¿La tecnología nos hace más libres o más esclavos?
01 Setembre, 2007 11:22
Publicat per bego,
Llegeixo
Desde su atalaya en las Montañas Rocosas, Thomas J. Frey se asoma al mundo con una barba al estilo Leonardo, una bola de cristal y un imaginario catalejo para vislumbrar lo que pasará de aquí a 20 o 30 años. Ingeniero y diseñador, curtido -durante 15 años- en el goliat IBM hasta que, en 1997, creó el Instituto Da Vinci y empezó a lanzar globos sonda sobre un futuro que se demora más de la cuenta. Pese al advenimiento de internet y a la ubicuidad de los móviles, Frey sostiene que estamos perdiendo el tren de los tiempos. Todo su afán consiste ahora en tender puentes apremiantes hacia el mañana, y lo hace desde el Laboratorio del Impacto en la Red, en el Escaparate de las Invenciones de Denver o en el proyecto de sus sueños: el Museo de los Inventos del Futuro.
PREGUNTA.- En los 70 teníamos una visión muy distinta de cómo iba a ser la vida en el siglo XXI. ¿El futuro no es como se creía?
RESPUESTA.- Hasta cierto punto es cierto. Hemos dejado de pisar el acelerador y tendríamos que estar yendo mucho más rápido. En los últimos años, no hemos avanzado todo lo que deberíamos. Se lo voy a demostrar con cifras. Desde que John Byron dio la vuelta al mundo en dos años, allá por 1765, siempre ha existido una carrera por ir más y más rápido. En 1929, el récord de una vuelta a la Tierra quedó fijado en ocho días y medio. En 1969, el Apolo X marcó el techo de velocidad de una nave tripulada a 24.791 millas por hora (39.897 kilómetros por hora). Y ahí nos quedamos. Ahora parece que vamos a volver a la Luna, pero ¡usando la misma tecnología que hace 40 años!
P.- Pero no negará que, en otros campos, se han producido vertiginosos avances. ¿Qué me dice de internet?
R.- Internet ha sido una enorme distracción. Positiva, eso sí, porque responde a esa necesidad tan humana como la de comunicarse, y cuanto más, mejor. La Red ha avanzado porque es una tecnología solitaria, que se mueve por el impulso de una sola cabeza pensante y que no entraña grandes riesgos. En el mundo del transporte todo es más complicado, porque no nos movemos en una realidad vitual, sino en el universo de la fricción, de los pesos pesados. Las cosas se rompen, saltan por los aires, hay víctimas mortales, como las hubo en la carrera espacial. Todo resulta mucho más caro y requiere un gran esfuerzo material y económico. Pero el reto está ahí y es claro: tenemos que volar más rápido que a 25.000 millas por hora...