10 Dic, 2008
El Sabinoso
Le conocí en una de esas ferias o exposiciones de Barcelona. Representaba a una firma norteamericana de informática aplicada a la industria. Robots y chismes así. Cuando le dije que era de Tarragona me anunció que casi había vivido allí. Pasé por alto el detalle hasta que, más adelante en la conversación, agotados los microprocesadores, el “soft” y el “hard” cuando apenas conseguía despegar los “bytes” de mis pestañas y el ROM o el REM me mordisqueaban los bajos del pantalón y con la mano conseguía apartar una maraña de “inputs”, “feedbacks”, “runs” y “processes”, picado por una curiosidad meramente humana le pregunté por lo que cabía dentro de aquel “casi”.
-Yo era un sabinosoCosas de la sociedad de los años 40 y el bacilo de Koch.
-¿ De los de la bata gris y el pelo rapado?
-De esos
Su padre había sobrevivido los tiros en la brigada de Líster y se había apeado del lío de la guerra a la altura de Artesa de Segre, para acceder a un veraneo pagado por cuenta del estado de Franco en el campo de concentración de Albatera. Cuando lo soltaron en el 43 tenía dos hermosas cavernas en su pulmón izquierdo. Los aires malsanos del Barcelona piojoso de la postguerra lo acabaron de matar cuatro años después. Al tiempo que su madre se consumía en un sanatorio leridano, a mi recién amigo le asignaron una plaza en el flamante Preventorio Antituberculoso de la Sabinosa. Le pelaron al cero y le vistieron con unos ropajes de un gris indefinido, cubierto de una bata a rayas.
En la Sabinosa conoció el mar y aprendió a leer, dos experiencias infantiles de las que imprimen carácter. Ahí venía lo de casi vivir en Tarragona. De todo el tiempo que estuvo en la Sabinosa siempre había alguien que iba o venía a Tarragona, de la que él veía, recortadas en el horizonte poniente, unas torres de catedral. Les llevaban en rebaño a interminables paseos, pero jamás llegó al caso urbano de Tarragona. En la playa de la Rabasada veía en verano a los niños de la ciudad, que siempre le parecieron extrañamente libres.
-Tu debías ser uno de esos
-Pues quizás
En algún lugar de su cerebro le quedó anclada la cruz de Lorena del Patronato Nacional Antituberculoso que garabateaba en un sobre mientras charlábamos de experiencias compartidas como la misa al aire libre que se celebraba en varano y a la que había asistido algún domingo cuando mi tío era médico del Preventorio.
El Sabinoso me acabó de contar su vida. Terminó de criarse con unos parientes, emigró a Alemania al final de los 50 con las primeras hornadas de españolitos “gast-arbeiter”. Aprendió electrónica y su compañía aprovecho su español para destinarlo a una fábrica nueva en Venezuela. Allí, entre las plataformas petrolíferas y las refinerías de Araba, cambió de amos y se integró en una multinacional de Texas. Cuando el primer shock del petróleo en el 73 ya había empezado a trabajar con su actual empresa en la espiral de los ordenadores. Ahora dirige la división de inversiones en Europa.
Cuando le invité a venir a Tarragona no quiso. Con lucidez me dijo que estaba seguro que sería una ciudad ruidosa y bastante sucia en plena esquizofrenia entre la placidez que hallaron los romanos del imperio y la contaminación de las industrias de los americanos del 2º imperio. Prefería guardarla en la memoria como un lugar inalcanzable y maravilloso.
A mi me dio vergüenza decirle que la sabinosa era una ruina inutilizada por la inoperancia de las administraciones metaestatales. Sólo le dije que ya no se utilizaba como preventorio. A eso me contestó que sería bueno que fuera una institución que beneficiase a los niños. Lo que para él fue una cárcel con ventanas al mar podía ser una plataforma de libertades al mar. Luego se quedó con la mirada fija un buen rato y, de repente, se despidió. Me dejó una dirección de una suite en el World Trade Center de Houston.
Tampoco me dio tiempo a decirle que en la Sabinosa apenas quedan sabinas y que el día menos pensado cualquier político corrupto aprovechará el abandono para vender l finca a cualquier industria turística.
Desde luego ya no hay que encarcelar a los niños para prevenirles de la tuberculosis, pero como responsable de la salud de los niños no me cabe duda que hay infinitas posibilidades para un cntro dedicado a la atención integral de la infancia.
En memoria de mi amigo el Sabinoso de Houston me prometo comenzar a dar la lata y devolverle la Sabinosa a los niños.
(Publicado en Diari de Tarragona el 11 de abril de 1985)
Dos años fui......yo creia que todo en la vida era asi.....mal trato falta de cariño y dureza
Por eso cuando llegue alli me parecio un sitio que ya conocia tengase en cuenta que a mi con 7 años el maestro de la escuela me obligaba a poner mi cara en su mano y con la otra me daba tan tremendo bofeton que me sonaba la cabeza todo el dia.
Es cierto malisima comida,una tota y un pellizco de vez en cuando,terror por las noches cuando pasaba la cuidadora cerca de tu cama, vacunas y vacunas, misas y rosarios interminables horas y horas a pleno sol en la playa sin poder ni siquiera correr jugar y a veces ni hablar olvidar quiero olvidar con casi sesenta años no lo he conseguido.
Un abrazo para todos compañeros de infortunio
Mi marido tiene 60 años fué con unos 8, pero le ha marcado para siempre, fué con su hermano más pequeño que era muy endeble y sin apetito, pero no enfermo, le obligaban a comer su vómito y mi marido fué capaz de comerlo él rápido para no ver sufrir a su hermano, piensen que trauma para el ser capaz de esto.
Escrito por rosa lobo 02 Oct 2012, 21:28Yo estuve en el año 1965. Ya en el viaje de desplazamiento desde Madrid, toda la noche en un tren con los asientos de madera y te obligan a "dormir" apoyando la cabeza sobre el costado del compañero, en fin "viaje en 1ª clase". Lo siguiente fué tan agradable como lo anterior, todavÃa hoy me pregunto, independientemente de las situación social en aquel tiempo, como se podÃa tratar con esa dureza a criaturas de 6, 7 o mas años que no habian sido nunca separados del entorno familiar. En cuanto se refiere a las comidas, recuerdo un compañero que se sentaba enfrente mio, terminando de comerse una ensalada le apareció una babosa debajo de un trozo de lechuga. Por la noche era terrorifico pensar que te pillase despierto, hablando o que te encontrases mal por el trato que te dispensaba la "señorita" que cuidaba en mi pabellón, no he visto en mi vida persona con mas mala leche y crueldad con un niño.
Escrito por Angel Rodriguez 02 Ene 2014, 14:22

