75 Anys Del Vot De Les Dones

mcmas 06 Desembre, 2006 16:18 Ciutadania Enllaç permanent Retroenllaços (0)

Quantes dones no van anar a votar el passat 1N? Alguna d’elles va pensar que només fa 75 anys que podem votar al nostre país? Per què malmetre un dret que es va aconseguir després de tantes lluites?

Sovint cal fer memòria del passat per interpretar el present i encarar el futur. El dret de vot per a les dones no va ser fàcil. Primer es va aconseguir per a les solteres emancipadees i les vídues, el 1924, durant la dictadura de Primo de Rivera. No podien votar les casades amb la increible raó d’”evitar les disputes entre cònjuges”.

Amb la II República es va atorgar a la dona el dret de ser elegible però no electora. Aquest dret va facilitar l’accés a les Corts espanyoles de Clara Campoamor i Victoria Kent. Una i altra defensaven postures diferents. La primera, decididament a favor i la segona, amb reticències, perquè creia que les dones eren majoritàriament conservadores i podrien votar en contra de la República. Sortosament Campoamor es va sortir amb la seva i l’1 de octubre de 1931 es va aprovar el dret de vot per a la dona.

Ara, 75 anys després, l’1 de desembre de 2006, s’ha aprovat una Proposició no de Llei sobre la commemoració del reconeixement del dret a vot femení.

Si al segle XX va ser un repte aconseguir el vot de les dones, ara, en ple segle XXI, el repte es la paritat. La dona continua encara sent invisible en consells d’administració, en els primers nivells de l’administració, en els òrgans legislatius i consultius del país.

Resta encara un llarg camí per aconseguir la paritat de gènere. La tasca de les pioneres encara està per concloure.

Us convido a llegir la intervenció de Carmen Alborch al Congrés dels Diputats del 28 Noviembre 2006:

Muchas gracias, señor Presidente Señorías, es para mí un honor defender, como mujer y en nombre del Grupo Parlamentario Socialista, al que represento en esta tribuna, una proposición no de Ley, enmarcada en una serie de actos conmemorativos de una efeméride tan importante para las mujeres, en particular y para la ciudadanía en general, como es el “Establecimiento efectivo del Derecho al voto para las mujeres, y en consecuencia la implantación del Sufragio Universal en toda su extensión. En la exposición de motivos de la Proposición no de Ley que estamos defendiendo, consideramos el siglo XX como “el siglo de las mujeres”, puesto que nunca antes, a lo largo de la historia, hemos alcanzado mayor protagonismo y relevancia y esto sin duda ha contribuido a una importantísima transformación social. Y, señorías, no es un tema baladí; sobre todo, si tenemos en cuenta que en el siglo XVIII, que en términos históricos podemos decir que fue ayer, los Ilustrados; abrieron el debate sobre “la inferioridad” (entre comillas) física, intelectual y moral de las mujeres y su circunscripción al espacio privado.

Afortunadamente las mujeres reaccionaron y surgió El Movimiento Feminista, que nacerá en Inglaterra y Estados Unidos a mediados del siglo XIX. El derecho al trabajo, educación, igualdad jurídica y el reconocimiento del voto, fueron las reivindicaciones de las mujeres. Pero será la demanda de sufragio la que centre la lucha del feminismo primero. Cualquier movimiento social avanzado cuando ha visto la luz, ha recibido los ataques de sus coetáneos, puesto que las ideas que entrañan avance social, son con frecuencia objeto de resistencia e incomprensión por parte de la mayoría, que no permite su asimilación y expansión, hasta que no hay suficiente masa crítica. Y el Movimiento de mujeres no ha escapado a esta constante histórica de resistencia al avance que entraña la igualdad real. Las Sufragistas fueron tachadas de frustradas, resentidas y revanchistas. Pero lejos de hacerles desistir en su empeño, intensificaron su lucha, puesta a prueba en la Primera Guerra Mundial. La labor de las mujeres en la retaguardia, fue decisiva para que se les reconociera el derecho al voto. También en España, las transformaciones económicas y sociales producidas entre 1877 y 1936, repercuten en las mujeres de manera semejante a las producidas en las mujeres de los países industrializados.

