19 Oct, 2007
Humanització i comerç
“Los vendedores y las civilizaciones”
és el títol del llibre que, editat per l’empresa Würth España, repassa la
història del comerç i els seus protagonistes des dels orígens de la humanitat i
al llarg dels segles. Entre els col·laboradors d’aquesta publicació, de la qual
s’han editat 65.000 exemplars, m’hi trobo jo mateix, com a codirector del
Projecte Atapuerca, ja que la Fundació Atapuerca ha donat suport a aquesta
iniciativa. D'aquesta manera Würth Espanya celebra el seu 3oè aniversari.
Per aquest motiu, us ofereixo alguns fragments del que escrit, amb la idea de convidar-vos a reflexionar de la importància del comerç en el procés d’humanització i com sempre, a establir diàleg amb vosaltres.
“Desde el inicio del proceso de humanización, hace tres millones de años, la humanidad ha ido socializando sistemáticamente el uso de la técnica de manera que han transformado aceleradamente las relaciones sociales de los humanos.
Al final del Pleistoceno Inferior, hace unos 10.000 años, apareció el intercambio de recursos entre diferentes poblaciones terrestres como una forma de complementariedad económica y social; es ahí donde encontramos el sustrato de lo que, más tarde, hacia los 6.000 años antes de ahora, será el comercio incipiente.
La agricultura y la ganadería extensiva dan origen al nacimiento de las grandes civilizaciones. Como consecuencia de los crecimientos demográficos producidos por los excedentes económicos, empieza -y se socializa- el comercio a gran escala, posible gracias al desarrollo y a la organización del transporte terrestre y marítimo.
El comercio lo cambió todo. Las redes que se establecieron para abastecer los diferentes mercados constituyeron auténticas vías de comunicación, intercambio y transferencia de ideas y de cultura, que funcionaron de Norte a Sur, de Este a Oeste y viceversa. Por vez primera, lo que llegaba también se quedaba hasta terminar influyendo en la construcción social de la población que lo recibía, pero también acontecía lo contrario, los recién llegados aprendían de los ya que ocupaban los territorios. La planetización había empezado, una forma irreversible de organización del Homo sapiens.
Las civilizaciones clásicas, por lo tanto, al socializarse el comercio, se estructuraron y la energía empezó a fluir por sus sistemas. El contacto centro- periferia se dinamizó y fijó la red a través de las rutas comerciales. Las redes fijan el conocimiento y la energía haciendo circular información, son asimismo redes de la economía, de la información y de los servicios y también lo son de las ideas y de la cultura. Así es como se transfiere un todo integrado a medida que los medios de comunicación y transporte evolucionan.
(...) Con el comercio, emergió la figura del prospector, y más tarde la del vendedor, cuyas capacidades más importantes eran convencer a la sociedad para que el producto que se pretende vender se socialice fácilmente en el espacio y el tiempo entre las poblaciones de humanos.
(...) Egipto, Mesopotamia, el Imperio Romano, la España imperial, la Corona de Aragón,... y ahora, los vendedores modernos son consecuencia de la evolución y del desarrollo de las interacciones económicas y sociales de los humanos.
En este discurso, Würth es uno de los agregados comerciales que han establecido con éxito redes trasnacionales basadas en nódulos interdependientes bien comandados, con estructuras de vendedores que aseguran la estructura comercial. Una fórmula que ofrece seguridad y capacidad de progreso consciente como estructura económica y, en el caso de esta empresa, se compromete con la cultura. El comercio integrado a la cultura es una forma de reciprocidad social que Würth lleva a cabo.
(...) Nuestra humanidad debe construirse mediante transacciones económicas organizadas y justas, su energía debe ser devuelta para el progreso equitativo de la especie.
(...) El comercio es y será un factor de integración económica en la sociedad; ahora tendríamos que ver qué puede hacer el comercio para mejorar nuestra conciencia de especie”.
