M'ha interessat molt l'article de Carme Valls publicat a El País d'avui. La presidenta de la Fundació Catalunya Segle XXI reflexiona sobre el comportament de la ciutadania en les passades eleccions a Catalunya. S'interroga sobre el significat i les causes de l'abstenció, com a renúncia a exercir un dret democràtic i, també, dels vots en blanc. ¿Què ha faltat? ¿Quins mecanismes s'haurien de posar en marxa per estimular la participació? ¿Com ha de ser el lideratge polític del segle XXI?
Us animo a llegir el seu article.
EL COMPROMISO DE LA CIUDADANÍA
Carme Valls-Llobet [EL PAÍS, 07.11.06]
Las recientes elecciones catalanas han puesto de manifiesto un ambivalente compromiso de la ciudadanía ya que, por una parte, muchas más personas que en al año 2003 se abstuvieron renunciando a su derecho a la participación, y por otra, 60.000 personas fueron a votar en blanco, haciendo real el Ensayo sobre la lucidez, de Saramago. Son personas que deciden votar como acto simbólico del ejercicio de los derechos de la democracia, pero no consideran que ninguna opción política les convenza lo suficiente para darle apoyo. Saben que se necesita un gobierno, pero su compromiso cívico no les permite escoger lo que otros han hecho como bien deseado o como mal menor. En nuestra fundación hemos iniciado un grupo de reflexión sobre este creciente fenómeno de los votantes en blanco, que no deseamos olvidar. Nos gustaría conocer las causas que motivaron su decisión y les animamos a contactar con nosotros de forma personalizada o anónima para conocer sus razones, qué es lo que no encuentran en la vida política parlamentaria, los motivos de imposibilidad de elección.
Pero un excelente congreso organizado por la Fundación Bertelsmann nos ha permitido reflexionar sobre la crisis del compromiso cívico y sobre las características que va a tener el liderazgo político en el siglo XXI. ¿Ha sido la falta de formación democrática de la ciudadanía por los largos años de dictadura franquista o ha sido el desencanto de la vida política partidista? El permanente antagonismo cansa y aleja a la ciudadanía de la política. Vivir en constante enfrentamiento con insultos y descalificaciones hace que la de político sea la menos valorada en la escala de profesiones en España. Los partidos políticos alejan la política de la ciudadanía si actúan sólo con sectarismo, si dejan de trabajar por el bien común para tener como único horizonte a largo plazo la próxima cita electoral.
Pero también se aleja la ciudadanía si los grupos políticos, aunque se presenten como novedad, buscan conflictos donde no los hay o hacen ver que existe neutralidad donde hay represión u opresión. Lo neutro pretende hacer invisible la discriminación o el poder del más fuerte. Como en el lenguaje, el genérico masculino oculta todo lo femenino y perpetúa la discriminación. La ciudadanía es plural y diversa, como lo es la gama de opciones políticas que dicen representarla, pero nadie puede arrogarse la representación de la ciudadanía en su totalidad sin caer en el puro populismo o demagogia.
Para conseguir el poder, muchos políticos han prometido resolver todos los problemas de la ciudadanía, alejándola sin desearlo conscientemente del ejercicio de la responsabilidad cívica y recortando, por tanto, su dimensión política. Tampoco se han desarrollado todavía suficientes espacios para la participación ciudadana, por lo que el ejercicio práctico de compartir decisiones o el de realizar procesos de presupuestos con participación sólo son ejemplos minoritarios. Avanzar en la participación y compartir las decisiones mejora la abstención, como demuestran los resultados electorales de los países del norte de Europa.
Además los movimientos emancipatorios, promovidos por diversos sectores de la ciudadanía, como el movimiento ecologista, feminista, sindicalista o de gays y lesbianas, plantean nuevos discursos y nuevas propuestas políticas. Los liderazgos del siglo XXI ya no serán exclusivamente ejercidos por personas individuales, sino también por movimientos organizados en redes, con alto nivel de democracia y participación interna, que elaboran discursos políticos y los proponen a la sociedad.
La democracia no es solamente el poder de, por y para el pueblo. Para Slavoj Zizek, "la democracia implica sobre todo un legalismo formal: su definición mínima es la adhesión incondicional a cierto número de reglas formales que garantizan que los antagonimos son absorbidos por completo en el juego agonista". Quien más apoyos tiene más agonismo genera. Estamos viendo que sólo los líderes que puedan conseguir soportes amplios y apoyarse en redes ciudadanas serán capaces de sumar y crear sinergias agonistas. Durante el siglo XXI, veremos los liderazgos ejercidos por redes y movimientos de participación, y con la emergencia natural de líderes femeninos, tal como Michele Bachelet, Angela Merkel y Ségolène Royal ya están demostrando.
La ciudadanía del siglo XXI tiene grandes oportunidades por delante si escoge el camino del compromiso cívico, sabe ejercer sus derechos y aprovecha las lecciones relativas a la ética y la responsabilidad del siglo XX. Tal como señala Zizek, "deberíamos abandonar toda arrogancia ética y aceptar humildemente la suerte de poder actuar éticamente... o en términos teológicos hemos sido bendecidos por la gracia cuando podemos actuar autónomamente como agentes éticos". Si tenemos la suerte de estar vivos y de poder actuar como seres autónomos, ¿por qué no hemos de disfrutar de los derechos de ser ciudadanos?