México. Hallazgos en cueva La Morita corroboran presencia prehispánica en Nuevo León -[terraeantiqvae]
Cerca de
28 mil restos de lítica, hueso y concha, algunos de ellos con una
antigüedad de 12 mil años, confirman la presencia prehispánica en
territorios del estado de Nuevo León, y ponen fin a la idea de que se
trataba de un lugar inhóspito donde sólo habitaban salvajes sin ningún
tipo de cultura.
Para el arqueólogo Moisés Valadés destacó que la evidencia documental y arqueológica permite reconocer qué territorios de esa entidad estuvieron ocupados por indígenas que subsistieron de la caza, la pesca y la recolección de vegetales y animales, hasta su desaparición total, a fines del siglo XIX. El
especialista del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH),
en Nuevo León, recordó que la cueva La Morita se localiza a 100
kilómetros de la ciudad de Monterrey, entre las poblaciones de
Villaldama y Sabinas Hidalgo, al norte de Nuevo León, al pie de un
cerro con un alto frente rocoso, oquedades y covachas.
Dentro
de los vestigios que indican la presencia de las primeras ocupaciones,
en una quinta capa se encontraron lascas retocadas en asociación a
restos óseos de animal, en especial dos piezas molares de equus
americano, que además sobresalen por su localización entre las cenizas
de lo que probablemente fue un fogón u hoguera. "Este
hallazgo es importante porque es la primera vez que se encuentra fauna
pleistocénica en asociación directa a materiales culturales en Nuevo
León y a reserva de los resultados que arrojen las muestras de
radiocarbono, prolongan de manera relativa las ocupaciones humanas
hasta finales del Pleistoceno" , abundó. Valadés
recordó que como parte de los trabajos de prospección realizados en
2002, se registraron y catalogaron 160 nuevos sitios arqueológicos en
la entidad; 87 de ellos localizados en bajadas, planicies y abanicos
aluviales, y 73 sobre laderas, cimas, frentes rocosos, cuevas y abrigos
rocosos. Del
total de ocupaciones, acotó, el sitio La Morita destacó porque en
superficie parecía contener sedimentación suficiente para practicar
excavaciones. Sigue. Hallazgos/dos/ excavaciones. Además,
por su similitud con el abrigo rocoso Cueva Ahumada, donde entre 1997 y
1998 se rescataron numerosos artefactos líticos, ornamentos, objetos de
hueso y concha y restos de una inhumación, fragmentos óseos humanos y
restos botánicos, cuyo fechamiento ubicó las primeras ocupaciones del
sitio en alrededor de seis mil años. A
la fecha, agregó, se han registrado casi mil sitios que en su mayoría
se distribuyen en zonas a cielo abierto, pero en todos los casos donde
se han practicado excavaciones estratigráficas, regularmente presentan
muy baja densidad de materiales. Esta
condición se asume como una tendencia de distribución espacial normal,
vinculada a la alta movilidad de las sociedades de cazadores
recolectores, dado que al no existir barreras naturales, cada grupo
tenía la posibilidad de emplazar su campamento en el lugar que mejor se
adaptaba. Ello
dejó como resultado que la distribución de los materiales quedara
sujeta a los distintos procesos naturales y culturales que forman los
contextos arqueológicos. Dura
nte las temporadas 2003 y 2004, detalló, se excavó la cámara principal
de la cueva, teniendo como resultado 19 unidades estratigráficas con 27
mil 865 restos que en porcentaje superior al 91 por ciento fueron
líticos, 8.0 de hueso y concha y menos del uno por ciento, objetos
varios que incluyen restos contemporáneos procedentes de los estratos
superiores distribuidos en cinco capas. De
este voluminoso inventario destacan puntas de proyectil y herramientas
cuya morfología, en comparación con tipologías de áreas vecinas,
permite proponer que las primeras ocupaciones se remontan a finales del
período Paleoindio y se prolongan hasta el Arcaico Medio. Según
Moisés Valadés, tanto en las paredes interiores como exteriores se
elaboraron pinturas e incisos rupestres con figuras como círculos
simples y concéntricos, líneas rectas, en zigzag, curvas y onduladas. La
técnica de manufactura de las pinturas fue el de delineado simple con
tonalidades en rojo, naranja, amarillo y negro, mientras que los
incisos representan finas líneas rectas o en ángulo, manufacturadas
bajo la técnica de incisión, desgaste y pulido. Desafortunadamente,
las manifestaciones gráfico rupestres han sufrido afectaciones de
graffiti con pintura en aerosol y vinílica y mutilaciones por
percusión, resultado de la cercanía con la carretera. No
obstante, acotó, el resto del contexto y en particular la preservación
del depósito es excelente, considerando que sólo se practicaron dos
pozos de saqueo, uno de ellos en la cámara principal y el otro en una
cámara anexa. En
la cuarta capa se recuperaron artefactos burdos como raspadores,
tajadores, percutores, manos y lascas retocadas, puntas de proyectil,
así como otros ejemplares de forma triangular con acanaladuras o
adelgazamiento en su parte basal. A
partir de la tercera capa y en particular en la porción final de la
capa dos, proliferan gran número de pequeñas rocas angulosas,
artefactos característicos del período Arcaico, entre los que resaltan
gubias, metates sobre lajas planas, manos circulares y puntas de
proyectil. Mientras que en la parte media de la capa dos, se presenta la mayor frecuencia de artefactos. De acuerdo con e
l arqueólogo, la época de mayor ocupación del sitio corresponderí a
al período Arcaico Medio, en este caso son comunes puntas de proyectil,
que a nivel regional complementan los datos cronológicos y tipologías
propuestos para otros sitios como Boca de Potrerillos y Cueva Ahumada. La
capa uno por su parte da cuenta de un total abandono del sitio y en sus
primeros centímetros sólo alberga algunos artefactos de los años 50 a
nuestros días, seguramente relacionados con la época, cuando se abrió
la carretera y hubo esporádicas visitas de lugareños y excursionistas. Fuente: Notimex / Mundo Hispano, 14 de noviembre de 2006 Enlace: http://www.munhispa no.com/?nid= 255&sid=645644
Para el arqueólogo Moisés Valadés destacó que la evidencia documental y arqueológica permite reconocer qué territorios de esa entidad estuvieron ocupados por indígenas que subsistieron de la caza, la pesca y la recolección de vegetales y animales, hasta su desaparición total, a fines del siglo XIX.
Para
ubicar los restos, expuso, se ascienden unos 30 metros hasta la caverna
de origen cárstico, la cual tiene dos entradas principales que acceden
a una cámara en algunos puntos considerablemente reducida y oscura.
De
las excavaciones, explicó, se presume que a nivel regional este sitio
debió ser estratégico para la residencia temporal de cazadores
recolectores, quienes encontraron un lugar propicio para satisfacer sus
necesidades, a través de mitos, creencias y ceremonias celebradas con
grupos de cosmovisión similar.