Desde el punto de vista social, el acceso al trabajo y la educación, junto con el incipiente descenso de la natalidad, avivan el debate sobre los objetivos vitales de las mujeres y perfilan un renovado ideal femenino. Aunque la vida de las españolas se moverá entre la tradición y el cambio, todo parece conducir a mujeres más cultas, más preparadas, capaces de cubrir sus necesidades materiales y dispuestas a defender las parcelas de libertad que irán conquistando muy poco a poco. Ese fue el perfil de las primeras mujeres españolas feministas que fueron en ocasiones descalificadas hasta la saciedad, olvidando, como sucede en ocasiones todavía hoy, que el feminismo es un movimiento de liberación, una política, como dice Amelia Valcárcel, porque tiene como objetivo la generalización y la universalización de los derechos humanos. Sabido es que en España el derecho al sufragio no generaba un apoyo similar al de los países anglosajones. Será la Constitución de 1931 tras un intensísimo debate cuyo lectura recomiendo fervientemente la que reconozca por fin el voto femenino en igualdad con los hombres y abra la puerta a la participación política de las españolas. La II República abrirá por vez primera el Parlamento y los altos cargos del Estado a las mujeres. Sabido es que Clara Campoamor, (partido radical) Victoria Kent (radical-socialista) y Margarita Nelken (socialista), fueron las primeras mujeres que se sentaron en los escaños del Parlamento Español. Posteriormente vendrían María Lejárraga, Matilde de la Torre, Veneranda García Blanco y Francisca Bohigas, ahora las mujeres somos el 36% del Congreso. Pero, señorías, “paradojas de la vida”: en la segunda legislatura no repitió la mujer que defendió a ultranza, con una gran firmeza, profunda convicción, claridad y rigor, y muchas veces en soledad, nuestro derecho a ser ciudadanas. Creo que todas las mujeres, y especialmente las que estamos hoy aquí, tenemos una inmensa deuda con Clara Campoamor y los hombres también, porque esta mujer valiente contribuyó al avance de la democracia, a corregir una tremenda injusticia. Clara Campoamor no solo no regresó al Parlamento sino que ha permanecido prácticamente en el olvido durante mucho tiempo. Quizás fue castigada por su claridad mental y su compromiso, por darse cuenta del sesgo que supone una sociedad sin la participación de la mitad de su ciudadanía, por creer que Democracia e Igualdad son conceptos inseparables. Señorías, sólo las democracias salvaguardan los derechos humanos, los mismos que posibilitan que las personas puedan desarrollar su creatividad y vivir en libertad. Esa es la tierra abonada que ha propiciado a lo largo de la historia el avance en el camino hacia la igualdad entre mujeres y hombres. Teóricos como Condorcet o Stuart Mill ya reconocieron en su día, la estrecha relación entre el progreso de la civilización y el avance en la posición social de las mujeres. Quizás no sean tan conocidos los nombres de Olimpia de Gouges, Mary Wollstonecraft o Theroinge de Mericourt, pero todas ellas y otras mujeres anónimas tuvieron un papel importante en favor de la Igualdad. Su ocultamiento forma parte de las normas de una sociedad misógina y androcéntrica en la que se vieron obligadas a llevar su lucha. Y de justicia es reconocerlo hoy aquí. Señorías, desde aquella fecha de 1931, primordial para las mujeres españolas y pasados los desgraciados paréntesis de los fascismos europeos, la conquista de los derechos de las mujeres como ciudadanas, en todo el mundo no ha tenido descanso: �� España ratifica la Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer en 1954. �� Las 4 Conferencias Mundiales sobre la Mujer: México 1975, Copenhague 1980, Nairobi 1985, Beijing 1995 En el marco de la Unión Europea, España ha apoyado activamente medidas de impulso de la participación equilibrada de mujeres y hombres en la toma de decisiones, acciones positivas y otros compromisos a favor de la igualdad. Nos gusta decir que el mundo nos mira precisamente por los avances en materia de igualdad, aunque somos conscientes de la persistencia de significativas desigualdades. En este año 2006 celebramos el 75 aniversario del sufragio femenino en España. Como decía Clara Campoamor, implantar el sufragio era abrir una escuela de ciudadanía.

A lo largo de mi intervención, he recordado algunos de los hitos de este complejo recorrido histórico que ha mediado entre ambas fechas. Se han alcanzado grandes logros, con la ayuda de medidas legislativas y políticas, que deben consolidar el acceso de las mujeres a la ciudadanía plena y la participación política en igualdad real. La igualdad real se debe incorporar al día a día de las vidas de todas las mujeres y hombres de este país. Insisto solo cuando haya igualdad real entre mujeres y hombres podremos hablar de democracia plena. Con objeto de que la conmemoración sirva al mismo tiempo para impulsar el reconocimiento de la participación de las mujeres en la vida política. Mi grupo, el grupo Socialista, presenta, conjuntamente con el resto de los Grupos Parlamentarios (y esto es una magnífica noticia) la siguiente PNL, que tiene como objetivo impulsar la colaboración entre distintas administraciones, Ayuntamientos, Ministerios y otras instituciones en el interior y exterior para conmemorar un importante hecho histórico, y al mismo tiempo poner en valor la participación política y pública en general, de las mujeres. Proposición que nace con la convicción y el deseo de hacer justicia al reconocer el merito y el esfuerzo de Clara Campoamor, que contribuirá a impulsar y asumir la necesidad de una sociedad compartida. En definitiva, un paso más hacia el afianzamiento y reconocimiento de la autoridad y el respeto hacia las mujeres. Hoy sin duda es un día hermoso. Muchas gracias Señor Presidente.


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