Aznar. Del diàlogo al caudillismo.

Publicat per llbalart | 23 Jun, 2007

    Aquest article és inèdit en castellà, idioma en el qual el vaig escriure a fi que es traduís al portugués. Es va publicar l'any 2004 al número 5 de la revista A Comuna, que editat la UDP (Uniâo Democrática Popular), un partit marxista que dóna suport al Bloco de Esquerda portugués.

    El perfil de un político de derechas.

    José María Aznar López (Madrid, 1953) ha sido presidente del gobierno español entre los años 1996 y 2004 al frente de los gobiernos formados por el Partido Popular en dos legislaturas sucesivas. Puso fin a los gobiernos del PSOE,  en el poder desde 1982, y bajo su dirección la derecha española recuperaba el gobierno. Nació en el seno de una acomodada familia. Se licenció en derecho y obtuvo una plaza de inspector de finanzas del Estado. En 1979 se afilió a Alianza Popular, un partido derechista fundado por antiguos ministros de la dictadura, liderados por Manuel Fraga Iribarne. La carrera política de Aznar ha se ha basado en un ascenso paulatino hacia puestos de mayor responsabilidad. En el seno del partido desempeñó el cargo de presidente provincial de Logroño (1979-1982), el de secretario General de Alianza Popular (1982-1987. Fue elegido vicepresidente de la reformada Alianza Popular, que cambió su nombre por el de Partido Popular (PP). El X Congreso Nacional le nombró presidente, a instancias del fundador del partido, Manuel Fraga Iribarne, que actuó como su mentor. Obtuvo su primera acta de diputado por la provincia de Ávila en 1982 y la renovó en 1986. En 1987 fue elegido presidente de la Junta de Gobierno de la comunidad autónoma de Castilla y León, que desempeñó hasta 1989. En el congreso del PP celebrado este año le nombró responsable de la campaña electoral y candidato a la presidencia del Gobierno español, cargo que obtuvo en las elecciones del año 1996, en que el PP se alzó con la victoria en las elecciones legislativas, al obtener 158 diputados, una mayoría simple. Aznar jamás ha denunciado el régimen del general Franco, en el que su abuelo y su padre jugaron papeles destacados. En 1978 se mostró contrario a la Constitución española que estableció el nuevo régimen democrático, y denunció a las nuevas autoridades municipales democráticas de Gernika, la población inmortalizada por Picasso en un cuadro que rememoraba su destrucción por la Luftwaffe de Hitler, por cambiar el nombre de la Plaza del Generalísimo Franco por el de Plaza de la Libertad. Sin embargo, su elección como presidente del PP coincidió con un giro en el partido, que abandonó su discurso ideologizado por la construcción de un proyecto, calificado de centrista por el propio Aznar, que cohesionó a los sectores derechistas, democristianos y liberales en torno a un programa común, que abandonaba sus antecedentes franquistas y autoritarios para dar paso a una formación política inspirada en un centro-derecha pragmático al estilo de los partidos similares del entorno europeo. Esta operación se saldó con un progresivo avance electoral, obtenido a costa del Centro Democrático y Social ­-que encabezaba el ex presidente Adolfo Suárez- desplazado como receptor del voto moderado. El grave deterioro sufrido por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en la última legislatura en que gobernó Felipe González favoreció las aspiraciones de Aznar. Insistió obstinadamente en equiparar al PSOE con el paro, el despilfarro y la corrupción, sin encontrar una respuesta eficaz de sus contrincantes. Sin duda era un discurso simplificador, pero electoralmente muy rentable. El 4 de mayo de 1996 era investido presidente de gobierno. Para ello contó con el apoyo de los nacionalistas vascos del Partido Nacionalista Vasco (PNV), de los catalanes de Convergencia i Unió (CiU) y de una coalición de  composición muy diversa procedente de la islas Canarias, la Coalición Canaria.  

    El primer mandato: acuerdos y diálogo.

