COMO CADA DIA
9 Gen 2009Como cada día, salía de su portal, el portal de un edificio antiguo del centro de la ciudad donde vivía desde hacia pocos años, los suficientes para sentirse solo en la vida. Salía de su portal con las manos en los bolsillos de su cazadora y la mirada perdida. La misma mirada desde hacia mas de cinco años. La misma mirada desde que vio por última vez a su amada. Desde entonces lo perdió todo. Su familia, su trabajo, su vida... Ya no era el hombre risueño y afable de antaño, sus labios habían adoptado la forma rígida de la horizontal, hasta el extremo que las propias arrugas de la cara eran horizontales. Salía de su portal en dirección al mar. A los acantilados de la costa. Como cada día, se sentaba entre las grietas de las rocas y dejaba que las olas le salpicaran el rostro. Las gotas saladas se deslizaban por sus mejillas sustituyendo a las lágrimas que él no podía derramar. Por su mente discurrían mil sensaciones, cientos de recuerdos y una única imagen. La imagen imborrable de su amada, con su sonrisa contagiosa, su mirada penetrante y su piel fina y tersa. En ocasiones el murmullo de las olas le confundía e imaginaba su voz pidiéndole perdón. Pero solo estaba él en el acantilado. La idea de saltar desde su sillón pétreo y abrazar las olas aparecía entrelazada con sus recuerdos. Cada día, cada hora. Pero no tenía valor. En el fondo era un cobarde. Lo había sido desde que la conoció. Siempre a la expectativa, sin forzar las situaciones, y echándose atrás cuando su deseo era el contrario. Nunca disfrutó de ella, ni dejó que ella lo hiciera de él. Después de tanto tiempo y tanto amor, siquiera sabe su nombre. No conoce sus inquietudes, sus gustos, sus horrores, sus secretos mas íntimos... Constantemente se preguntaba como se puede amar tan intensamente a una persona sin apenas conocerla, sin haber compartido lo mas terrenal. Pero los sentimientos no engañan, la amaba, y la amaba con toda su alma. Posiblemente ella le había abandonado por no conocerle. Estaba convencido que si ella le conociera de verdad no le hubiera abandonado nunca, pero ya no podía hacer nada. Dejar pasar el tiempo, que no cura nada, por mucho que los refranes hablen, y esperar. -“Donde estabas entonces, cuando tanto te necesite. Nadie es mejor que nadie, pero tu creíste vencer. Si llame a tu puerta de nada sirvió.....” - Es su canción preferida. Siempre la tararea.