DIARIO HOY
TRIBUNA EXTREMEÑA
10.12.07 -
DIEGO MIGUEL MUÑOZ HIDALGO
ENTENDEMOS aquí como 'Patrimonio' toda riqueza natural y cultural que
forma parte de nuestras señas de identidad; un legado que no nos
pertenece, pues ha de seguir siendo disfrutado por nuestras futuras
generaciones. Sobre todo cuando es un recurso vital para nuestra
calidad de vida y crecimiento social y económico; lo que exige que
nuestro desarrollo sea respetuoso con él, con normas que los políticos
han de cumplir y hacer cumplir (al menos eso nos prometen...).
Pero algo va mal en Extremadura cuando surgen asociaciones y
multitud de plataformas ciudadanas (contra las nucleares de Almaraz, la
cementera de Alconera, la contaminación en Almendralejo, los proyectos
de refinería en Tierra de Barros, térmicas en Mérida, primer diseño del
Hotel Atrio en Cáceres, Hospedería de Alburquerque, etc.) denunciando:
1º) que nuestros gobiernos municipales, regionales, etc. son culpables
(por acción u omisión) de atentados ambientales o histórico-artísticos;
y 2º) que la Ley (por precaria) es ineficaz, permitiendo que ciertos
poderes, políticos o económicos, sean los primeros en violentarla a su
conveniencia.
Ante esto queda un Patrimonio desprotegido y un ciudadano
desamparado que se manifiesta, cada vez más consciente del valor de lo
nuestro y de tanta injusticia. Y es que ¿sirven de algo las figuras de
Protección Ambiental, ZEPA, Bien de Interés Cultural, Patrimonio de la
Humanidad... si de un plumazo los políticos recalifican, permiten o
impulsan aquí obras rompedoras? ¿Qué fiabilidad tiene una evaluación de
impacto ambiental (que ha de sopesar la viabilidad, o no, de
impactantes proyectos) si el que ha de ser 'juez imparcial' es 'parte
interesada', maquillando efectos negativos y maximizando los
positivos?... Igualmente, medias verdades ocultan grandes mentiras:
¿Qué confianza científica tienen los estudios de impacto pagados por
promotores privados?, ¿van a ser contrarios a sus intereses?... Todo
teatro y manipulación.
Pero ¿de qué depende la conservación de nuestro Patrimonio, natural
y cultural?. En primer lugar, del modelo de democracia a seguir:
¿'partitocrática' cada cuatro años, con el riesgo del «ordeno y mando»,
sin querer consultar al pueblo ni estudios existentes o preliminares...
o 'participativa' en el día a día, con el aval de organismos
independientes de prestigio que no estén a sueldo? Y, en segundo lugar,
del modelo de desarrollo: ¿'desarrollista', incontrolado, voraz, sin
una racional ordenación urbana y territorial, favoreciendo el
crecimiento rápido (de algunos) a costa de merendarse el Patrimonio (de
todos)... o 'sostenible', planificado a medio y largo plazo, respetuoso
con nuestros recursos socioeconómicos?
En Extremadura hay muchos más casos en donde se incumple la
'legalidad vigente', dos palabras manoseadas por la demagogia de una
Administración que, o es cómplice, o hace la 'vista gorda' (mina de
Aguablanca en Monesterio, complejo de Valdecañas, obras en la Mérida
arqueológica, o sobre el trazado de la Vía de la Plata-Camino de
Santiago, el arranque de casi doscientas encinas en Jerez, etc.). Esta
situación se podría resumir así: hay iniciativas a las que,
arbitrariamente, no se les dan permisos alegando «crispación social» o
«impactos irreversibles» (medioambientales, sanitarios, visuales,
etc.); pero, cuando interesa, existe un 'Plan A': saltarse la Ley 'a la
torera' al ser dueños de competencias urbanísticas, ambientales y
culturales (y si cuela... cuela). Pero hay raras excepciones donde la
Ley da la razón a los ciudadanos, mas el poder ya tenía preparado un
'Plan B': la política de hechos consumados; sabiendo estar
delinquiendo, que la Justicia es lenta..., continúa hasta consumar la
ilegalidad. Tras los años saldrá la condena (como en las ilegales
expropiaciones para Siderúrgica Balboa en Jerez, el 'Cubo' de
Biblioteconomía en la Alcazaba de Badajoz, etc.); y cuando todo está a
favor del denunciante, el culpable lanza un estudiado guión: «sería
imposible y perjudicial la reparación», «tendría un gran coste
socioeconómico», etc. Un chantaje psicológico para, apelando a la
sensibilidad (que no tuvieron), legitimar lo ilegal.
Esta estrategia incluye (desde trincheras gubernamentales y de
acólitos o agradecidos del mundo sindical, empresarial, universitario,
intelectual, etc.) el disparar con difamaciones: «¿les pagan las
multinacionales!», «¿son fundamentalistas!», «¿van contra el
progreso!»... Lo triste es que hay quien se lo cree, pues en esta
región, aún sumisa o acostumbrada a tanta ilegalidad, el denunciar al
'señorito' está mal visto, y en vez de pedir responsabilidades a los
que llevan varias sentencias a sus espaldas, se fusila a los que
humildemente ejercen su derecho democrático de advertir el atropello...
(un mundo al revés). Al final, en este paisaje extremeño, 'cortijero',
siempre escapan los poderosos, siendo la sociedad que lucha por salvar
un Patrimonio común la que encima ha de llorar su destrucción y 'pagar
los platos rotos' (multas, indemnizaciones, etc.). ¿Por qué no pagan
los responsables?
Como acto reconciliador proponemos una reflexión: todos coincidimos
en lo mejor para Extremadura (riqueza y empleo, rehabilitar zonas
deprimidas...), pero nos desune el 'cómo'. Si poseemos un gran
Patrimonio con infinitas potencialidades, si estamos apostando por la
'sociedad de la imaginación'... ¿no sería más lógico que avanzásemos
(¿juntos!) hacia modernas fórmulas de desarrollo más coherentes y
respetuosas, en vez de retroceder a caducos modelos del pasado con
iniciativas impactantes o contaminantes, ubicaciones inapropiadas, etc.
y, además, forzando la Ley? Todo es cuestión de rectificar a tiempo y
buscar alternativas mejores.
En resumen, en Extremadura hay un tenso debate (desigual): entre
los que nos obligan a creer (unos egoístamente, otros con buena fe) que
la 'conservación' es un freno al 'progreso', y los que argumentamos que
es un paso obligado (su cimiento). Conclusión: ¿Quién defiende el
Patrimonio extremeño? ¿Vamos a permitir que unos pocos se coman
nuestras 'gallinas de los huevos de oro'?...
DIEGO MIGUEL MUÑOZ HIDALGO es escritor y miembro de diversos colectivos en defensa del Patrimonio extremeño