Josep-Ignasi Saranyana
Profesor de Teología
Universidad de Navarra
El Periódico comentaba, hace poco, que la historia sagrada (Caín, Abrahán, Isaac, etc.) impregnaba antes la vida cotidiana de los adolescentes y que "de esa presión ideológica [sic] hemos pasado ahora al relativismo laico", a "ahuyentar cualquier atisbo de reminiscencia religiosa". Días después, Reyes Mate denunciaba, en el mismo rotativo, que la juventud española padece "un anacrónico analfabetismo religioso"; y que le preocupaba no "tanto la descristianización del país, sino la deshumanización de las nuevas generaciones".
Es innegable que los planteamientos laicistas se encuentran en este punto, como en tantos otros, ante un dilema. La pregunta es, en efecto, si puede el fenómeno religioso prescindir de su matriz religiosa y transformarse en puro fenómeno cultural; si pueden interesar a las nuevas generaciones, unas expresiones artísticas (Giotto, por ejemplo) producidas por convicciones que ya se consideran muertas.
Por analogía, Pacino nos ofrece pistas para comprender por qué es imposible que Moisés y David interesen, si se extinguen las convicciones religiosas. ¡Sin ellas, en efecto, qué me importan –dicen los jóvenes– Abrahán, Isaac, Jacob y otros beduinos del próximo oriente, que vivieron hace tres mil años y pico! Ni los entienden, ni les divierten, ni les interesan. Una cultura cristiana sin cristianismo es una utopía. Y entonces acecha la deshumanización, como temen los laicistas, y nuestro mundo se desnorta.
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Interesante sobre este tema la carta escrita en torno a 1905 en la que el diputado socialista francés Jean Jaurès, fundador del periódico "L’Humanité", le envió a su hijo cuando éste le pidió un justificante que le eximiese de estudiar religión. Si encuentro el medio te la hago llegar.
Escrito por Mª del Pilar 01 Jul 2009, 00:09