Un punt de vista

04 Ago, 2011


ETAPA 6ª ARCA - SANTIAGO DE COMPOSTELA

Camino de Santiago — Escrito por ebm @ 23:02

No se bien la causa de mi madrugón, pero me desperté a las 04:40 de la mañana y no pude volver a dormir. El caso es que a las 6:00 ya estaba vestido y con la mochila a punto de marcha. Me chocó mucho que a las 5 de la mañana la mitad de los peregrinos ya estuvieran levantándose. Por ejemplo, el vecino de arriba de mi litera a las 5:30 ya bajó de la cama listo para caminar. El caso es que dado que ya estaba a punto, decidí salir y dar comienzo a la última etapa.

Cuando salía de la sala de literas, en la que por cierto, alguien ya estaba con el vídeo  de Harry Potter el Bananero, los del BST me empezaron a increpar con consejos del tipo:

-   Cuidado con los coches parados, no vayan a atropellarte.

-   No cojas caramelos de los desconocidos.

-   Lávate las manos antes de comer.

-   Y algún otro que no transcribo de momento.

En fin, que teniendo en cuenta que la mitad de la sala estaba en la cama todavía, más de un@ vi como reía.

Ya en la calle, y para mi desesperación, no había ningún bar abierto, con lo que me quedé sin café.

Atravesé el pueblo y a casi al final, a mano derecha, ya había el mercado celta medio montado del día anterior.

Justo dejar Arca, el camino discurría entre unos bosques de eucaliptos, y por la pereza de no buscar entre la mochila y sacar la linterna, me adentré unos metros éllos completamente a oscuras; tétrico y lleno de ruidos misteriosos. Duró poco mi marcha hasta que una bifurcación me hizo detener. En menos de un minuto ya había unos cuantos peregrinos que, armados con sus frontales, me indicaron el camino a seguir. Como iban muy rápido para mi ritmo, a los pocos minutos me volví a quedar a oscuras de nuevo, pero detrás volvían más linternas con las que seguir. Así, poco a poco se fue levantando el día, que según el iPhone anunciaba agua, y a tenor de las nubes, posiblemente tuviese razón.

El camino se me hizo largo y pesado, quizás por la inminente finalización de mi anhelada aventura.  Había dormido poco y se me había contagiado lo gris del día a mi estado de ánimo.

Y, hay que decir que la etapa no me gustó mucho. Yo creo que es la más “fea” de las que he hecho.

Paré en un bar para tomar café y lo cierto es que había tanto peregrino y tan poco camarero que a los 5 minutos de esperar, salí sin café, sello ni nada. Por surte, a menos de 25 metros había una capilla donde sellé la credencial. Y además, el cura resultó ser el italiano que dio misa ayer en Arca. Me comentó que tenía a su cargo 5 iglesias de pueblecitos cercanos a Pedrouzo.

Allí, a los pies de la pequeña ermita, había un chiringuito de souvenirs donde además de recuerdos, te alquilaban un traje de peregrino de los de antaño  para poder hacerte una foto: Gorro de cuero con el ala frontal levantada y concha en lo alto, capa de fieltro y bastón con calabazas.

A partir de este punto, el camino se hizo cuesta arriba por altimetría y por moral, ya que allí empezó a lloviznar y me intenté poner el poncho. Menos mal que no cayó mucha agua ya que la prenda demostró que solamente vale para ir a Port Aventura en las atracciones acuáticas. El poncho de excursionista tiene otro corte que se adapta a la mochila y este no me sirvió de mucho.

El paso por delante de Televisión de Galicia fue quizás el peor tramo de todo el recorrido, ya que a parte del asfalto a un lado teníamos alambrada y al otro cerca metálica. Pero, bueno, como todo el Camino, lo que a mi me parece feo a otros puede parecer bonito.

Por alguna extraña razón, la cerca que bordea el aeropuerto y la autopista, está llena de cruces de madera o de hierbas secas que los peregrinos se afanan en solocar entre el tejido metálico. Me pregunto a que se debe este fenómeno.

Después de lo que me pareció una eternidad, llegué a Monte do Gozo, donde teóricamente debían hacer noche los BST. Allí me hice unas fotos frente a un monumento enorme alegórico de una visita del Papa Juan Pablo II, y me volví a encontrar con Leticia. También se unieron en este tramo final José Ramón y su madre, con los que compartí albergue en Melide. Mientras Leticia probaba suerte con un bocata prefabricado, me tomé otro café, el tercero del día, y como los otros dos, DE PUCHERO. Que malo que es el café de puchero cuando estás acostumbrado a café expresso… Yo creo que mi estado de ánimo estaba tocado por culpa de no haber tomado un café en condiciones.

