Esta no es una fábula, sino una historia verídica cuyo desenlace recién se conoce.
Estatuilla de un íbi
ce griego en la que se destaca una tiara.
Pero
la epopeya de 22 mil tesoros arqueológicos de Afganistán que
desaparecieron a fines de la década de los '80 pero lograron sobrevivir
al régimen talibán tiene los ingredientes de una gran aventura:
misterio, coraje y un final con sorpresas.
Un
total de 220 de estos tesoros, piezas únicas de oro y marfil de más de
2.000 años de antigüedad, se exhiben hoy en el Museo Guimet de París.
Cuando
las piezas desaparecieron, Afganistán se encontraba entonces sacudido
por la violencia y la destrucción, en las puertas de una guerra civil
luego del fin de la invasión soviética, y fueron dadas por perdidas o
robadas.
La
amenaza de los talibanes
Muchos
consideraban imposible que los tesoros pudiesen salvarse del régimen
talibán, que tomó las riendas del país en la década siguiente y
pretendió acabar con toda huella de cultura preislámica en Afganistán.
Un colgante llamado "el soberano y los dragones", adornado con
turquesa y el lapislázuli. La colección del museo de Kabul.
"Los
quisieron destruir por la misma razón, por ejemplo, que los
conquistadores españoles destruyeron la capital azteca en México,
Tenochtitlán, en 1519", explicó Michael Barry, experto en cultura
afgana de la Universidad de Princeton y del museo Metropolitan de Nueva
York.
"No
consideraban las estatuas antiguas como pedazos de una historia, sino
como mensajes de otra religión todavía viva", agregó Barry. Y los
talibanes veían esos tesoros como "un mensaje contra el Islam mismo". Y
por cierto estos tesoros tenían mucho para decir sobre el pasado
multicultural del país, fruto de la influencia mesopotámica, india,
griega y china en esas tierras, cruce de civilizaciones antiguas.
Siete llaves
Las
piezas se salvaron por la decisión del presidente prosoviético de
Afganistán, Mohamed Najibulá, de sacarlas del museo de Kabul y
esconderlas en las bóvedas del palacio presidencial de Arg a fines de
los '80.
Allí
quedaron guardadas bajo siete llaves, cada una de ellas entregada a una
persona diferente, sin que esas personas supieran quiénes eran las dem
ás. Najibulá murió en la horca.
Un broche que representa el amor de un heredero por un delfín.
La colección del museo de Kabul. <
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"Se
tenían que reunir las siete personas con las siete llaves para poder
abrir los cofres", relató Sophie Maire, del Museo Guimet, que habló en
nombre del curador de la exposición.
Agregó
que los talibanes llegaron a capturar a algunas de esas personas e
intentaron quitarles las llaves a la fuerza, pero no lo lograron.
"Gracias a esa voluntad de los afganos no pudieron coger nunca el
tesoro".
Re-descubrimiento
Quien
pudo finalmente dar con las siete llaves y reabrir la bóveda fue el
presidente afgano Amir Karzai, después de que el régimen talibán fuera
derrocado por una coalición militar de Occidente en 2001.
En
medio de una situación aún inestable en su país, Karzai permitió en
mayo que una porción representativa de los tesoros fuesen exhibidos en
el extranjero. Algo que el Parlamento afgano primero rechazó y luego
aceptó.
Sortija decorada con una piedra preciosa en la que
está tallada la figura de una mujer.
Estos
cambios de última hora explican por qué la exposición en París,
denominada "Los tesoros recuperados" y primer destino de la gira
internacional, carece siquiera de catálogo.
"Las piezas llegaron al museo Guimet el 15 de octubre", comentó Maire. "Fueron fotografiadas y restauradas en sitio".
Los
tesoros en exhibición provienen de diferentes sitios arqueológicos de
Afganistán, incluidos Begram (piezas del Mediterráneo, India o China) y
Tillia Tepe (con oro de la Escitia).
Las
piezas van desde jarrones y brazaletes de oro, hasta figuras femeninas
en marfil, con una sensualidad ajena a los códigos islámicos. También
hay una corona desarmable y jarras de vidrio con forma de pez, para
servir vino.
Barry,
que viajó a París para ver los tesoros, dijo que la exposición supone
una expresión de respeto por el pasado de los afganos y su cultura.
"Mostrar esos teso
ros es otra ideología", consideró. "Una ideología que podría llamarse científica y liberal".
Fuente: Gerardo Lissardy, Paris / BBC, 27 de diciembre de 2006