MEXICO - Concentra el Calendario Azteca el conocimiento cosmogónico mexica - El Porvenir.com
Finamente labrado
en bajo relieve en piedra basáltica, el monolito tiene un diámetro de
3.60 metros y pesa alrededor de 25 toneladas. 
La
enorme piedra astronómica fue descubierta una tarde de 1790 en el
costado sur de la Plaza Mayor de la Ciudad de México, en un área
cercana a la acequia que corría por el costado meridional del Palacio
Nacional, cuando se llevaban a cabo los trabajos de nivelación del
zócalo capitalino. Acompañado
de Coatlicue, otro de los monolitos más famosas de la antigüedad
indígena, el Calendario Azteca tuvo mejor fortuna que la Diosa Madre,
al ser adosada en un muro de la Catedral Metropolitana, como símbolo de
la fusión de dos culturas, mientras que su compañera quedó arrumbada en
el patio de la Real Universidad y después volvió a ser enterrada. De
acuerdo con los historiadores, en el nuevo sitio que ocupó la piedra,
ésta se deterioró no sólo por estar al aire libre, sino sobre todo
porque, narran los cronistas, la gente lanzaba inmundicias y fruta
podrida al relieve, e incluso los soldados que ocuparon la Ciudad de
México "mataban" el tiempo "tirando al blanco" al rostro de la deidad. &nbs
p; No
obstante el desprecio de algunos, refiere el arqueólogo Felipe Solís en
uno de sus estudios sobre los descubrimientos, la Coatlicue y la Piedra
del Sol eran adoradas en secreto por algunos indígenas que aún
profesaban fe a sus deidades antiguas. En
su libro "El Calendario Azteca y otros monumentos solares", el
especialista indica que el primer estudio serio sobre la Piedra del Sol
lo hizo Antonio León y Gama, en 1792, apenas dos años después de su
descubrimiento. Desde
entonces se ha efectuado infinidad de estudios sobre el monolito, como
los hechos por el también arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, y sobre
ella se han hecho varias propues tas en torno al valor numérico de cada
uno de los elementos presentes en el relieve. Gracias
a complicadas operaciones matemáticas, se ha descubierto que el
monolito representa la suma de observaciones astronómicas y es el
resultado de complicados cómputos calendáricos. El
destino de la piedra volvió a cambiar en 1885, cuando militares del
gobierno porfirista desprendieron el monolito del muro de la Catedral
para conducirlo al salón principal del Museo Nacional, ubicado entonces
en la Calle de Moneda. El Calendario se convirtió en la pieza central de la "Galería de Monolitos", fundada en 1887.
Estudios
hechos a la Piedra del Sol revelan que se compone de cinco círculos
concéntricos y una imagen central que en otra época, de acuerdo con los
especialistas, debió haber estado pintada en su totalidad, pues se
trataba de un monumento de carácter solar que muestra elementos
relacionados con el transcurrir del tiempo. La
imagen central ha provocado diversas polémicas, pues algunos
especialistas refieren que se trata de Tonatiuh, Dios del Sol, mientras
que otros aseguran que es Xiuhtecuhtli, deidad del centro del Universo,
e incluso Huitzilopochtli, aunque hace algunos años se planteó que la
imagen tiene que ver con el inframundo, con la Tierra, o que es el Sol
nocturno, en una versión peculiar de Tonatiuh. En el primer círculo alrededor de la imagen central aparece la representació n
de los cinco soles generadores del mundo: 4 jaguar (nahui océlotl), el
primer Sol; 4 viento (nahui ehécatl), el segundo; 4 lluvia de fuego
(nahui quiáhuitl), el tercero, y 4 agua (nahui atl), el cuarto astro
rey. Más
atrás, en el segundo círculo se encuentran los soles cosmogónicos y en
la siguiente banda circular aparecen los 20 signos del calendario
indígena, entre los que destacan Lagarto (cipactli), Viento (ehécatl),
Casa (calli), Lagartija (cuetzpalin) , Serpiente (cóatl), Muerte (miquiztli), Venado (mázatl), Conejo (tochtli), Agua (atl) y Perro (itzcuintli) . Además,
hay representaciones de mono (ozomatli), hierba divina (malinalli),
caña (ácatl), jaguar (océlotl), águila (cuauhtli), buitre o zopilote
(cozacacuacuhtli) , movimiento (ollin), cuchillo de pedernal
(técpatl), lluvia (quiáhuitl) y flor (xóchitl), objetos que se vinculan
al movimiento del Sol con la conformación del ciclo calendárico. El
tercero y cuarto círculos incluye elementos que simbolizan el universo
y el calor del Sol que se extiende por todos los rumbos, y más al
extremo se aprecian las puntas de cuatro púas sagradas en medio de sus
ocho remates, tres plumas y un jade cada uno. Complementan
este diseño circular hileras de plumas cortas de águila, corrientes de
sangre, bandas de chalchíhuitl y remates que simbolizan la sangre. En
la última parte que bordea la piedra, los especialistas han determinado
que el quinto círculo refiere A dos serpientes de fuego o xiuhcóatl que
abren sus fauces, de las cuales emergen los perfiles de dos deidades
contrapuestas. se
ha propuesto al respecto que se trataría de Tonatiuh, el dios solar, y
Xiuhtecuhtli, el dios del fuego, simbolizando el cielo nocturno
estrellado y el lugar de la Tierra-noche, donde se hunde el Sol al
ponerse. El
enorme monolito preside actualmente la sala Mexica del Museo Nacional
de Antropología, en Chapultepec, donde a través de los años se ha
convertido en uno de los monumentos más emblemáticos de las culturas
prehispánicas. Pieza
que con su 3.60 metros de diámetro y 25 toneladas de peso, da muestra
no solo de la maestría escultórica de los ancestros de los mexicanos,
sino de los avanzados estudios matemáticos y astronómicos que poesía la
cultura mexica. Fuente: Notimex / El Porvenir.com, México. 16 de diciembre de 2006

Como
una de las muestras más antiguas y esplendorosas de la cosmovisión
prehispánica, este domingo 17 de diciembre se cumplen 216 años del
descubrimiento de la Piedar del Sol o Calendario Azteca, que desde ento
nces empezó a revelar al mundo los vastos conocimientos astronómicos y
matemáticos de los mexicas.
Finamente labrado en bajo
relieve en piedra basáltica, el monolito tiene un diámetro de 3.60
metros y pesa alrededor de 25 toneladas y se exhibe, para beneplácito
de visitantes nacionales y extranjeros, en el Museo Nacional de
Antropología, en esta ciudad.