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Por Muriel Giménez
Cuando se dice que la herencia romana ha sido determinante en la
evolución de la cultura occidental es por muchas razones. Y no solo
porque incluye el origen de nuestra lengua, nuestro calendario y
nuestra forma de reflexionar sobre el mundo y la humanidad (por medio
de la ciencia, la filosofía y el arte), sino porque el latín nos dejó
un legado técnico y tecnológico sorprendente, con la construcción de
calzadas, alcantarillas, puertos, presas, acueductos y faros.
Ahora, la exposición "Artífice, ingeniería romana en Hispania" que
estos días, y hasta el 5 de febrero del 2007, se puede ver en el Museo
Arqueológico de Catalunya, pretende mostrar esta importante huella
tecnológica del mundo romano en nuestra cultura a raíz de la conquista
de la Península.
Así, con elaboradas maquetas y obras originales del fondo patrimonial
del museo, la muestra recorre todas las aportaciones de la ingeniería
civil romana en Hispania, y repasa las grandes construcciones y los
utensilios innovadores, que son un ejemplo de los increíbles avances de
esta civilización en la organización de las infraestructuras y en la
capacidad de proveerse del entorno.
Todo se muestra desde una perspectiva amplia y clara y para acercar la
ingeniería a todo tipo de público. Por este motivo, la exposición se
divide en cinco áreas temáticas diferentes: materiales y maquinaria,
las comunicaciones y el transporte, la ciudad y el equipamiento urbano,
la minería y la metalurgia, y las técnicas y artes industriales.
"Artífice", una versión catalana de la muestra presentada hace solo
unos meses en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid, que tuvo muy
buena acogida, incluye otras actividades,
como visitas comentadas los domingos, a las 12 y 13 horas, talleres
infantiles y conferencias y viajes organizados para visitar yacimientos
romanos.
Materiales y maquinaria
Los romanos ya utilizaban grúas, unas máquinas rudimentarias de
elevación y tracción esmeradamente descritas por Marco Vitruvi en su
tratado De architectura.
Parece difícil pensar que hace dos mil años, con una polea, una rueda y
la fuerza humana se elevaran vigas y bloques pesados de piedra, y que
se nivelaran perfectamente las construcciones con un chorobates, similar al utensilio que hoy día utilizan todos los arquitectos.
Pero a pesar de la espectacularidad de estos inventos en una época tan
remota, las verdaderas aportaciones de Roma a las técnicas de
construcción fueron los arcos y las bóvedas, el uso masivo del hormigón
de cal (ideal sobre todo en presas y pozos, ya que resistía la erosión
del agua) y la generalización del uso del mármol en la arquitectura
pública más ornamental.
El museo completa este primer ámbito con antiguos ladrillos romanos,
tejas, columnas y baldosas de mármol. Estas últimas se encontraron en
una casa de Baetulo, actual Badalona, donde también se descubrió otra
pieza interesante de la muestra, a pesar de la aparente sencillez del
hallazgo, que es un trozo de vidrio plano, una prueba irrefutable del
uso de ventanas de vidrio en las casas romanas.
Las comunicaciones y el transporte
Esta segunda parte de la muestra quiere explicar cómo el mundo romano
construyó una infraestructura de comunicaciones compleja para los
transportes terrestre y marítimo, que fue clave para la expansión
cultural y militar de esta civilización.
La exposición ofrece imágenes de estas construcciones, como las
calzadas, los puentes y los puertos (donde ya se construían diques
artificiales). Además, explica los procesos de construcción de barcos y
de la espectacular Torre de Hércules (A Corunya), uno de los faros
romanos más emblemáticos del Mediterráneo.
No obstante, la pieza estrella de este ámbito, aparte de la
reproducción de uno de los famosos vasos de Vicarello, es una sencilla,
pero muy bien conservada, inscripción sobre piedra que hace referencia
a Caius Coelius, uno de los magistrados fundadores de la colonia
Barcino (Barcelona), responsable del censo de los ciudadanos y de la
construcción de la muralla de la ciudad.
La ciudad y el equipamiento urbano
Quizás para muchas personas, este apartado es uno de los más
fascinantes porque demuestra cómo los romanos desarrollaron
espectacularmente el urbanismo, especialmente en la faceta relacionada
con el abastecimiento de bienes indispensables, como por ejemplo el
agua.
Pero no solo nos han dejado acueductos famosos, como el de los Ferreres
(Tarragona), con 30 kilómetros de extensión, o imponentes presas.
Elementos menos espectaculares como las cañerías, los grifos, los
pozos, los filtros para purificar el agua y el sistema de
alcantarillado demuestran el sofisticado ingenio romano para el
saneamiento urbano y la obsesión por la higiene publica.
Minería y metalurgia
Es probablemente en este ámbito donde se encuentra la pieza más
importante de toda la exposición, no por ser una muestra de avance
técnico, sino por su valor arqueológico. Se trata de un capazo de
minero de esparto y costillas de madera perfectamente conservado, a
pesar de su origen orgánico y los milenios transcurridos.
Capazos similares se han encontrado en diversas regiones de la
Península. Y es que la minería fue muy importante en Hispania, de
manera que el museo muestra también una reproducción del tornillo de
Arquímedes (para agujerear la roca), y algunos de los cincuenta
lingotes de plomo, procedentes de las explotaciones de la Península,
que se encontraron en un barco hundido entre Mallorca y Cabrera.
Técnicas y artes industriales
En este último apartado, "Artífex" nos acerca a los usos y las
costumbres diarias de los romanos, tal como nos revelan los materiales
para escribir, cocinar y confeccionar la ropa.
Así, la exposición se acaba con una muestra de cómo y dónde escribían
los romanos: sobre papiros, sistema heredado de las colonias egipcias,
pergamino y telas de cera. Además, se explica cómo elaboraban las
tintas y transformaban los productos agrícolas en materiales
manufacturados.
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