En la provincia peruana de
Chachapoyas hallan un complejo de 30 ciudadelas incas que datan de
entre los años 1.200 y 1.400, y enterramientos intactos El lugar, que
nadie hasta ahora conocía, se encuentra en plena selva amazónica a
3.600 metros de altitud
El centro arqueológico La Joya, oculto en las cumbres boscosas del
norte de Perú y protegido desde hace siglos por los nativos, ha
resucitado de nuevo el mito de 'El Dorado' después de que una
expedición haya verificado su incalculable valor. Tras visitar la zona,
la historiadora Maritza Villavicencio y el arqueólogo Wilmer Mondragón
informaron de la existencia de al menos treinta ciudadelas con
construcciones chachapoyas e incas que datarían de entre los años 1.200
y 1.400, además de enterramientos intactos y andenes únicos en Perú.
Pero lo más sorprendente fue comprobar que hay grandes vetas de oro,
explicó Villavicencio en una entrevista.
«Se ha despertado el mito de El Dorado por la cantidad de oro que
a simple vista se ve, y no sólo por lo que ya fue extraído y saqueado
por escrupulosos saqueadores, sino por las vetas de oro», agregó al
regreso de su largo y complejo viaje.
Está en Chachapoyas
La Joya se encuentra en el distrito de Chuquibamba, en la
incomunicada provincia peruana de Chachapoyas. Para llegar, los
expedicionarios tomaron un vuelo desde Lima a Chiclayo, luego viajaron
durante quince horas por carretera, otras siete horas a caballo y otras
tantas a pie hasta alcanzar las cumbres donde se encuentran estos
tesoros, entre la maleza de la selva amazónica y a más de 3.600 metros
sobre el nivel del mar.
Un esfuerzo que no fue en vano, según la historiadora peruana,
quien está convencida de que «podría ser comparable, sino superior, a
Machu Picchu por su monumentalidad y magnitud». Impresionantes augurios
para un lugar que desde su construcción ha sido protegido por los
nativos, los que han decidido ahora recurrir a esta historiadora para
mostrar el lugar al mundo. Y el motivo no es otro que la cada vez mayor
presencia de saqueadores y buscadores de oro.
Esta curiosa gesta comenzó en junio de 2005, cuando Villavicencio
fue advertida por una asociación nativa y, tras dos años de
investigaciones, se dispuso a poner rumbo al lugar, el pasado 19 de
noviembre. Durante casi dos semanas, la expedición recorrió parte del
centro arqueológico, «sólo un diez por ciento de toda la maravilla y
monumentalidad que hay», según le reveló el líder comunal y quien le
sirvió de guía, Segundo Vega Rojas.
La Torrera
Visitaron la Torrera, una fortaleza con una extensión de unas diez
hectáreas y donde aparecen edificaciones chachapoyas (circulares) en
las partes superiores pero incas (rectangulares) en las inferiores.
El siguiente destino fue Chanchillo, un supuesto cementerio de
unas seis hectáreas con grandes farallones que incluyen construcciones
adosadas a las rocas, además de nichos sellados. Por último, el equipo
visitó Los Gentiles, posibles centros administrativos u oráculos.
A 3.600 metros
Como ya se ha citado, el complejo se encuentra por encima de los
3.600 metros y en las faldas de las montañas hay una sucesión de
andenes, «únicos en Perú», así como socavones de oro, que por su
disposición se entiende que se usaron técnicas mineras incas al haber
lavaderos de oro.
Ese lugar fue habitado por los chachapoyas, cuyo esplendor se
extendió entre los años 700 y 1.500. Fue un pueblo guerrero que se
defendió duramente de la invasión inca, pero, como el resto de
civilizaciones pre-incaicas, finalmente cayó en manos del imperio
cuzqueño hasta la llegada de los españoles.
La Joya es, en definitiva, «muy importante para la investigación y
el esclarecimiento del pasado histórico de Perú», de acuerdo a
Villavicencio.
Ahora el desafío es investigar y proteger. Para ello la
historiadora ha presentado al Instituto Nacional de Cultura (INC), en
nombre de la comunidad nativa, una solicitud para catalogar la zona.
«El riesgo es permanente tanto haciéndolo público como
manteniéndolo en reserva. La comunidad ha decidido sacarlo a la luz
porque ya no se bastan para protegerlo de los buscadores de oro»,
alertó al respecto.
Mientras, esta peruana, convertida en depositaria de la confianza
de la comunidad, se ha marcado como objetivo «hacer un llamado a las
autoridades» para que ayuden a los pobladores que siguen protegiendo el
acceso este centro arqueológico, conscientes de que tras hacerlo
público tendrán más dificultades para acometer su tarea. Si lo logrará
o no es otra historia.
http://www.eldiariomontanes.es/20071208/sociedad/expedicion-descubre-dorado-
20071208.html