    La acción de su primer gobierno estuvo orientada al recorte del déficit público y la inflación. Quiso  estimular la actividad económica generadora de empleo introduciendo reformas estructurales de desregulación laboral, la privatización general de las empresas públicas y medidas de liberalización monetaria. Sin duda había heredado una buena situación económica, producto de las decisiones adoptadas por el gobierno socialista, que mejoraron sustancialmente las cifras macroeconómicas. Los criterios neoliberales aplicados, junto a los resultados de una política de crecimiento y saneamiento financiero se reflejaron en unos niveles de crecimiento superiores al 3% de PIB, lo que se tradujo en un aumento de las rentas familiares, situación que desactivó muchos conflictos sociales.  Se alcanzó un alto nivel de diálogo con los sindicatos, que permitió dar satisfacción  a las demandas inmediatas a costa de posponer reivindicaciones de más calado, como la jornada de 35 horas semanales, o hacer frente a la elevada tasa de paro y los efectos de la precarización del empleo.Por otra parte, la creciente inmigración de personas extranjeras en busca de trabajo, muchos de ellos en situación de clandestinidad, contó con una respuesta basada en el endurecimiento de la Ley de Extranjería, que se reformó para agilizar los mecanismos de expulsión inmediata, impedir los derechos de asociación, manifestación y sindicación a los inmigrantes ilegales, junto a medidas de endurecimiento de las condiciones para obtener el permiso de trabajo y regularizar la situación. Con ello se produjo una bolsa de mano  de obra barata que ayuda a financiar el crecimiento de determinados sectores económicos. En política internacional Aznar introdujo cambios que, en principio fueron poco perceptibles. Decidió el ingreso de España en la estructura militar integrada de la OTAN, que se acompañó de la reasignación de tareas y la profesionalización de las Fuerzas Armadas españolas, que en el año 2001 dejaron de nutrirse de reclutas obligatorias, medida bien acogida por la opinión pública. Endureció la postura española respecto a Cuba, en una primera muestra de su postura favorable a los intereses de Estados Unidos, aunque se manifestó contrario a la ley Helms-Burton que sanciona las inversiones de terceros países en Cuba.En 1998 Aznar inició una serie de enfrentamientos con Alemania, en primer lugar y después con Francia también, en el seno de la Unión Europea que tuvo varios episodios: la negociación de los presupuestos comunitarios para el sexenio 2000-2006; el Consejo Europeo de Berlín, de marzo de 1999, que se saldó con un confuso acuerdo sobre el Fondo de Cohesión; el Consejo Europeo de Niza, de diciembre de 2000, en  el cual consolidó a España como quinto país “grande”, posición compartida con Polonia cuando ingrese en la Unión Europea, aumentando sustancialmente sus votos en el Consejo y perdiendo, a cambio, un comisario europeo. La política hacia la Unión europea se ha caracterizado por su escaso interés en torno a las cuestiones que forman el primer pilar de la Unión, es decir la cohesión social, el mercado interior y la política regional. En cambio, su atención se dirige manifiestamente a reforzar la cooperación en asuntos de justicia e interior, especialmente en la entrega de delincuentes con motivaciones políticas para su procesamiento en los países interesados, el llamado tercer pilar de la Unión.

    La mayoría absoluta: intransigencia.

