Una gota en el mar. Por Pilar Crespo Álvarez

Ministras sin hijos y poco científicas

Pienso que es frivolizar demasiado que después de un acto sexual si me quedo embarazada y para tranquilizar mi conciencia, piense que el embrión resultante son unas cuantas células que puedo abortar.

Si además es la hija quien se queda embarazada la futura ley, anima a que disminuya la confianza padres-hijos ya que cuando vaya al médico (habitualemte hasta para un simple resfriado va acompañada) éste no pondrá objeciones para decirle con unas palmaditas que no pasa nada, que se siga acostando con quien quiera que para eso tenemos un gobierno progresista.

Quizá el problema sea que las ministras promotoras del invento varias ni están casadas ni tienen hijos, 

 ni son muy científicas.

Ya que la ciencia demuestra que hay vida desde el momento de la concepción. El genoma no presenta dudas, el ADN es el de un ser humano.

Y si no cambiamos los nombres a las cosas, abortar es matar. Abortar a las 22 semanas como dice Rosa Díez es un infanticidio.

Propongo a las Ministras sin hijos que lean alguno, de los muchos testimonios de cómo se encuentran las mujeres después de un aborto, y que escuchen a otras que a punto de abortar, algo les animo a no hacerlo, y ahora son muy felices con sus hijos.