El Museo Arqueológico de Badajoz elige como pieza del mes el denominado 'Busto Romano de la Majona', del siglo III
Esta figura apareció en el interior del estanque situado en el atrio, espacio en el que los romanos acostumbraban recibir a los visitantes y exhibían retratos suyos y de familiares, herederos de las efigies de los antepasados e 'imagenes maiorum', según informó la Junta.
Es una producción realizada en mármol blanco procedente de la zona de Estremoz, encargada por algún personaje local como símbolo de su prestigio social. Los magistrados locales, los ricos terratenientes y nobles provincianos solían encargar en la ciudad esculturas para adornar sus villas privadas.
Los escultores romanos centraban su atención en la cabeza y el rostro del personaje, y a veces, representaban parte del busto, que en el caso de 'La Majona' abarca parte del torso.
El reverso está parcialmente hueco para aligerar el peso y en la base tiene un orificio circular mediante el que se acoplaba al pedestal, en el que solía colocarse la inscripción que permitía identificar al personaje retratado.
Apenas se intuyen restos de coloración, aspecto que conviene destacar pues estamos habituados a la falsa estética del blanco puro del mármol consecuencia de la pérdida de la policromía original.
No hay que olvidar que las esculturas griegas y romanas estaban pintadas de vivos colores, hecho documentado en aquellos ejemplares que conservan restos de color a menudo imperceptibles al ojo humano, que han sido sacados a la luz mediante el empleo de técnicas modernas.
Los rasgos anatómicos del retrato de 'La Majona', barbilla triangular, nariz recta y afilada, pupila e iris incisos, cabello, cejas, patillas, bigote y barba incisos y ralos, responden a la aspiración de realismo de los escultores romanos dispuestos a resaltar incluso los defectos.
El aire melancólico del rostro obedece, según la Junta de Extremadura, a la búsqueda de equilibrio entre el realismo físico y la necesidad de representar la personalidad y vida interior del retratado.
A través de la indumentaria y el peinado los personajes retratados contribuyen a reflejar la sociedad de su tiempo. Este personaje llevaba barba, que se pone de moda en los retratos tardíos de emperadores y personajes privados, y aparece vestido con la 'toga contabulata', indumentaria propia del alto status social del señor de la villa, que hace su aparición a mediados del siglo III d.C.
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