La prima de mi madre se llama Dulce. De pequeña siempre me hacia gracia este nombre. Dulce tiene 45 años, y siempre ha vivido en el pueblo. Como es soltera, aun vive con su madre, nunca tuvo ansias de libertad e independencia. El caso es que la vida de dulce siempre ha girado en torno a un hecho amargo que para ella ha sido un punto de inflexion, aunque el resto de la gente ya ni se acuerda; cuando tenia 32 años, dulce tuvo un gran amor, de esos que la gente normal tiene a los 15, y los inocentes como dulce son capaces de tener pasados los treinta. En el pueblo, una chica de esa edad ya es mirada como la solterona que criara a los sobrinos y hara compañia a los padres de viejos, y la verdad es que para Dulce era la ultima oportunidad de casarse y tener hijos. La cosa no salio bien, y el chico se fue del pueblo a trabajar a Madrid.
En los años siguientes, Dulce trabajo en la fabrica de tejanos, cosiendo las cremalleras de los pantalones, y siguio viviendo con su madre. Las amigas que no se casaban se iban del pueblo, y las que se quedaban se pasaban el rato hablando de combinaciones de verduras para la papilla de los bebes.
Dulce pasa los sabados viendo la pelicula con su madre y lamentandose del novio perdido. De hecho, cada vez se parece mas a su madre, ahora parecen hermanas. Dulce no se arregla nada, o bueno, tendria que decir que no se arreglaba. Despues de años de vida gris, ha recibido noticias de aquel novio. Por lo visto se ha separado, y ahora, a buenas horas, se ha acordado de Dulce.
Dulce esta contenta como una adolescente, se ha empezado a arreglar, la ultima vez que estuve en el pueblo me pidio que le enseñara como me pinto yo los ojos, le gusta mi sombra verde con raya negra, y me pregunto la marca del pintalabios rojo que me pongo para salir.
Aun no se han visto, pero a mi me da pena Dulce, ve a este viejo novio como el fin de su tristeza, como la posibilidad de ser la que quiso ser y no pudo, pero el tiempo siempre va hacia delante.