Un punt de vista


2ª ETAPA PORTOMARÍN - PALAS DEL REY

Camino de Santiago — Escrito por ebm @ 14:20

Bueno, a las 5:55, hora en que me he levantado gracias a los italianos que gentilmente han abierto la luz pasados unos minutos de las 5:30, lo primero que he hecho a ha sido tomar conciencia de que lo que vivo es una realidad y no un sueño. Me parece imposible que por fin esté inmerso en la aventura del Camino.

Me visto en un momento y pongo orden en la mochila. Me duelen todavía los hombros de las cintas pero, siguiendo el consejo de un peregrino experimentado de Valencia, Paco de nombre, hoy me voy a apretar el cinturón que lleva la mochila para que el peso no caiga en la espalda si no en las caderas.

Me encuentro formidable de las piernas y salgo del refugio con muchas ganas para atacar la etapa de hoy, que será de 25 km según la guía que llevo. A priori, la altimetría me es favorable ya que el 75% de la etapa es subida. Salgo a las 6:30 para llenar media cantimplora de agua. He decidido que no voy a cargar agua como un burro teniendo máquinas y bares a cada ratito.

La salida de Portomarín se hace por otro puentecito donde solamente pueden pasar a pie o en bici. No hay cabida para coches. Es un puente metálico y muchos peregrinos se quedan para hacerse fotos a medio puente. Justo empieza a nacer el día. Todavía oscuro el cielo, ya se empieza a vislumbrar la luz y el cielo aparece libre de nubes.

Antes de salir del pueblo, cuando he ido a la fuente a llenar un poco la cantimplora, he encontrado a un auténtico peregrino, durmiendo bajo un árbol, con un perro, y con un aspecto poco cuidado, con una barba de unas cuantas semanas. Con el cayado apoyado en el árbol, me ha saludado con un “Buenos días y buen camino”.

-   Igualmente, señor…

Voy a muy buen ritmo y aunque me adelanta todo el mundo, en el momento que paran a desayunar o a tomar café, yo les vuelvo a sobrepasar pues no paro para nada. Mejor dicho, no paro a sentarme. Entro en el bar a pedir un agua y sin sacarme la mochila me vuelvo a andar otra vez.

En un tramo de la etapa de muchísima subida, me pongo a rueda de un señor vasco. A media subida se queda atrás, cosa que me da mucha moral. En llano me adelantan, pero en cuesta arriba no pueden conmigo jejejejejeje.

La etapa de hoy tiene mucho tramo de asfalto, lo cual me favorece dado que el pie me pisa siempre regular y no debo ir mirando todo el tiempo donde pongo los pies y las muletas. Por cierto, la primera hora he sufrido rampas en las manos. Debe ser de la mochila de ayer, ya que hoy no me aprieta nada de nada en los hombros.

Sigo con el teléfono parado durante el día, pero sobre las 12 del mediodía lo pongo en marcha por si los sevillanos llaman, ya que quedamos que estaríamos alerta para el tema de los albergues. Hoy tienen la misma meta que yo.

El vasco que había quedado atrás en la subida, me coge cuando el tramo se vuelve más llano y compartimos del km 16 al km 21,5 de la etapa de hoy. Me cuenta que, midiendo 1,90 metros y pesando 118 kg, cada día anda unos 5 km por un infarto que sufrió hace unos años.

En un momento en el que el camino se ve saturado de vacas, pasamos por delante un cementerio donde las lápidas dan a la carretera, sin muro alguno de protección. Nunca había visto algo así. Seguimos por el asfalto hasta llegar donde están los albergues públicos de Palas de Rey, unos 800 m antes de llegar al pueblo. Unas chicas de Barcelona deciden parar allí pero yo prefiero llegar al pueblo ya que Palas se supone que es un pueblecito grande. Por 800 metros no vendrá de aquí… Prefiero seguir un poco para no verme en la masificación  que presentan los albergues. Hoy me han adelantado muchos, muchos peregrinos y creo que todos están aquí.

Decidido: Sigo hasta el mismo Palas de Rey.

He llegado a fin de etapa antes que los Sevillanos, pero al llamarles resulta que solamente les he cogido 500 m de ventaja a final de etapa. Les comento en la llamada que el albergue todavía tiene sitio libre y puedo reservar para todo el grupo, pero resulta que ellos ya habían hecho la reserva en un albergue, que, resulta ser el mismo en el que acabo de llegar.

