COLOMBIA - La arqueología trae de nuevo a la vida al pueblo Yumbo
Cementerio cultura Calima - http://www.yumbo.gov.co/cultura8.php
Edwin Alcarás. Redactor
Si
uno se detiene a pensar, hay algo que no deja de fascinar de la
arqueología: ¿cómo recrear toda una vida a partir de un par de
trastos apenas desenterrados y rescatados de las cuevas del tiempo?
Para
Hólguer Jara, arqueólogo del Fonsal, esa pregunta es la clave del
trabajo de toda una vida. Los últimos 20 años ha pasado entre los
restos de una vida que fue. Ha establecido un segundo hogar en un
caserío del nororiente de Pichincha llamado Tulipe.
Entre el
bosque subtropical y el rumor perenne de la corriente de un pequeño
río que cruza la comunidad, ha concebido las ideas sobre aquel pueblo
indígena cuya existencia sospechaba la arqueología (debía haber
existido un pueblo que comunicase a la Sierra con la Costa) sin
comprobarlo completamente, hasta ahora.
Al pie del río Tulipe,
acosado por la brisa del monte, Jara aclara las técnicas secretas de
su trabajo. Lo primero: “La arqueología ha tardado muchas décadas
para perfeccionar sus métodos de estudio y sus resultados tienen
calidad de certezas científicas”
Pero ¿cómo se hace?
¿cómo se puede saber, por ejemplo, que el pueblo Yumbo fue pacífico,
comerciante, muy inclinado a la espiritualidad y que fue, además, la
pieza clave para entender la comunicación entre los pueblos de la Costa
y de la Sierra?
El arqueólogo empieza mientras se
dirige a una explanada sobre la cual se abren cuatro grandes cavidades,
como piscinas con formas geométricas, realizadas con piedras de río.
La ‘biblia’ de la arqueología, dice el especialista, son las capas
geológicas.
Con esa información el arqueólogo tuvo, al menos, dos certezas: primera: sí hubo un pueblo en esa zona y, segunda, para enterarse qué mismo hizo ese pueblo necesitaría al menos unos 10 años .
Luego vino la clasificación de los objetos. El método en ese punto fue la comparación. Jara confrontó las piezas halladas con las ya muy estudiadas de la Costa y de la Sierra. Apreció su cocción, sus formas, los detalles de su acabado y concluyó que pertenecían al período Integración. Con eso ya tuvo argumentos para iniciar las excavaciones y extender un trabajo por toda la zon. Así sacó del olvido las piscinas entre las cuales camina mientras explica sus técnicas.
Entre esas construcciones de piedra hay unos acueductos que las interconectan. Y cuando se las desenterró se halló que sobre las piedras había una capa de ceniza. “Lo cual nos indicaba, desde luego, que las piscinas correspondían a la misma época de los asentamientos humanos que luego desapareció por las erupciones”.
Bueno, ya tenían varios elementos: la cerámica, las piscinas (sus formas, su material, su ubicación), algunas tolas que se descubrieron luego, varios petroglifos (piedras talladas con símbolos más o menos regulares). Y Jara se sentía como el niño que emprende la resolución de un rompecabezas. ¿Por dónde empezar?
Pues por todos lados. “La diferencia entre el arqueólogo y el huaquero está en la posibilidad de la interpretación de lo que halla. Esa interpretación se establece a través de los conocimientos que se acumulan como en toda ciencia”.
Geometría pluvial para ver estrellas
Justo al lado de la población de Tulipe,
a la orilla del río, hay cinco piscinas que tienen formas de
rectángulo, media luna y de un puma recostado. Hay una sexta que
está a unos 200 metros hacia el norte con forma redonda.
Jara
desplegó su intuición científica así: “Si sabemos que en todo pueblo el
sentido de la trascendencia es vital y que, según se ve en los
petroglifos, sentían una especie de obsesión por los círculos y las
espirales, podemos atrevernos a afirmar que las piscinas son símbolos
de una evolución espiritual de los Yumbos desde el descubrimiento del
cuadrado hacia la perfección del círculo”.
Esa evolución,
explica, además, que el pueblo Yumbo haya escogido esa zona como
hábitat, porque la comunión de ese pueblo con la naturaleza le hizo
establecer un sistema de observación de las estrellas (para lo cual
eran usadas las piscinas a modo de espejos celestes). Y también tiene
que ver con ese sentido de la unidad la forma de los caminos
encontrados en la zona, caminos que comunicaban a las más de 1 300
tolas que se han hallado a 1 000 kilómetros cuadrados alrededor de
Tulipe. Los canales profundos, en los que cabe una persona, se
extienden hacia la Sierra y la Costa, en trayectos de más de cinco
horas.
Y fueron, además, tales caminos los que permitieron
a Jara darse cuenta de la magnitud de su hallazgo. Esa fue la pieza
clave de su rompecabezas, la que le permitió completar la línea de la
historia y de la geografía clásicas del país, incompletas hasta él.
Comprobó
que los Yumbos comunicaron a los pueblos de la Sierra con los de la
Costa y, que su cultura, una de las más ricas simbólica y
espiritualmente, se alimentó por centurias de ambas influencias.
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