ENTREVISTA AL DIARIDETARRAGONA.COM - 7 de gener
El diputado socialista Joan Ruiz es vitalista y mantiene un punto de rebeldía de la juventud
Las amistades trabadas a lo largo de 35 años de actividad política en los que se ha pateado el territorio es lo que más llena a Joan Ruiz. - PERE FERRÉ
És preferible que duri molts anys, que ja siguis vell quan fondegis l’illa, ric de tot el que hauràs guanyat fent el camí, sense esperar que t’hagi de donar riqueses Ítaca». Después de charlar con Joan Ruiz Carbonell, diputado del PSC por Tarragona, te quedas con la convicción de que este hombre es profundamente mediterráneo: hasta la médula. Tiene un aire como de pensador, le gusta la historia, se toma las cosas con filosofía, y se divierte con la buena mesa y la conversación –que al punto desata franca–, y se ve que disfruta tanto al acudir a una reunión de una comisión como al salir disparado a por el libro que le hace falta a su hija pequeña, o a hacer la compra al Mercadona.
Optimista, da la sensación de que puede tocar todas las teclas y de que sabe vivir la vida con naturalidad y profundidad a la vez, con un gusto horaciano, con el talante justo como para evitar que la vorágine de la agenda, que cumple a rajatabla, corrompa parcelas sagradas como la del espíritu, los afectos y las convicciones.
Dice que no es la veteranía la que le da este temple, que ha sido así siempre, que es como un poco hippy. Le va bien el poema de Kavafis. Así titula su blog: ‘El bloc del Joan Ruiz. De viatge cap a Ítaca’. Aquí junta, con orden y acierto, ideario y gestión política, anécdotas y emociones personales, noticias...
La charla tiene lugar pocos días antes de la apertura solemne de la X legislatura en el Congreso. «Mira, acabo de comprar el billete del AVE». Y lo saca, doblado algo descuidadamente, del bolsillo de la americana como de pana. Debajo, un chaleco, aún un jersei, y la camisa. Estilo sport, entre relajado y austero.
Marinero en tierra
Tan bien como él estaría en una huerta del mar. Pero no ejercerá en Madrid de marinero en tierra: «La ciudad es preciosa. ¡Tiene una vida! Siempre llena de gente, es cosmopolita, oyes todos los idiomas del mundo por la calle. ¡Me pego unas caminatas después de cenar!», exclama. Anuncia alegre, y hasta da una palmada al aire, que ahora podrá tomar café allí con su hija mediana, la de 23, que estudia este año en Madrid y tiene interés por la política. La sonrisa en la cara le queda puesta un buen rato.
El gusanillo por la cosa pública dice que no se inculca: «Yo no lo he hecho. El mayor, de 25, tiene también inquietudes, pero es más inconformista. Indignado no, no es la palabra, aunque estaba en la Plaça Catalunya... La pequeña, no lo sabemos: tiene 16 años». Es a la que lleva y trae cada día del instituto. «Y la que me espera cada noche para cenar juntos». Y lo cuenta con otra sonrisa igual que la del gato de Cheshire.
El mayor de cuatro hermanos, nació en Valencia en 1954 y con nueve años llegó a Tarragona. Estudió en la Salle, después Magisterio y, más tarde, se licenció en Geografía e Historia. De su madre, natural de Daimús –en la Safor, «la millor terreta del món»–, heredó el buen hacer culinario. La especialidad de quien fuera nueve años profesor de EGB en el Pax, y jefe del gabinete de Josep M. Recasens (1984-89), es la fideuà al estilo de Gandia. «Soy de cultura gastronómica valenciana. La madre marca en la cocina, al menos en mi generación. En la de mis hijos ya no, porque en mi casa cocino yo más que mi mujer». Y también hace la compra.
- Ahora cuando termine la entrevista, tengo que ir al súper.
- ¿Y ya tiene la lista hecha?
- No, nunca hago lista. Yo sé lo que hay exactamente en cada estante de la cocina. Y en la nevera.
- ¿De verdad?
- Claro. ¿Usted no sabe lo que tiene en la nevera?
- Mi nevera... dejémoslo. No me cuadra que un diputado en Madrid vaya al supermercado cada semana. ¿En serio tiene tiempo?
- Y tanto. Si aprietas, hay tiempo para todo.
Carpe diem. Hasta para ir a buscar setas a L’Argentera: «Cojo fredolics, rovellons, mataparents, ceps, rossinyols, llengües de bou... pero no pienso decir dónde, ja, ja, ja». Abstemio radical –«hace 30 años que nada de alcohol, pero cuando algún amigo árabe me dice ‘oye, tú eres medio musulmán’, digo ‘sí, sí, tráeme un jamón y verás’»–, tiene algo de aventurero, aunque él lo niega. Si con 20 años atravesó Marruecos con el 2CV, y al año siguiente tiró para Turquía cuando en la frontera de la URSS le impidieron entrar en el país, este año ha visitado la plaza Tahrir en El Cairo para hacerse fotos con la gente en las barricadas.
A Joan Ruiz se lo imagina una con chilaba, y colaría; con túnica griega o romana, y también; y vendiendo en el Gran Bazar de Estambul, y pescando en Cerdeña... Pero es tarragoní.
- No hay nada que me guste más que el Seguici Popular y los Pilars Caminant.
- ¿Y la Entrada del Braç?
- ¡Hombre, hombre! ¡LaEntrada del Braç de Santa Tecla es la cosa más espectacular que uno puede ver! ¡Cuando cae el oripell y suena la traca junto con las gralles, es que se te pone la piel de gallina!
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