Mientras llegan, tomo posesión de una cama, me ducho y me cambio. Lavo la ropa y me dispongo a tomarme la cerveza que me he ganado antes de comer.

Justo sentarme llega el BST y comemos juntos en el restaurante del mismo albergue. Yo le ataco a la ensalada de pasta como primero (hay que recuperar con hidratos) y de segundo, Conchita que es la dueña del albergue, nos aconseja el Raxo. Allí también esté Paco, el Valenciano que ayer encontré en Portomarín y me dijo que rezaría por mi y para que llegara. Lo cierto es que me alegro de encontrar gente que ya había visto en días anteriores.

El haber comido un bollito de chocolate cada 2 horas hace que haya llegado muy bien de fuerzas y no tenga un hambre excesiva.

Por la tarde, de sobremesa, cuando ya ha llegado todo el colectivo de los sevillanos, nos sentamos a tomarnos un pelotazo en la calle, a puertas del albergue.

Como hoy ha sido una etapa bastante larga para mí, decido que los tirones que tengo en los gemelos se me repararían con otro masaje, pero siendo domingo no hay nada abierto, con lo que me tocará recurrir a algún fármaco.

El esposo de Conchita que es médico, me receta como favor especial, un relajante muscular que voy a comprar antes de ir a la iglesia a sellar y a oír la misa. Y allí, por cierto, encuentro de nuevo a la parejita de italianos del primer día y que resulta que también duermen en el mismo sitio que yo. El muchacho anda con los pies llenos de llagas, y yo, pensándolo fríamente, le doy gracias al santo de turno por no tener que sufrir lo que parece que es una plaga. En todas partes venden Compeed botellas y réflex.

Saliendo de la misa, me encuentro con que a “Cuñao”, un miembro del clan de los sevillanos, le han tenido que llevar a urgencias en el flamante Mercedes E 270 del marido de Conchita y está en el albergue con una elongación muscular que le impide poder andar. Le ofrezco una de mis muletas pero al final desiste. Mañana tendrá que hacer el trayecto en Bus…

Después de mucho negociar con Conchita, no se consigue que nos deje ir a un PUF a que nos preparen una Queimada. Ella no se atreve a prepararnos una  porqué dice que hay que hacer un conjuro que ella no sabe. De momento, no hay queimada.

Y para cenar, pinchos: Uno de tortilla española, uno de pimientos del Padrón y unos choricitos ahumados que estaban rompedores. Que buenos!!!

Siguiendo la costumbre, a dormir tempranillo y a rezar porqué no me de por roncar más que al resto y me llamen la atención. Decían que por la noche en los albergues tenías que llevar tapones en los oídos, pero de momento la noche que he pasado no he notado nada, y es que con el cansancio uno duerme como un madero. Un repasillo a la ruta de mañana y a dormir.

Por cierto, que hoy no ha habido noticias de las chicas de Valencia y de Rufino con su grupo, aunque he conocido a más gente.

La etapa de hoy ha sido bastante larga y estoy eufórico por haber llegado mucho mejor que ayer. Ya veo Santiago mucho más cerca. Estoy encantado de haber empezado el Camino y debo decir que estoy recibiendo mucho más de lo que me esperaba. Hay ratos para la meditación, para la compañía, para disfrutar de la comida, para descansar, etc.

Mañana no hay que madrugar mucho porqué la etapa es más cortita, solamente 15 Km que comparados con los de hoy, casi me dan risa.

Mañana más...


1ª ETAPA: DE SARRIA A PORTOMARÍN

Camino de Santiago — Escrito por ebm @ 13:04

La etapa de hoy tiene su inicio justa bajar del tren, o sea, que lo que me desplace ahora y durante los próximos días, Dios mediante, se hará mediante el primer medio de transporte que existió, o sea, a pie o bien andando, pateando, andandiri o de cualquier sinónimo que se le quiera encontrar. Entro en el bar de la misma estación en busca del sello pertinente no sin antes tomarme un café con un croissant. Después del largo viaje ya empezaba a tener hambre.

Una brisa fresca me roza la cara y me da mucha alegría pues creo que la fresca es buena para andar mucho más que el calor del sol.

