MEJICO - Estudian enigmáticos monolitos. 14.07.08
En una elevación denominada Las Águilas, en Cuautla y a unos mil 500
metros de altitud— sobresalen tres monolito. Foto: Especial
- Investigador precisa origen de sitio en Jalisco que quizá fue un observatorio prehispánico
Un investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) ha resuelto —en parte— el enigma que envuelve a rocas monumentales ubicadas en un sitio aqueológico en la sierra de Jalisco
MÉXICO.- Un investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH)
ha resuelto —en parte— el enigma que envuelve a rocas monumentales
ubicadas en un sitio aqueológico en la sierra de Jalisco, mismo que
habría servido como observatorio prehispánico.
En el lugar —enclavado en una elevación denominada Las Águilas, en Cuautla y a unos mil 500 metros de altitud— sobresalen tres monolitos, además de construcciones circulares y rocas supuestamente grabadas con glifos alrededor.
La tradición oral, documentada por el cronista Miguel Mora, refiere que durante los cambios estacionales la luz solar penetra por una hendidura que se forma entre las tres rocas —la mayor de las cuales alcanza cinco metros de alto— e ilumina una cuarta ubicada detrás de ellas.
Dicho fenómeno natural habría sido, entonces, un importante referente astronómico para los hipotéticos antiguos observadores. Las leyendas locales también consignan que la inusual formación rocosa habría servido a propósitos ceremoniales.
Sin embargo, una primera exploración de superficie realizada por el arqueólogo Otto Schöndube, del Museo Regional de Jalisco, arrojó conclusiones que descartan gran parte de esas creencias populares.
Tras efectuar un recorrido para hacer mediciones y tomar muestras de roca, el especialista del INAH determinó que pese a su llamativa disposición alineada, que parece obra humana, las rocas son formaciones geológicas de origen volcánico.
Sólo después de formarse —explica el especialista en entrevista— habrían captado la atención de antiguos pobladores indígenas: “Las aperturas entre las tres rocas pudieron servir como punto de alineación para observar la salida o puesta del Sol en momentos calendáricos importantes”.
¿Centro ceremonial?
Otra versión desmentida por Schöndube es que el lugar haya servido a propósitos ceremoniales, como veneración de dioses, pues las evidencias arqueológicas son escasas.
“No estoy tan seguro que a los indígenas les haya importado mucho, porque hay pocos restos de manufactura humana en los alrededores del cerro. Si hubiera sido un santuario muy importante, a la mejor encontraríamos más evidencias —de elementos constructivos, como tepalcates, cimentación—, pero yo veo restos muy pobres”, añade el especialista del INAH .
El arqueólogo identificó en el suelo círculos hechos al parecer artificialmente, pero enfatizó la necesidad de excavar mucho más para verificar los materiales de construcción, pues podría tratarse de una edificación de origen no prehispánico.
Tampoco pudo confirmar la existencia de petroglifos —grabados en las rocas—, que en Occidente se usaron para marcar sitios sagrados en el periodo comprendido entre el 700 al mil 200 d.C. y que se dice existen en los alrededores de Las Águilas.
Esta hipótesis está apoyada en textos de Joseph B. Mountjoy, de la Universidad de Carolina del Norte en Greensboro, quien ha encontrado evidencias arqueológicas en Nayarit y Jalisco de ritos de renovación ligados al cambio estacional desde la llegada de los primeros agricultores, hacia el año 1000 de nuestra era.
Con todo, reconoce que para despejar las incógnitas es preciso efectuar más estudios arqueológicos, geológicos y astronómicos en el sitio. Por ello, ya recomendó a las autoridades del municipio solicitar una investigación al Instituto de Geografía de la Universidad de Guadalajara.
Ahí, dijo, tendría que hacerse otro recorrido para ver los materiales de superficie, si hay restos de estructuras hechas por el hombre, además de estudios astronómicos precisos.
En el lugar —enclavado en una elevación denominada Las Águilas, en Cuautla y a unos mil 500 metros de altitud— sobresalen tres monolitos, además de construcciones circulares y rocas supuestamente grabadas con glifos alrededor.
La tradición oral, documentada por el cronista Miguel Mora, refiere que durante los cambios estacionales la luz solar penetra por una hendidura que se forma entre las tres rocas —la mayor de las cuales alcanza cinco metros de alto— e ilumina una cuarta ubicada detrás de ellas.
Dicho fenómeno natural habría sido, entonces, un importante referente astronómico para los hipotéticos antiguos observadores. Las leyendas locales también consignan que la inusual formación rocosa habría servido a propósitos ceremoniales.
Sin embargo, una primera exploración de superficie realizada por el arqueólogo Otto Schöndube, del Museo Regional de Jalisco, arrojó conclusiones que descartan gran parte de esas creencias populares.
Tras efectuar un recorrido para hacer mediciones y tomar muestras de roca, el especialista del INAH determinó que pese a su llamativa disposición alineada, que parece obra humana, las rocas son formaciones geológicas de origen volcánico.
Sólo después de formarse —explica el especialista en entrevista— habrían captado la atención de antiguos pobladores indígenas: “Las aperturas entre las tres rocas pudieron servir como punto de alineación para observar la salida o puesta del Sol en momentos calendáricos importantes”.
¿Centro ceremonial?
Otra versión desmentida por Schöndube es que el lugar haya servido a propósitos ceremoniales, como veneración de dioses, pues las evidencias arqueológicas son escasas.
“No estoy tan seguro que a los indígenas les haya importado mucho, porque hay pocos restos de manufactura humana en los alrededores del cerro. Si hubiera sido un santuario muy importante, a la mejor encontraríamos más evidencias —de elementos constructivos, como tepalcates, cimentación—, pero yo veo restos muy pobres”, añade el especialista del INAH .
El arqueólogo identificó en el suelo círculos hechos al parecer artificialmente, pero enfatizó la necesidad de excavar mucho más para verificar los materiales de construcción, pues podría tratarse de una edificación de origen no prehispánico.
Tampoco pudo confirmar la existencia de petroglifos —grabados en las rocas—, que en Occidente se usaron para marcar sitios sagrados en el periodo comprendido entre el 700 al mil 200 d.C. y que se dice existen en los alrededores de Las Águilas.
Esta hipótesis está apoyada en textos de Joseph B. Mountjoy, de la Universidad de Carolina del Norte en Greensboro, quien ha encontrado evidencias arqueológicas en Nayarit y Jalisco de ritos de renovación ligados al cambio estacional desde la llegada de los primeros agricultores, hacia el año 1000 de nuestra era.
Con todo, reconoce que para despejar las incógnitas es preciso efectuar más estudios arqueológicos, geológicos y astronómicos en el sitio. Por ello, ya recomendó a las autoridades del municipio solicitar una investigación al Instituto de Geografía de la Universidad de Guadalajara.
Ahí, dijo, tendría que hacerse otro recorrido para ver los materiales de superficie, si hay restos de estructuras hechas por el hombre, además de estudios astronómicos precisos.
http://www.informador.com.mx/entretenimiento/2008/22271
/6/estudian-enigmaticos-monolitos.htm