QUE MAJA ES MI MADRE
Hace poco me quedé sin trabajo. El último dia de trabajo, abrí la puerta de mi casa y se me cayó encima la realidad. En esto me llama mi madre, que no se da cuenta que estoy llorando como una magdalena, para decirme con tono de funeral que lo siente mucho, que que pena, que no voy a encontrar un trabajo igual, con ese horario y ese sueldo, y encima con esto de la crisis, la edad que ya tengo y con hijos. Mientras me voy sonando los mocos me pregunto por el objetivo de esa llamada, porque no lo entiendo. Gracias a dios, una tiene orgullo, mala hostia y lágrimas a partes iguales. Así que le grito que no pasa nada, que ya encontraré algo, y que la dejo porque estoy muy ocupada. Es el síndrome de la piscina, cuando te estas hundiendo y te hunden un pelín más, tocas fondo y flotas.