Son las 7:15 y empiezo preguntando, ilusamente, como se llega a Santiago. Me indican una carreterita que me hace pensar que me han tomado el pelo ya que todos los otros peregrinos caminan en otra dirección. Le hago caso al indicante y ciertamente, a 300 metros ya empiezo a encontrar las flechas amarillas que me irán acompañando durante toda la jornada. Mientras ando, muchos interrogantes en los primeros kilómetros, dado que la cabeza va pensando: ¿Seré capaz de andar los 110 Km con la pesada mochila más el agravante de tener que emplear las 2 muletas? ¿Encontraré la cantidad de agua que necesito durante la jornada? ¿Encontraré dónde dormir cuando llegue a final de etapa? ¿Aguantaré hoy los más de 20 km que me separan del final de etapa? Menos mal que no me hago mucho caso y sigo andando…

Al rato de empezar a caminar me encuentro con la señal de 110 Km, y según el GPS ya lleva algo más de 2 andando…

Justo al salir de Sarria ya empieza la subida, que he ido encarando con alegría. La pierna me funciona bien pero el sudor empapa ya mi camiseta. Quizás debería habérmela cambiado por una de las técnicas que llevaba en la mochila, pero por no parar, prefiero seguir sudando ya que se me antoja muy lejos Santiago.

En mitad de una cuesta me adelanta un bicigrino y me dice: “BUEN CAMINO, PEREGRINO”.

Al rato, otro, y otro, y después un grupo de caminantes, y otros, etc.; y durante toda la etapa esta ha sido la tónica. Todos los peregrinos se saludan con un “Buen Camino”. Me encanta el nivel de respeto. Si ves a alguien parado, paras a preguntarle si necesita algo, y muchos de los que me adelantan bajan la marcha para preguntar por las muletas. Hay una camaradería que hacía años no vivía. Que pasada… Es emocionante !! Me pasa por la cabeza cuando empecé a trabajar, a la hora del desayuno, cuando todo el mundo que pasaba por delante dejaba ir el “Buen provecho “, a lo que se respondía con un “Muchas gracias, si quiere”…

Paso a paso, se van sucediendo los postes kilométricos por caminos y algún tramo de asfalto. La mochila me pesa y noto en exceso su peso en los hombros. El calor empieza a apretar. Encuentro una fuente, muy espectacular y mediática, donde relleno las cantimploras aunque descubro que no es una fuente natural sino que el agua viene en una tubería de polipropileno. Manda cojones, yo que anhelaba encontrar fuentes por todos lados y lo que hay son máquinas de vending…

Me choca muchísimo la gran cantidad de peregrinos extranjeros que me adelantan. Con mi inglés chapurreado de Salou les voy preguntando de donde son, de donde vienen andando y, a la que me preguntan algo a mí, me las veo y me las deseo para contestarles satisfactoriamente. “My English is little and bad …”

En el poste de 100 km hasta Santiago le hago una foto a un señor brasileño que anda más despacio que yo porqué parece que se esté empapando de todo el paisaje, de cada detalle que se encuentra. Lo fotografía todo el tío. De paso, le pido que me haga a mí una foto también, pero con mi cámara no se acaba de aclarar del todo.

Voy compartiendo camino con gente que va a mi ritmo y con los que se cruzan pequeñas conversaciones, pero que dado que yo ando más lento, acaban adelantándome. Tengo claro que la clave de mi éxito estará en ir a m i ritmo y no sobrepasarlo. De momento estoy caminando a unos 4 Km/hora según el GPS aunque puedo lolegar a los 5 sin demasiada dificultad.

Los paisajes son bonitos y el camino atraviesa parajes muy lindos, entre bosquecillos y laderas. Nada que ver con mi tierra, pues aquí todo es verde, aquí tienen la riqueza del agua. Hay kilómetros sin pueblo o casa alguna, en cambio, los campos se ven conreados.

Al final, con un sol de justicia, se ve a lo lejos Portomarín. Pero quedaba la peor parte del trayecto: Unas bajadas de aúpa que me han dejado hecho polvo de verdad. A 1 km de la llegada he tenido que cambiarme el calzado y ponerme las zapas de “relax”. Me he quedado sin agua y he sufrido para llegar a meta.

La entrada, a Portomarín se consigue después de atravesar un largo puente sobre el río Miño y subir un montón de escaleras que hay a la entrada del pueblo. Sobre éstas, una arcada, que se me antojó como pasar por un arco de triunfo como hacían los romanos.

