[Sueños
]
15 Abril, 2007 13:39
¿Veían cómo algunos sueños podían convertirse en realidad? Uno de sus sueños era llegar a ser estrella de Hollywood, y, ahora, allí estaba ella, a punto de rodar una escena nada menos que con Brad Pitt. El guión era sencillo: ella, en medio del salón, rodeada de gente; de súbito, aparecía Brad Pitt, quien se fijaba en ella y le hacía un gesto para que subiera a una de las habitaciones de la primera planta. Más que a un gesto, ella obedecía como telepáticamente a la mirada de Brad Pitt, pues había que ser muy tonta para no saber por la mirada lo que Brad Pitt quería de una chica, ¿verdad?, había dicho, entre risas, el director. Una vez en la habitación, ella y Brad Pitt protagonizarían una de las escenas más tórridas del cine, un encuentro de amor apasionado que haría suspirar a millones de mujeres en todo el mundo. Porque el cine se había inventado para eso, para hacer soñar. Sólo que había muy pocas personas que pudieran cumplir sus sueños, y una de esas personas era ella, que estaba a punto de rodar ese episodio con Brad Pitt. La escena, que se rodaba en forma de plano-secuencia, es decir, sin interrupciones, había transcurrido de maravilla, hasta cuando Brad Pitt llamó a la puerta de su habitación. Entonces ocurrió algo que no estaba previsto: en el momento en que ella abría, comenzó a oírse un ruido extraño procedente de la habitación de al lado, una especie de estertor que los desconcertó a los dos. “Espera un momento”, le dijo Brad Pitt, “parece que alguien necesita ayuda”. Aquello no figuraba en el guión y ella, pensando que era una ocurrencia del director, salió del cuarto y se unió al galán, que se puso a escuchar a través de la puerta vecina. El ruido era como el de alguien que tuviera grandes dificultades para respirar. Ambos lo entendieron así, y Brad Pitt empujó la puerta y entró en el cuarto. Sobre la cama había dos cuerpos: uno de ellos, el que más abultaba, parecía inmóvil. El otro, se retorcía como víctima de un ataque interno. A ella, la contemplación de esos dos cuerpos la aterrorizó. “¡No te acerques!”, gritó. Sin embargo, Brad Pitt fue directamente a la cama y comenzó a tocar a la persona que se retorcía —una mujer—. “¡No la toques!”, volvió a gritar ella, desesperada. Pero, Brad Pitt, sin hacerle caso, movió a la mujer del hombro y le dijo: “Señora, despierte: su marido respira muy mal.” Entonces, Brad Pitt se desvaneció y ella despertó, sudorosa. Y lo único real de aquel sueño seguían siendo los ronquidos de su marido, que seguía durmiendo, ajeno a sus sueños. ¿Tenía o no tenía razón en odiarlo? A Brad Pitt, se entiende.





