, con el nombre del difunto grabado en la tapa—, cinco de
los cuales tienen inscripciones que los relacionan con la sagrada
familia descrita en el Nuevo Testamento: Jesús, María, Mateo, José y
María Magdalena, y una sexta, que dice “Judah, hijo de Jesús”.
De acuerdo con Discovery Channel, que presentará en exclusiva toda la
investigación en un documental realizado por James Cameron, “este
descubrimiento abre un potencialmente significativo capítulo en la
historia de la arqueología bíblica”.
Fechada entre el año 30 a. de C y el 70 posterior a, esta tumba fue descubierta el 28 de marzo de 1980 por trabajadores de la construcción, y los osarios fueron resguardados y estudiados por la Autoridad de Antigüedades de Israel, la agencia oficial del Estado para los hallazgos arqueológicos.
Documentos. De acuerdo con Discovery, al menos cuatro de los más importantes epigrafistas han corroborado que las inscripciones de los osarios corresponden al llamado Periodo Herodiano (por Herodes, rey de Israel entre 1 a. de C y 1 d de C).
Frank Moore, profesor emérito del departamento de Lenguas y Civilizaciones del Oriente Medio en la Universidad de Harvard, “el arameo en el que están escritos estaba en uso en esa época”.
Jodi Magness, jefa adjunta del departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de North Caroline, aseguró que “los datos corresponden a los de un Jesús histórico, tal como se desprende de lo descrito incluso en la Biblia”.
Además de la inscripción “Judah, hijo de Jesús”, otra caja dice “Jesús, hijo de José”, y otra “María”, versión latina de Miriam”. Matia, la palabra aramea que designa a Mateo, y una escrita en griego, que dice Mariamne e Mara, que de acuerdo con Francois Bovon, profesor de Historia de las Religiones de Harvard, es como en esos tiempos se identificaba literalmente a “María, la cercana al Maestro”, es decir, la María Magdalena histórica, quien encontró vacía la tumba de Jesús en uno de los Evangelios.
En uno de los libros apócrifos, no incluidos en la Biblia y llamado “Actos de Felipe”, escrito en griego en el siglo 14, se menciona a Mariamne, hermana de Felipe, en un significativo enunciado que dice: “eran los apóstoles y Mariamne, esta última quien inspiraba fortaleza al grupo, y quien después tuvo su propio núcleo de seguidores, llamados Mariamnistas, quienes perduraron hasta bien entrado el siglo 3”.
¿ADN sagrado? Los estudios de ADN fueron realizados por el laboratorio más importante de estudios paleogenéticos del mundo, que pertenece a la Universidad Lakehead de Notario, Canadá.
Carney Matheson, experto de esta Universidad, examinó los restos encontrados en las cajas marcadas con los nombres de Jesús y María Magdalena, y determinó que no tenían ninguna relación de parentesco.
Los expertos no han encontraron material genético suficiente para establecer sin lugar a dudas que el ADN de la caja correspondiente a Judah sea de un hijo del Jesús histórico, “pero las muestras son consistentes”.
Estadística. Un argumento posible contra la historia que cuenta la Tumba de Talpiot es que los nombres es esta familia son una coincidencia.
Andrey Feuerverger, profesor de estadística y matemáticas de la Universidad de Toronto, calculó las posibilidades de que las coincidencias entre los miembros de una familia pudieran repetirse en esta época y las cruzó con todas las inscripciones en tumbas encontradas en el siglo 1 en Jerusalén.
Para “Jesús hijo de José” encontró una frecuencia de uno en 190 veces, mientras que para Mariamne, una en cada 160.
De forma conservadora, él dividió los números resultantes por 25 por ciento, un stándard estadístico, y luego entre 1000, como un estimado que considerara todas las tumbas existentes –y las no descubiertas—, y los resultados son apabullantes:
La tasa de probabilidad de las coincidencias de nombre es al menos 600 a 1, o de otra manera, la conclusión es afirmativa 599 veces en 600.