Lo cierto es que estaba tan jodido que me metí en el primer albergue que encontré. Y allí comí, pero antes, me bebí dos enormes jarras de cerveza fresquita de verdad. La primera de ellas toda de un tirón, sin respirar!! Pero antes de todo esto, en el cuadro de corcho que había a la entrada en donde había carteles varios colgados, llamé a una masajista que se anunciaba para pedirle que obrara el milagro de repararme las piernas, cosa que finalmente haría a las 6 de la tarde. Decir también que comí una ensalada de pasta y una chuleta de ternera y que, para desilusión mía, era carne congelada. Tanto ver ganado toda la mañana y resulta que la carne me la colocan congelada !!

Me toca dormir en una de las habitaciones del albergue que tienen 3 literas. En mi caso hay 2 peregrinos Italianos de unos 60 y pico años y a última hora llegan dos más ( una parejita) también de la misma nacionalidad. O sea, que no pillo nada de lo que hablan entre ellos.

Después de ducharme y lavar la ropa del día, me voy a la Calle General Franco para ver si Lydia me da el masaje, eso si, sin “final feliz”. 

Ya con las piernas milagrosamente nuevas, me encuentro con los Blackberry Sevilla Team (BST), pues todos ellos van con este tipo de teléfonos, y después de sellar la credencial en la Iglesia, hacernos unas fotos e hacer unas compras, me voy sugieren de ir a cenar con ellos a su albergue, donde acabarán en la calle haciendo un botellón después de negociar con la encargada del local que no les permite quedarse mucho rato ya que tiene que cerrar puertas.Esta gente se bebe hasta el agua de los floreros me parece a mi, jejeje.

En el mismo albergue también están unos sres de Madrid que ya vi en el vagón bar mientras y con los que, con uno de sus miembros, he compartido hoy un tramo del Camino.

Pero antes de la cena,  mientras escribía la crónica en la terracita del bar, las chicas de Valencia que también iban en el tren, se estaban metiendo entre pechos y espalda una fabulosa hamburguesa. Me han comentado que estaban cansadas y que se acostarían pronto hoy. Están en el albergue de los BST.

 Yo me encuentro nuevo. No me lo puedo creer después de lo mal que he llegado.

Finalizada la cena, breve repaso a la ruta de mañana y a dormir, que el día ha sido largo. Ya he perdido el recelo de que nadie toque nada, pues había un montón de móviles cargando en los enchufes sin que nadie estuviese cerca para controlarlos, y las mochilas están todas esparcidas por las camas y nadie toca nada. Hay un buen ambiente. Incluso los italianos me preguntan si me molestará que se levanten a las 5:30...

En fin, que la valoración del día es positiva al 100 por 100. El sueño, o lo que era un sueño, es ya una realidad. He vivida tan intensamente el día que, solamente es sábado y ya me parece que lleve una semana fuera de casa. Es durillo, si, pero sin duda merece la pena.

A dormiiiiir !!!

 


EL VIAJE HASTA SARRIA

Camino de Santiago — Escrito por ebm @ 12:38

Esta serie de redacciones, se basan en el diario manuscrito que he ido confeccionando durante el Camino. Lo colgaré cronológicamente según la fecha real en que sucedió.

 

Hoy es el gran día, y como tal, empieza con un madrugón. No se si son los nervios o bien la emoción que me embarga pero antes de las 6 ya estaba despierto. Llego a la Uni a las 7:18 y ni una sola tasca abierta para poder hacer un café o algo parecido.

Entro en mi despacho y mientras reviso el correo electrónico, voy dando un repaso mental a lo que puse ayer por la noche en la mochila. Me preocupa el peso excesivo que me tocará acarrear. Hay que ver, lo que venía siendo una ilusión, se empieza a materializar…

Al mediodía, último repaso de la mochila y eliminación de cosas que pueden resultar superfluas. Resultado final e inamovible:  8,5 Kg.

A las 16:30, mi hija junto a mis padres me vienen a despedir a la estación. Nervios mientras veo acercarse el AVE.

Me subo y me siento donde primero me parece, que por casualidades de la vida, correspondía el número de asiento pero no de vagón. A medio camino me tocó coger la mochila y retrasarme un vagón ya que el inquilino de la silla que yo ocupaba me lo requirió.

Debo decir que no había viajado con esta tipo de tren y aun pareciendo que estaba medio parado el indicador marcaba 285 Km/h y en algún momento llegamos a alcanzar una velocidad de 301 Km/h. Radio, televisión, y unos asientos muy cómodos. De lujo, vamos.

