[Niños
]
13 Enero, 2008 10:47
Para convertirse en superhéroe, aquel niño necesitó varias semanas de preparación y cuatro días de actuaciones intensas. Al principio, el problema era el traje. Como todavía no era superhéroe, tuvo que pedir prestado un conjunto del que finalmente sólo le servían los pantalones, aunque estos le sentaban muy holgados. La parte de arriba hubo que comprarla, y, como él todavía no era superhéroe y además estaba en etapa de crecimiento, sus padres se decidieron por un anorak que al final resultó igual de grande que el prestado, el que habían descartado por grande. Completaban la vestimenta unas botas impermeables de caña alta y suela gruesa, doblemente grandes, en previsión del desarrollo futuro del pie y de que deberían ser usadas con calcetines gruesos de lana, adecuados para fríos extremos. También llevaba unos guantes cuyo color no combinaba ni con los pantalones ni con el anorak, y unas gafas solares de marco verde y cristales amarillo chillón. Vestido así, el todavía no superhéroe no tenía aspecto de superhéroe, pero sí ya una pinta extraña, como la de un astronauta psicodélico al que hubieran achaparrado en una prensa de compactación. Esta fue la apariencia con la que afrontó su primera misión, que consistía en sobrevivir a una semana iniciática de esquí escolar en Candanchú. Sería fatigoso detallar los pormenores de la experiencia. Baste decir que, desde el primer día, el niño ya dio muestras de sus poderes. El principal de ellos fue el de la ubicuidad: testigos que lo vieron a la misma hora en sitios diferentes afirman que, a la hora de calzarse los esquís, el superhéroe comenzó a deslizarse de espaldas cuesta abajo y a agitar los brazos como si quisiera volar —lo cual a alguien le recordó a Batman—; otros, que observaban cómo bajaba a velocidad involuntariamente inadecuada, lo vieron desaparecer por la cubierta de un terraplén y aterrizar de cabeza cuatro metros más abajo —lo cual a alguien le recordó los vuelos de la Antorcha Humana—; otros consiguieron apartarse mientras algunos eran arrollados cuando él bajó como una exhalación y sólo se detuvo al chocar contra el muro de la cafetería —lo que a unos les recordaba a La Masa y a otros al Hombre Bala; y otros, en fin, pensaban en Spiderman al ver las posturas tan inverosímiles que adoptaba cada vez que se caía. A raíz de los numerosos comentarios, lo que tuvieron claro sus padres al ir a recogerlo tras la excursión era que habían mandado a Candanchú a un hijo y les había regresado un superhéroe. La única duda era: ¿Cuál de ellos?