La bajada de Monte do Gozo hasta Santiago es bastante cuesta abajo, pero solamente un par de kilómetros y ya estábamos en la entrada de la ciudad del Apóstol. Y como siempre, siguiendo las señales hasta el destino. En este caso, en vez de flechas se seguían las conchas de latón.

Nos separamos de José Ramón cerca de la Catedral, ya que Leticia y yo no teníamos pensión reservada. Estuvimos andando y preguntando hasta que llegamos al Seminario Menor, en donde nos tuvimos que esperar media hora a que nos dieran cama. En este caso, por 4 € más, en vez de cama en sala compartida, nos dieron una cama en una habitación individual para cada uno.

Ducha, cambio de ropa y a por la comida.

Unos 800 metros nos separaban del casco antiguo. Y allí, después de patear casi una hora buscando un localito que satisficiera las necesidades alimenticias de ambos (el que le gustaba a ella a mi no me acababa de hacer el peso, y viceversa).  Al fin, una terracita consensuada, una comida aceptable  y posterior a ésta, la siesta.

A media tarde, ya estaba dando vueltas de nuevo por las callejuelas del casco antiguo de Santiago, que por cierto, me encantaron. Bares y restaurantes a porrillo entre las tiendas de souvenirs. Allí me encontré con Rufino y su Sra. Ah!, y con Laura y Sabrina.

Habíamos llegado a meta. Con llovizna o calabobos, si, pero habíamos llegado. Por la tarde, justo terminar la siesta, me fui a la Oficina del Peregrino a sellar la credencial y a recoger la compostelana. Las cosas son como son: Me hizo mucha ilusión. Allí también me informaron del horario para sellar por la mañana para que se mencionara a los peregrinos en la misa de las 12 del viernes. Transmitida la info al clan de los sevillanos, ya me sumergí en las tascas para degustar los vinillos de la zona. Y es que “Donde fueres, bebe lo que vieres“, y allí se bebía Estrella Galicia y Vino Ribeiro.

Atrás habían quedado 112 Km, 6 maravillosos días, un montón de pasos correlativos, 17 cervezas, 33 botellines de agua, 2 platos de Pulpo y algún botellón. Ah!,y algún chupito de Orujo de Hierbas entre otras cosas.

Por la noche, la vuelta al Seminario Menor resultó patética, ya que me desorienté totalmente y me perdí y resultó que en vez de ir al Este, terminamos en el Oeste. Y es que de noche todos los gatos son pardos…

Terminó llevándonos en su coche una pareja, conocidos de Leticia. Menos mal, ya que era casi la hora límite para la llegada al Albergue…

Subir 4 plantas a pie y a recapacitar sobre el día.

Lo que había sido una ilusión, un proyecto, una idea, se había materializado. Se había llegado a puerto. Andando, a la antigua usanza, había llegado a finalizar el tramo propuesto del Camino. La verdad es que tenía un subidón de moral que me llevaba a pensar que, como me encontraba muy a gusto, a lo mejor seguiría hasta Finisterra. ¿Empezaba a delirar? No. Había terminado y ya iba siendo hora de tocar de pies en el suelo.

Sobre el viernes, si que mencionaré que la misa fue muy emotiva y excesivamente larga para mi gusto, pero al final los peregrinos de la Denominación de Origen JAMÓN DE TERUEL se rascaron el bolsillo y pudimos ver en funcionamiento el Botafumerio, cosa que solamente había visto en televisión.

En la catedral, una vez finalizado el oficio, me despedí de las señoras inglesas con las que había compartido algunos kilómetros del Camino, de José Ramón y su madre, de la parejita de italianos, del sr brasileño y de algún@ peregrin@ más con los que había cruzado saludos varias veces en los diferentes tramos pero cuyo nombre desconozco. Todo fue muy emotivo y sincero. Apretones de manos y abrazos sabiendo que posiblemente ya no volveríamos a coincidir nunca más, pues al día siguiente todo aparcaríamos  la condición de peregrino y volveríamos a la vida individual. En mi caso, con un gran antes y un después de esta experiencia que ha sido El Camino de Santiago.

La fiestecita del viernes noche con los sevillanos, Sabrina, Laura, Maripuri, Rufino y Sra. quedará en mi memoria y en mi corazón por muchos años y, dado que no tiene nada de espiritual, me reservo el contarlo.

Decir, para terminar hoy, que recomiendo encarecidamente a todos mis amig@s que alguna vez intenten hacer el Camino.

En breve, una valoración sobre el mismo.

Comentarios

  1. Jamas encontraras un lugar FEO.simplemente hay k verlo con los ojos propios de cada momento tendemos a transformarlo en nuestra retina

    Escrito por angela — 27 Abr 2013, 07:36


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