Llegué a la Madrid y llamé a un amiguete porque  disponía de 3 horas antes de coger el “Tren Hotel del Ferrol” , pero por cuestiones técnicas ( se quedó sin batería en el móvil y para cuando recuperó la telefonía yo ya estaba en la estación de Chamartín ) nos quedamos sin poder compartir unas cervecitas y unas tapitas, pero para esto habrá más días sin duda. Y dado que el peregrino debe cuidarse para poder cumplir con su misión de llegar a pies del Apóstol, aterricé en un bareto donde se anunciaba Tapeo. Después de ver que el sitio era correcto para lo que pretendía, le pedí consejo al camarero sobre que pedir. Acababa de inaugurar un Jamón Ibérico de Pata Sucia y me la aconsejó, por lo que le pedí que me sirviera una tapa. Aquí tuve una de las enseñanzas de esta vida: Lo que en Tarragona es una tapa, en Madrid se llama Ración. La tapa, en Madrid, es un plato enorme . Claro, como ya estaba cortado no lo iba a devolver, así es que le pedí me dejara a mano una botellita de Rioja Reserva para no hacerle feo al jamón. Resumiendo, que antes de subir al tren el susodicho peregrino llevaba entre pecho y espalda un peazoplato de jamón y 3 copas de vino, ¡ah!, y una rebanada de pan a la que se le añoraba el tomate untado, pero ya se sabe que no todo es igual en todas partes…

Reconozco que mientras leo el manuscrito y lo transmito a este medio, la emoción me sigue embargando y una extraña añoranza me envuelve a modo de niebla. Pero seguimos.

Me tocó recorrer todo el convoy por el andén ya que según el billete, que esta vez si comprobé, debía subir al segundo vagón. Menuda desilusión: “Asiento GRAN CONFORT” me vendieron, y la verdad es que de gran confort, nada de nada. Ni siquiera confort me atrevería a decir. Menuda diferencia con el AVE… Pero la parte positiva es que estaba a 2 m del WC y a ¡¡¡2,5 del Bar!!!

Me tocó de compañero de viaje a un chaval de Madrid que me pidió, justo sentarme, si le importaría cambiarle el asiento para cuando montara su novia, en Ávila creo. Cap problema, noi. O sea, ningún problema, muchacho. Cuando montó su novia, cerca de las 2 de la mañana, le cedí el asiento. Había que dejarles solos pues les vi muy acaramelados y enamoraditos. ¡ QAué bonito que es el amor!, jejeje. Estuve muy contento de poder cambiarle el asiento ya que ahora estaba a 0,5 m del WC y a 1 m del Bar. Y allí fue donde me escabullí, con una banda de sevillanos que no paraban. Había más gente en el bar, pero el clan de los sevillanos copaba la proa de aquel vagón. Por cierto, que a un par de chicas que estaban en el bar también, les cogieron las almohadas de sus camas ya que ellas viajaban en una habitación.  Charlando con alguno de estos chavales, me enteré que habían acabado con los botellines en el AVE y ahora estaban intentando hacer lo mismo en este tren. A parte, sacaron de no se sabe donde unas botellas de licor, pero de dimensiones normales, no del tipo mono dosis…  Estos sevillanos lucían un polo, todos iguales, de color blanco con la bandera española en la nuca y con un escudo en el pecho. Todos de uniforme.

También compartía el vagón con uno Sres. de cerca de Valencia que según me contaron, ya habían hecho el camino y ahora pretendían hacerlo con sus hijos. Éstos, me despertaban una gran envidia al ser capaces de doblarse como una serpiente y dormir en los incomodísimos asientos “Gran Confort” ajenos al constante movimiento del tren  y del paso de la gente que iba i venía del bar. Llevaban todos una camiseta oscura con su nombre grabado en el pecho y el nombre del pueblo en la espalda. Esto está bien, que vayan todos de uniforme.

Mo volví al asiento para intentar dormir un ratito, y en una de estas que me giré hacia el bar, vi que estaba cerrado pero uno del clan de los sevillanos estaba durmiendo estirado cobre tres taburetes. Intenté emularlo pero no fui capaz de tumbarme sobre tres asientos y conciliar el sueño. ¿ Como lo debe hacer este individuo ? ¿Será por el sombrero que le tapa la cara?. No lo se, pero el caso es que yo no pude y en el asiento "Gran Confort", de dormir, poco y muy mal.

A las 6:50, puntual, el tren llegó a Sarria y aquí empieza verdaderamente el Camino. Pero esto vendrá en la siguiente entrega. De momento, la experiencia está resultando encantadora y espero que todo siga igual.  Hoy ha habido poco tiempo para lo espiritual y mucho para vivir y reír. He disfrutado muy intensamente unas 24 horas que creo recordaré en mi mente por muchos años.