    José María Aznar obtuvo en las elecciones generales que se celebraron en el año 2000 la mayoría absoluta de diputados en el Congreso para su partido, el PP. El control absoluto  de las cámaras le animó, a él y a su grupo, a actuar imponiendo su programa de gobierno sin cortapisas. No se admitían discrepancias ni fisuras en el seno de PP, y no se tenia ninguna voluntad de atender las argumentaciones del resto de grupos parlamentarios, lo que se tradujo en una espiral de enfrentamientos y falta de diálogo con las restantes fuerzas políticas y sociales. Examinemos algunas de las actuaciones que han generado mas controversia.Una de sus principales líneas de actuación política ha sido la lucha antiterrorista, en la que ha obtenido notables éxitos, pero su gestión se ha visto envuelta en la polémica. El problema de la violencia en Euzkadi se arrastra desde hace más de tres décadas La opción de lucha armada efectuada por la organización ETA (Euzkadi Ta Askatasuna, Patria y Libertad) para obtener la independencia del País Vasco, le sitúan al margen de la  ley y cuenta con el rechazo de la totalidad de fuerzas políticas, a excepción de la coalición Euskal Herritarrok (en la actualidad ilegalizada en otra controvertida iniciativa legislativa) que está en su entorno ideológico y  en sus declaraciones públicas suele lamentar las víctimas pero no condena los atentados. Aznar ha mantenido una actitud firme que se basa en la defensa del principio de Estado de modo que no aparezca en pié de igualdad con ETA a la que le da un trato basado en considerarla como un problema de delincuencia masiva. Considera la lucha antiterrorista como un enfrentamiento  entre el bien y el mal donde no queda otra opción que  acatar sus planteamientos o estar con los terroristas. Esta maniquea interpretación tiene como finalidad  extender la sospecha de connivencia con la violencia a cualquier persona o grupo que discrepe de la misma, y de manera especial al PNV, con el fin de apartarle del gobierno vasco. No sólo no lo consiguió sino este partido  mejoró sus resultados electorales y radicalizó su propuesta política a corto plazo hacia mayores cotas de autogobierno basado en conseguir para Euzkadi el status de Estado Libre asociado a España.  En el terreno social, el 17 de abril de 2002 dio por finalizado el idilio con los sindicatos. Ese día José Maria Aznar entregaba a los agentes sociales una propuesta de “Medidas Legales para la Reforma de la Protección por Desempleo y de la Ley Básica de Empleo” que se encontró con el rechazo inmediato de los dos sindicatos mayoritarios, CCOO y UGT. Ambas centrales mantuvieron diversas reuniones con miembros del gobierno par a conseguir que se retirara el citado proyecto sin resultado alguno, por lo que convocaron una huelga general para el día 20 de junio de 2002. La reacción de Aznar consistió en aplicar la reforma mediante un decreto que posteriormente deberían convalidar las Cortes. La huelga tuvo una amplio seguimiento. El gobierno, en sus comunicados a la opinión pública, negaba su incidencia, tal como denunciaba la resolución de la Comisión Ejecutiva Confederal de la UGT del día 25 de junio:  “Los esfuerzos del Gobierno se han volcado desde virtualmente antes de comenzar la jornada del 20-J en crear una imagen artificial del fracaso de la huelga, sometiendo a la sociedad española, a través de Radiotelevisión Española, a un sistemático manejo informativo. El contraste entre unos y otros medios de comunicación es tan evidente que pone de manifiesto, sin lugar a dudas, esta actitud manipuladora.”El desgaste ocasionado por la  huelga se saldó con una crisis de gobierno en la que cesaron seis ministros, se incorporaron cinco nuevos al Gabinete y tres cambiaron de cartera.Poco tiempo después, el 13 de noviembre del mismo año, llegaba la noticia de que el “Prestige” un petrolero cargado con cerca de 80.000 toneladas de fuel estaba escorado y corría riesgo de hundirse a 27 millas al oeste de Fisterra (A Corunha). Empezó a verter fuel al mar, y los técnicos advirtieron que corría el peligro de partirse en dos. El gobierno de Aznar reaccionó de la peor manera posible, ordenando alejar el buque de la costa, lo que ocasionó incidentes diplomáticos con Portugal y Francia, que seguían con preocupación la ruta del barco. El gobierno argumentaba que en caso de hundimiento el fuel se solidificaría y no se producirían vertidos contaminantes. Por el contrario, como consecuencia del naufragio, 2.980 Km. de costa quedaron afectados por la marea negra que ocasionó, con daños de gran importancia en el medio natural, en la fauna y la flora marina. La actitud de José Maria Aznar fue de manifiesta indiferencia ante una catástrofe esta magnitud.Aznar mostró un claro menosprecio por la opinión pública al prestar su apoyo incondicional al presidente George Bush en su decisión de atacar a Irak. Aznar secundó  la invasión de Irak a pesar de tener en contra a todos le demás partidos políticos y la inmensa mayoría de la población. Ciudadanos de todo el  mundo emprendieron manifestaciones contra la guerra que culminaron el 15 de febrero de 2003, que en España alcanzaron una extensión y una participación inusitada en ciudades y pueblos de todo el país. Francia y Alemania expresaron su rechazo a la intervención armada en Irak. Para contrarrestar esta postura, Aznar impulsó una carta de apoyo a la política belicista de Estados Unidos que firmó con otros siete líderes europeos, cosa que abrió una crisis en el seno de la Unión Europea.El quince de marzo de 2003, Aznar se reunió en las islas Azores con  el presidente de los Estados Unidos, George Bush y con el premier británico, Tony Blair, para emitir un ultimátum a Irak. El 18 de marzo, Aznar anunciaba al Congreso  de los Diputados, en un tenso debate, la decisión de enviar 900 soldados a Irak, que no participarían en el ataque. A juicio de la mayoría de formaciones políticas españolas, el período de gobierno de Aznar ha supuesto un retroceso tanto en los valores y comportamientos democráticos, como en la separación de poderes y en la laicidad del Estado.

