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Valorar en público la acción docente: ¿otro signo de los tiempos que corren?

Imagina que eres docente en activo.

Un día recibes el correo de un compañero o compañera: «en tal web te evalúan tus estudiantes». Vas a la web, sí, para tu asombro, una evaluación anónima te da un suspenso en tu actividad docente, has salido malparado en categorías como «guay y divertido», «motivado», «humano» o «buen profesor», y en una escala numérica, la misma que se usa en tu centro, recibes un suspenso. Entonces te indignas y llevas a los propietarios de la web a un juicio que pierdes, recurres, vuelves a perder, llevas el caso hasta el Tribunal Supremo, y pierdes de nuevo. Esto es lo que le ha ocurrido a una profesora alemana, según se informa en Eurity y en el Times Online.

Si no eres profesora podrás imaginártelo pensando que tus clientes, tus visitantes, las personas a las que atiendes desde un mostrador o una oficina, o las personas para las que fabricas, cuelgan en Internet una valoración de tí cualquier día.

Sin entrar en las características y ramificaciones del caso, que son muchas (¿Es válida una evaluación pública pero hecha de forma anónima? ¿Se evita que un mismo estudiante pueda votar varias veces? ¿Son pertinentes las categorías de valoración? ¿Qué hay del acoso o los insultos al profesorado con sms y correos electrónicos? ¿Hasta dónde llega el derecho de expresión de los estudiantes? ¿Hasta dónde llega el derecho del profesorado a su intimidad y dignidad?), lo que parece claro es que el cambio del rol del docente (entre otras cosas, deja de ser el centro de la formación) va parejo al cambio del rol del estudiante (entre otras cosas, es más exigente, tiene criterio, y sabe servirse de la tecnología).

Aun admitiendo las perversiones de estas valoraciones anónimas y públicas, mientras no valoren a la persona sino a su acción docente, mientras las categorías de evaluación se refieran a elementos de su enseñanza, los tribunales van a dictaminar que es una expresión de la libertad de opinión sobre una actividad pública, la de ser docente.

Bueno, tal vez el problema no sea el hecho en sí, sino en los efectos que pueda tener. Como todo lo que aparece en la Red, debe contrastarse y sopesarse: que los estudiantes tengan criterio y exijan recibir una buena enseñanza es distinto al acoso o a la burla. Seguramente los estudiantes pueden dar su opinión en público, aunque no se debe otorgar a este tipo de evaluaciones el mismo valor que las realizadas por las instituciones docentes como parte de su evaluación del profesorado y de la mejora de su calidad docente.

Tal como va todo (cuando las barbas de tu vecino veas pelar...), en cuestión de meses tendremos una web similar a la de ratemyteachers.com en castellano (¿alguien sabe si ya existe una?), y puede hacer furor entre los estudiantes, que estarán encantados de vapulear a ciertos profesores... y ¿quién sabe? dar una valoración favorable de otros...

 

ratemyteachers.com

 

 

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