Presentación
27 Noviembre, 2007 12:13
Escrito por jmdf,
General
Josep Maria Dalmau jmdf@fondoimagenes.com www.fondoimagenes.com
La naturaleza siempre ha sido mi lugar preferido, donde todo es armonía y los problemas diarios parecen desaparecer. A ella he dedicado siempre mis ratos de ocio, todo el tiempo que puedo obtener fuera de mi profesión dedicado a la infografia. No es de extrañar pues que hiciera de la fotografía de la naturaleza mi segundo oficio. En la fotografía aérea el mundo es inmenso a vista de pájaro, en la macrofotografía los pétalos de una flor se llenan de exquisitos surcos, una pequeña libélula se convierte en un mítico ser alado.
Vivimos en un mundo mayoritariamente urbanita que no siempre puede prestar la atención debida al mundo natural. Las fotografías y articulos que aquí encontrareis, es el resultado de una vida observando la naturaleza, respetándola, mezclándome con ella para así obtener las más bellas imágenes de los pequeños seres en su más intrínseca intimidad. El amor y el respeto al medioambiente, es mi incentivo para mejorar diariamente mi técnica para poder así ofrecer las más bellas imágenes del mundo que nos rodea.
Nací en una pequeña masía, muy cerca del río Francoli. Mis primeros años estuvieron impregnados de los aromas y colores de todo aquello que pasaba cerca de mi río. El suave murmullo del aire al mover los cañizales, el bruñir de las abejas en su constante libar, por las noches los grillos acompañaban con su canto desde el temprano ocaso. Era un río limpio, que casi no se tomaba en serio su cometido, donde la acción destructiva del hombre aun no se había hecho evidente.
En sus márgenes, el hombre vivía en perfecta armonía con la naturaleza mientras el paso de las estaciones gastaba lentamente la larga rueda de la vida. El bochorno estival, casi nunca llegaba a secarlo mientras las ranas cantaban en las charcas y las libélulas se enseñoreaban con acrobáticos vuelos en las balsas llenas de peces rojos. De repente; las golondrinas alteraban con sus agudos cantos la pacifica tarde, mientras cortaban el viento con las alas volando a ras de tierra como si el complejo de ICARO las abandonara.
Negras nubes venían del sur oscureciendo el cielo; el trueno se adueñaba del lugar, hombre y animales buscaban cobijo donde guarecerse. Estallaba la tormenta con sus purificadores efectos. Al día siguiente, el río bajaba crecido y sus aguas eran marrones de tierra arrastrada desde las montañas. Su cauce engrandecido y las tranquilas aguas de antaño ahora mostraban las garras de su poder. La hierba abatida por la fuerza de los elementos, en pocos días, volvía a crecer con renovada sinergia y todos los pequeños seres que poblaban mi río volvían a cantar la alegría de la vida.
¿Por que escribo este largo capitulo en un extraño blog llamado “Diario de un fotógrafo de la naturaleza”? porque éste, no estaría completo si no explicara los motivos que me han llevado hasta aquí. Tal vez sean recuerdos o añoranzas de tiempos pasados, de aguas cristalinas y suaves perfumes a hierbas mojadas que deseo revivir.
Imágenes que desaparecieron violentamente con la llegada de las petroquímicas y sus efectos devastadores sobre el medio ambiente. Llegaron con traicioneros cantos de sirena, enturbiaron el aire con sus pútridas emanaciones, secuestraron el agua y la poca que logra llegar al final, “cuando llega”, esta contaminada.
Os muestro lo poco que ha quedado de este río. Busco retazos de una extraña belleza que logra sobrevivir. Pequeños animales y aves que en esta caótica maraña de tubos, aún encuentran un lugar donde anidar y procrear. Recordar, amables lectores, el río y la naturaleza, no necesitan escrituras ni actas notariales para recobrar lo que le pertenece. Llegará un día, que el agua bajará con tanta fuerza, que arrastrará tras ella contaminación y contaminantes.
Mientras, aquí os dejo estas bellas imágenes y permitidme, que os siga contando mi diario.
Pero, volvamos a la historia que os estaba explicando sin la cual, este diario tal vez no tendría sentido; mas adelante en posteriores días, escribiré sobre mi técnica fotográfica, así como el equipo y mis andanzas entre los matorrales para sumergirme en este mágico mundo lleno de armonía y concordancias.
Al lado de mi casa, donde yo vivía estaba el establo de los animales; me gustaba la fresca sombra que los envolvía, el olor a heno, el suave mugir. Me gustaban los animales, pero también me daban miedo. Por aquel entonces, yo era muy pequeño; tal vez por esto buscaba la compañía de animalitos mas pequeños para jugar con ellos.
Mas allá del establo, estaba la balsa y el pozo profundo y misterioso, producía profundos ecos cuando gritaba mi nombre en su boca. Un gran cañizal rodeaba el lugar produciendo infinitos murmullos. Era mi lugar predilecto.
La balsa con sus aguas verdes era profunda y misteriosa. Estaba llena de grandes peces de color rojo. Casi siempre volaban sobre sus aguas pequeñas libélulas de todos los colores que como diminutos helicópteros se paraban sobre el agua con un vertiginoso movimiento de sus alas.
Pasaba horas observando a mis pequeños amigos; ellos me rodeaban y ejecutaban para mi increíbles danzas. En ocasiones parecía que me hablaban. Nunca molesté a ninguno.
Tal vez por esto mis pequeños amigos alados de la balsa llena de peces que han muerto hace ya tantos años, por alguna extraña alquimia de la vida, ahora vuelven a posarse delante de mi objetivo para que los fotografié y hasta parece que me saludan.
Este es mi mágico mundo que os quiero mostrar. Un mundo pequeño, sombra de lo que fue y que hay que luchar para que vuelva a recobrar todo su esplendor.
Sus pequeños habitantes luchan contra su mayor depredador para sobrevivir, “EL HOMBRE” y sus diabólicas invenciones que llenan mi río de tubos y chimeneas humeantes.
Si destruimos la naturaleza, también destruiremos nuestros recuerdos y nuestro futuro.
Josep Maria.
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