ECONOMIA DE GUERRA
El otro día me dijeron que estamos como en una postguerra, pero sin haber pasado una guerra. Lo encuentro bastante acertado, lo único es que tenemos la desventaja de no estar acostumbrados a comer patatas. Sinceramente, si son las 11 de la mañana y solo he tomado un vaso de leche me mareo, el comer poco lo llevo mal, no tengo el cuerpo para pasar penurias ni para acostarme sin cenar. Es lo que tiene comer bistecs y lujos similares desde pequeña, me pregunto si nos podriamos desacostumbrar del bien comer.
Como en toda postguerra, la gente se busca la vida. Ahora, en vez de extraperlo la gente va haciendo lo que puede, como vender en el mercado de segunda mano todos los cacharros de casa, no faltan tiendas de segunda mano, rastrillos o webs. Algunas se ponen en el comedor de casa una peluqueria, hacen depilaciones y manicuras. Por supuesto el mercado del reciclaje es un filón, puedes recoger hierro para venderlo, o cartón, increible el movimiento de recoge-cartones cuando cierran las tiendas. Otras personas venden ropa usada en los mercadillos, por un euro la pieza nadie pregunta de que contenedor se ha robado. También se de bares "piratas", en el porche de casa pones una mesas, y el lavabo de tu casa es el del bar. Lo de poner carteles para limpiar, hacer tartas para cumpleaños o realquilar habitaciones casi que se ve de épocas buenas, ahora la desperación hace buscar nuevas vias de ingresos.