CAMINANTE NO HAY CAMINO, SE HACE CAMINO AL ANDAR.

Camino de Santiago — Escrito por ebm @ 21:57

Me pasa por la cabeza esta estrofa de una canción de Joan Manel Serrat mientras van pasando los días.

Poco a poco voy entrando en la parte espiritual del Camino. Si que está la parte física i de los entrenos que voy haciendo casi cada día de la semana, y la parte del Stress que comporta el preparar el material, atar los billetes de tren, el pensar la ropa que deberé llevar, si será mucha o será poca, lo que pesará la mochila, el tiempo que encontraré...

Pero ahora ya queda poquito. Ya casi respiro Galicia, podría decir. A parte, me estoy empapando de libros y guías sobre el Camino. Me falta tiempo para recabar toda la información, y con toda la que tengo, aun me parece poca.

A las personas que les comento que pretendo hacer el Camino, lo primero que me dicen es que si estoy loco. Me recriminan el hecho de que quiera ir solo, aunque estoy convencido que un viaje así debo hacerlo solo. Es un reto para mi y a la vez, una deuda que tengo ya que el año que volví a nacer tenía que haberme pedaleado los casi 800 km desde Roncesvalles. Ahora, dadas mis condiciones físicas, deberé conformarme con andar los 110 que separan Sarria de Santiago. Cabalgaré con mis muletas. Con ilusión.

Me he leído las guías y todavía no encuentro las etapas a hacer. Impensable hacerles caso y pretender patear 39 km que me aconseja el libro de la editorial Vertical... No se que haré, pero me debo a mis limitaciones. Con ilusión, si, pero consciente de como ando.

Me choca que, con mucha gente con la que he hablado me comentan que les encantaría hacer el Camino. Muchos coinciden en que algún día lo harán, rollo asignatura pendiente.

He de confesar que, por las noches, me cuesta un poco dormir.  Y que me levanto bastante temprano, incluso antes de que suene la radio primero y el despertador después. Son los nervios, está claro. Es una sensación difícil de explicar pero que está ahí.

Al Santo le pido que me de la fortaleza para poder hacer los kilómetros que pretendo hacer; y encontrar cada noche un rincón donde poder dormir. Este último punto me preocupa un poquito dado que supongo deberá estar masificado todo a tenor de lo que he leído por los foros. Si que hay muchos albergues, pensiones, hoteles... Pero también es cierto que la afluencia de peregrinos será altísima. No se, ya lo veré...

Este fin de semana, mientras andaba en solitario por los montes de Rojals, preparando las piernas, me di cuenta que tendré una semana para pensar, disfrutar de vistas, ambientes, tertulias, compañías nuevas y totalmente desconocidas. Disfrutaré de olores de una tierra diferente a la mía, con una climatología también distinta. Inmerso entre gentes distintas también. Me gustará oír hablar en gallego. Disfrutaré de una auténtica aventura hecha a la antigua usanza: A pié!!!! Con el móvil parado, sin Internet, sin radio, ni telediarios. Pasando por pueblecitos y aldeas de pocos habitantes, comiendo vete a saber que y donde. Y con quién. Probaré aguas limpias de las múltiples fuentes que hay en Galicia. ¡ Uf !, que cantidad de cosas podré hacer y sentir, disfrutar...

Espero que la gente no sature las rutas y quede espacio para el silencio, ya que el sonido de los árboles mientras se mecen por efecto del viento al atravesar un bosquecillo puede resultar algo maravilloso de oír.

Lo cierto es que tengo muchas expectativas puestas en el Camino, y, antes de empezarlo, tengo la sensación de que lo repetiré en más de una ocasión. Por descontado, cuando coja movilidad en la rodilla, lo debo hacer en bici entero, desde Roncesvalles, tal y como tenía que haber hecho el 2008.

En fin, que tengo un lío de cosas en la cabeza y que necesito poner en orden. Y para esto, debo esperar al sábado a las 6:50, cuando el tren me deje en Sarria ( Lugo ). A partir de allí, 110 Km de ilusión y ganas.

Aviso: Cuando llegue a Santiago me meteré entre pecho y espalda una señora mariscada, bien regada con algún vino de allí tipo Albariño de Rías Baixas. Tened en cuenta que algún aliciente “extra” tiene que tener el peregrino para hacer más llevadero el Camino.

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