    El éxito inicial de José Maria Aznar al acceder al poder se basó en la contraposición del sosiego y la contención, una imagen de estilo anodino y de una calculada economía de gestos  que contrastaba poderosamente con el de su antecesor, Felipe González el  carismático líder socialista, un orador de verbo fácil y brillante, que, sin embargo, fue incapaz de evitar la sensación de descontrol gubernamental a causa de los casos de corrupción que minaron su gobierno, que, algunos ciertos y otros infundados, fueron divulgados abundantemente por los medios de comunicación.Aznar se presentó como un dirigente de una derecha civilizada que se esforzaba en situar al gran partido de la derecha española en el ámbito ideológico centrista, una vez que había conquistado este espacio sociológico en las elecciones. Un objetivo muy ambicioso  para un partido que aglutinaba a sectores muy diversos, desde nostálgicos del franquismo a ultraliberales, pasando por la derecha más tradicional. Conseguía ocupar todo  el espacio de la derecha sin  un partido extremista que le restara votos. Tal vez ese objetivo era demasiado difícil de conseguir, teniendo en cuenta la diversidad ideológica que compone el Partido Popular. Lo que se denominó como el viaje al centro, que se llevó a cabo durante el XI, XII y XIII congresos del PP, correspondientes a los años 1993, 1996 y 1999, tal vez por la poderosa influencia del pujante pensamiento neoconservador, se ha ido escorando hacia las políticas más rancias de la derecha española. Así, el confesionalismo católico del Estado ha aparecido en la enseñanza, donde pretendió hacer una asignatura obligatoria de la religión, el estado de las autonomías se ha visto limitado en su desarrollo por una lectura neocentralista de la Constitución, a la que, por cierto, se le quiere dar un carácter inmutable, a semejanza de los “Principios Fundamentales del Movimiento”,  una ley franquista que sentaba las bases ideológicas en que se basaba el régimen totalitario. Recuperó los viejos tics de explicar la realidad tal como se desea o conviene al poder, que tan bien conoce su mentor, Manuel Fraga Iribarne, que no en vano se encargó del ministerio de propaganda -llamado de Información y Turismo- del dictador. Los ciudadanos españoles han asistido atónitos a la negación de una huelga que les dejaba sin autobuses, a la atribución a “unos hilillos como de plastilina” al fuel vertido por un naufragio que destrozaba sus costas y acababa con el marisco, a la afirmación de que las playas estaban preciosas cuando escondían bajo una leve capa de arena un denso manto de ese mismo fuel. En política internacional ha vuelto al viejo aislacionismo desconfiado respecto de Europa de la derecha española, con continuas trabas al proceso de construcción de la Unión, y ha roto el consenso, no  escrito, que se ha instalado en la sociedad española en buena parte del siglo XX consistente en no participar en guerras internacionales, y que ha funcionado en las dos guerras mundiales, por distintas causas, con la excepción de la unidad militar que envió el régimen de Franco a  luchar al lado de los nazis en el frente soviético bajo el nombre de la División Azul.Finalmente, el terrible atentado de Madrid del pasado 11 de marzo se atribuyó obstinadamente a ETA. Cuando tomaba cuerpo la autoría islamista, el ministro del Interior se empeñaba en seguir señalando hacia ETA, siglas que José Maria Aznar se abstenía cuidadosamente de pronunciar en el discurso institucional que hizo sobre el atentado, ante la progresiva indignación ciudadana que reclamaba veracidad en la información que suministraba el gobierno sobre un hecho tan grave.Se diría que el señor Aznar se halla preso de una megalomanía que le impide aceptar otras opiniones y le ciega ante los errores propios. Sin duda tiene, entre sus méritos, el haberse autolimitado a ejercer sólo dos mandatos consecutivos al frente del gobierno, promesa que ha cumplido. Se trata de una aportación indiscutible a la democracia española, afectada, en algunos casos, por una cierta tendencia a la longevidad excesiva de sus políticos al frente del poder ejecutivo. Por otra parte, recibió el gobierno de manos de un presidente socialista, demostrando que en la democracia española la alternancia en el gobierno funcionaba en ambos sentidos. Ahora es él quien debe nuevamente traspasar el poder a un socialista, cerrando así un ciclo más. Me queda una duda acerca de su futuro. En la democracia española, los jefes de gobierno, que la ley les da el nombre de Presidente de Gobierno, suelen actuar como cabezas de una república presidencialista. Una vez ocupado el cargo, se retiran de la vida política activa sin aspirar a recuperar el gobierno. Por otra parte la transición española fue protagonizada por políticos jóvenes, que rápidamente eclipsaron en los puestos de mayor responsabilidad a los que provenían de la guerra civil o de largos años de lucha clandestina contra el dictador. Desde entonces, y Aznar no es una excepción, el retiro de los expresidentes de gobierno se da a unas edades a las cuales en la mayoría de países democráticos son plenamente activos para la vida política, de hecho numerosos cargos destacados en el conjunto de países y en la propia estructura de la Unión Europea los ejercen personas de mayor edad que el propio Aznar.Queda por ver, si pasará a engrosar la lista de ilustres retirados jóvenes, o bien, si sigue su hábito de aportar novedades a la vida política española, es el primero que opta a la reelección.              

    (6-4-2004)   

















Dos vegades 5 fan: