¡¡Estudiante, pon un tenzing en tu vida!!

¿Ha pensado alguna vez el lector en que a lo largo de nuestra vida tenemos al lado a una o más personas en las que nos apoyamos, a quienes confiamos nuestras desdichas y nuestros pequeños triunfos?

En el artículo de Josep Maria Espinàs Gracias a nuestros 'tenzings' este concepto se explica muy bien. Aquí aparecen Tenzing Norgay y Edmund Hillary, los primeros humanos en llegar a la cumbre del Everest (Chomolungma, la madre del mundo):

http://snowedin.net/blog      http://www.cureblindness.org/who/hillary.html

Al leerlo volví a pensar en un concepto similar, del que supe por primera vez por la profesora Lynne Schrum en mi universidad, la UOC, en 2004: el de la persona a la que el estudiante virtual se acerca en busca de apoyo o simplemente para que le escuche. Ella lo llamó «mentor». No se trata de un compañero de estudios (aunque podría serlo), ni de un profesor, sino de una persona cercana dispuesta a escuchar al estudiante, su penas académicas, sus pequeños triunfos, una persona que se interesa de vez en cuando por cómo van las cosas, que puede aconsejar incluso, aunque no conozca los contenidos ni sea estudiante(Más)

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¡¡ Sé aprender !!

Nuestro hombre se sentía aislado y fuera de lugar.

Había regresado a su hogar, en el que no se reconocía. Había sufrido y matado en una guerra en la que había pasado de muchacho a adulto. Nuestro hombre no quería un trabajo mal pagado y sin futuro, pero no conseguía nada mejor. Nuestro hombre había descubierto que su esposa le ninguneaba. Encuentra de nuevo el amor pero el padre de su amada no le considera digno de ella.

Nuestro hombre decidió huir hacia adelante, dejar su ciudad y comenzar otra vez en otra parte. Dónde le daba igual, su destino vendría con el vuelo que saliera antes. «Pues entonces hacia el Este, es el primero que sale», le dijeron, «bien, entonces ése», contestó, «voy a dar un paseo mientras tanto.» Ese paseo cambió su vida para siempre. Y es que se encontró con un capataz que dirigía el desguace de cientos de aviones que la paz había convertido en inútiles, y con la paz lo que urgía era casas prefabricadas. Nuestro hombre le preguntó si necesitaban gente. La mirada de desconfianza del capataz era elocuente.

- ¿Sabe algo de construcción?

- No, pero hay algo que sé hacer. Sé aprender. (Más)

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