Un investigador español muestra que los egipcios edificaban sus
construcciones orientadas por distintos fenómenos celestes. Se regían
por los calendarios económico, religioso o político
Los rayos del sol entran en el santuario principal del templo de Karnak, druante el solsticio de invierno.- JUANA BELMONTE
DANIEL MEDIAVILLA - MADRID - 10/09/2009 08:00
La
idea comenzó a fraguarse hace miles de años. Algunos humanos
especialmente avispados observaron que los puntos brillantes que
adornaban el cielo cuando caía la noche tenían costumbres arraigadas.
Sus trayectos cambiaban con el paso de los días, pero volvían a
repetirse cada cierto tiempo. La intuición de este orden estelar se
afianzó y comenzó a relacionarse con los cambios del tiempo. Así, la
posición de las estrellas permitió predecir cuándo iba a pasar el invierno y sería posible empezar a sembrar, o cuándo llegaría la gran inundación que depositaría el limo y haría fructificar los campos. Nacieron los calendarios.
Algunos
investigadores han sugerido que los artistas rupestres que hace 15.000
años pintaron las cavernas de Lascaux, en Francia, plasmaron también la
constelación de Las Pléyades. Aquella sería la primera representación
astronómica de la historia, pero no es fácil demostrar que los puntos que aparecen en la Sala de los Toros de la cueva francesa sean una imagen de un grupo de estrellas.
La estrella Sirio anunciaba la crecida, esencial en la economía egipcia
La
influencia del cielo en la vida de los hombres ya no es una duda en el
antiguo Egipto, 10.000 años después de Lascaux. En un reciente artículo
publicado en Advances in Space Research, el investigador
español Juan Belmonte, del Instituto Astrofísico de Canarias, y el
egipcio Mosalam Shaltout, del Observatorio de El Cairo, muestran que
los templos egipcios se construían alineados con sucesos astronómicos
que servían como referencia para fijar los calendarios políticos,
económicos o religiosos. Hasta ahora, se asumía que la única referencia
que tomaban los arquitectos del reino africano era el río Nilo. Los
autores del estudio confirman que el curso fluvial es la referencia
principal, pero añaden pruebas sobre la influencia fundamental de las estrellas.
Solsticio y año nuevo
Un
ejemplo es el templo de Karnak, en Luxor. El día del solsticio de
invierno, el más breve del año, los rayos del sol atraviesan el eje
principal del edificio y entran en el santuario principal del templo.
Este alineamiento, que se produciría con mayor precisión que ahora hace
4.000 años, cuando fue construido el complejo sagrado, coincidía con la
celebración del año nuevo.
Hasta ahora, se creía que la única referencia era el río Nilo
El
templo de Karnak es un ejemplo del cuidado con el que los egipcios
elegían los emplazamientos y las orientaciones para sus lugares
sagrados. Fue construido en uno de los pocos lugares de Egipto donde la
línea del solsticio que conecta la salida del sol en invierno con la
puesta de sol en verano es, al mismo tiempo, perpendicular al Nilo.
Las
orientaciones buscando el solsticio eran habituales en el antiguo
Egipto y, según indican los autores en su artículo, podrían ser un
reflejo de la importancia del culto al Sol, que aún no se comprende del
todo. Desde el punto de vista práctico, el solsticio de verano habría
sido una fecha importante, al estar cercana a la llegada de la
inundación que todos los años provocaba el Nilo, esencial para la
economía del país. El especial significado religioso del solsticio
invernal parece no ser exclusiva de Egipto. Entre las culturas del
Mediterráneo, estaba muy extendida la idea de que el Sol nacía
precisamente ese día.
Otro de los cuerpos celestes que los
constructores del reino de los faraones no podían descuidar era Sopdet,
la estrella que nosotros conocemos como Sirio. La estrella más
brillante del firmamento fue, al menos a partir del Reino Medio, el
heraldo de la crecida del Nilo.
El cielo era una fuente de orden
para los habitantes de Egipto, pero eso no significa que necesitasen
unos conocimientos de astronomía excesivamente sofisticados. "Lo único
que necesitaban era una buena capacidad de observación del cielo,
conocimiento de la esfera celeste y un saber acumulado sobre los
movimientos de la Luna y, en particular, del Sol", explica Belmonte.
El faraón arquitecto
El
investigador del Instituto Astrofísico de Canarias lleva muchos años
viajando por todo el mundo para recoger evidencias sobre cómo influyó
el conocimiento del cosmos en las civilizaciones antiguas. La
arqueoastronomía, una disciplina científica relativamente joven, a medio camino entre la arqueología y la astronomía, es una forma más de hurgar en la psicología de las civilizaciones antiguas.
Hasta
la publicación de los trabajos de Copérnico o incluso Galileo, la
observación del cielo estuvo impregnada por una interpretación
religiosa y muchos yacimientos arqueológicos guardan pruebas de ello.
"Uno de los aspectos más interesantes de este trabajo en el antiguo
Egipto es que puedes cotejar lo que observas en las construcciones con lo que dejaron escrito en los jeroglíficos", afirma Belmonte.
Los
símbolos que ilustran las paredes de los templos ya sugerían que los
constructores de estos lugares sagrados tenían en cuenta el firmamento.
Estos jeroglíficos incluyen la representación de una ceremonia en la
que el faraón tiraba una cuerda para marcar el alineamiento con el que
el templo se debería construir. Sin embargo, las pruebas que
sustentasen este interés por la astronomía eran escasos. Ahora, tras el
estudio de Belmonte y Shaltout, se podría asumir que algún ciudadano
realizaría una ceremonia para marcar el alineamiento del futuro
edificio y es posible que, en el caso de los lugares más importantes
,quien lo hiciese fuese el faraón.
"Las antas muestran una clara orientación hacia la salida del Sol"
El
trabajo de Belmonte no se reduce a los templos de Egipto. Dejando a un
lado hipótesis sobre representaciones astronómicas en las pinturas de
Lascaux o las de la cueva cántabra de El Castillo, las pruebas más
antiguas de observaciones astronómicas están en los monumentos
megalíticos. "Las antas, unos dólmenes de siete piedras del sudeste de la Península, muestran una clara orientación hacia la salida del Sol", apunta Belmonte.
A
partir de ahí, durante siglos, las evidencias pueden encontrarse en
todo el mundo, desde los monumentos ciclópeos de las tumbas de Cerdeña
hasta las plataformas de los moai de la Isla de Pascua. Hasta ahora,
una época en que "la tecnología ha provocado un distanciamiento entre
el hombre y el cosmos", concluye Belmonte.
http://www.publico.es/ciencias/250426/egipto/edifico/templos/planos/estrellas