‘Homo capelladensis’
- Los trabajos pioneros de Amador Romaní en 1909, hace exactamente un siglo. Foto: IPHES
BARCELONA
Los
neandertales del Paleolítico medio emplearon un paraje del actual
municipio de Capellades, en la comarca del Anoia, como habitual
campamento de descanso. Allí, junto a un valle encajonado, se guarecían
de la lluvia, comían, encendían fuego, planificaban la ruta y dormían.
A veces pasaban varios días, aunque no era lo habitual. Los robustos
cazadores desaparecieron para siempre de la Cinglera del Capelló, que
es el nombre del paraje, pero las huellas dejadas por aquella
ocupación, que se prolongó durante 40.000 años, nunca se esfumaron por
completo.
En agosto de 1909, el industrial papelero y erudito local
Amador Romaní, arqueólogo autodidacto, informó de que allí, en la
Cinglera del Capelló, bajo toneladas de sedimentos, había descubierto
algo muy interesante. No iba errado. Romaní dejó plasmadas sus
impresiones en una pequeña joya editada por primera vez en 1995, el
cuaderno Atles de Prehistòria.
La fisonomía del valle ha
cambiado por completo al cumplirse un siglo del descubrimiento. Decenas
de paleontólogos han trabajado este verano en el yacimiento, bautizado
como Abric Romaní en honor a su descubridor, buscando herramientas de
piedra y madera, huesos de animales consumidos o cualquier otro resto
que ayude a conocer el pasado neandertal. En Capellades se han
conservado hasta trozos de madera carbonizada, restos inequívocos de
hogueras.
Tecnología puntera
En el yacimiento se
excava de forma más o menos ininterrumpida desde los tiempos de Amador
Romaní, pero el ritmo profesional de la actualidad comenzó hace dos
décadas. Ahora se trabaja con disciplina, moderna tecnología y rigor
científico, a la manera de Atapuerca, bajo la batuta de Eudald
Carbonell y otros investigadores del Institut Català de Paleoecología
Humana i Evolució Social (IPHES). Se filtra todo buscando pequeñas
lascas de sílex e incluso las falanges de los roedores.
La
aparición de incontables piezas vinculadas a la cultura neandertal ha
convertido el yacimiento en un referente internacional. Es difícil
encontrar en algún otro lugar una sucesión de estratos tan completa, 20
metros de profundidad, desde la época romana hasta 90.000 años de
antigüedad, y un área potencial de trabajo tan amplia. Este año, por
ejemplo, se han encontrado restos de una decena de nuevas hogueras, así
como valiosos huesos de ciervos, caballos y bóvidos, algunos con restos
de haber sido apurados con los dientes.
Los esfuerzos actuales se
concentran en unos 200 metros cuadrados, pero el yacimiento tiende a
crecer hacia el norte. ¿Cuántos años quedan por delante? «Muchos –comenta con seguridad Carbonell–. Esto es mucho más grande de lo que pensábamos. No vemos dónde acabará». Por ahora no han aparecido huesos humanos, es cierto, «pero quién entierra a los suyos al lado del hogar y el comedor», insiste el jefe de las excavaciones. Ello no le resta valor.
El yacimiento tiene muchas singularidades, pero posiblemente la
principal es la conservación de las numerosas piezas de madera y los
hogares de fuego, rarísimos en el registro fósil mundial. El milagro lo
obró la rápida sedimentación, la acumulación de tierra y rocas caídos
sobre los restos. El abrigó se colapsó definitivamente hace 35.000
años, prosigue Carbonell.
El futuro museo
El Abric
Romaní celebra su centenario con la inauguración en octubre de un
recorrido didáctico, explica Raül Bartrolí, técnico de patrimonio del
Ayuntamiento de Capellades. Aunque llega con un retraso evidente,
Bartrolí está convencido de que la espera habrá valido la pena: se
trata de un itinerario de 1,1 kilómetros que permitirá contemplar en
directo el estado de las excavaciones y estará acompañado de paneles
explicativos. Habrá también talleres que enseñarán a fabricar
herramientas de sílex y a tirar con un arco a la (supuesta) manera
neandertal. La visita durará hora y media. En los días 6 y 9 de octubre
se celebrará también un congreso internacional en Tarragona y
Capellades .
Más adelante, pero no antes de tres años, la visita
se complementará con un ambicioso museo, que será el primero de
Catalunya dedicado en exclusiva a los neandertales, así como un centro
de investigación, un jardín y un edificio de recepción-tienda. Todo
ello formará parte de una visita completa. «Estamos en conversaciones con Madrid porque es un proyecto que les interesa mucho», concluye Bartrolí. Pero, claro, se necesitan al menos seis millones de euros.
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